Milagro envenenado
El denominador común de los títulos del Sevilla, Monchi, se va porque lo han echado de la manera más cobarde
Milagro se escribe con “M” de Mendilibar. Y es que el pasado 21 de marzo, hace menos de tres meses, que se dice pronto, el Sevilla Fútbol Club anunciaba la contratación del técnico de Zaldibar, un entrenador en el que nunca habría pensado el Sevilla de cara a un proyecto ambicioso, para que lograra conseguir unos cuantos puntos que sirvieran para no caer al pozo de la Segunda División, algo que ya veíamos como algo muy cercano. Y el milagro comenzó en Cádiz el 1 de abril, partido en el que debutaba Mendilibar como entrenador. Lo demás ya es historia, historia grande del Sevilla Fútbol Club.
En el seno del club y del sevillismo anidaba el miedo. Pero si había alguien a quien no le llegaba la camisa al cuello, ese era Pepe Castro. Porque en esos momentos de zozobra, lo máximo que se podía soñar era salvar la categoría, pero Europa, lo que se dice pensar en Europa, era una auténtica quimera. Y la camisa no tocaba el cuello de Castro porque el drama económico con mayúsculas sobrevolaba Nervión. La pus que genera lo podrido estaba a punto de desbordarse. Llegó el milagro de Mendilibar en Budapest y un apósito de fortuna tapó la herida y contuvo la pus. Pero la herida, la grave herida, seguía ahí. El milagro era un milagro envenenado porque un éxito tan grande lo tapa todo, hasta lo podrido.
Y pasó lo que tenía que pasar. El apósito no pudo contener la pus por mucho tiempo y la fea herida nos ha reventado en la cara. Lo voy a decir lo más claramente posible: Monchi no se ha ido, a Monchi lo han echado.
Hace unos días, cuando el rumor de que Monchi podía irse nuevamente del club, esa sonrisa que no se nos borraba del rostro desde el día 31 de mayo se difuminó. Al principio no quise dar crédito al rumor. Pero poco a poco se fue haciendo más real esa posibilidad.
Sin paños calientes, el Sevilla Fútbol Club está podrido en sus estructuras internas. El dúo Castro-Del Nido Carrasco hace ya tiempo que puso en marcha la cuenta atrás de una bomba de relojería, una bomba que no explotaba gracias a una persona: Ramón Rodríguez Verdejo. La deuda del club da miedo y quien maneja todo el poder es ese muchacho que tomó el micrófono el día de la celebración de la séptima y recibió como respuesta una sonora pitada del sevillismo. ¿Qué sevillista no sintió vergüenza ajena al ver a Pepe Castro y a Del Nido Carrasco deambular por ese escenario y balbucear unas parrafadas patéticas? Pues ese muchacho, que ha convertido al Sevilla Fútbol Club en su cortijo, nombrando a su psicólogo personal, Ignacio Navarro, Director de Estrategia del club, con un sueldo de 200.000 euros al año, es quien quiere gobernar nuestro barco, un barco al que se le está poniendo proa de Titanic.
El año que ha pasado Monchi en el Sevilla ha sido infame. Hasta el psicólogo venido a más se ha inmiscuido en su parcela deportiva. Han ninguneado al considerado mejor director deportivo del mundo. Lo han echado de la forma más ruin que se puede echar a una persona, quemándolo hasta la extenuación.
Cuando Del Nido Carrasco dice que ellos quieren que Monchi esté 750 años en el club miente descaradamente. Hace unos días, el de San Fernando se reunión con el dúo con objeto de preparar la planificación de la próxima temporada. En esa reunión, Monchi manifestó al presidente y al vicepresidente su malestar por la cantidad de “intrusos” que tenía en una parcela que debía ser tan sólo controlada por él, no ciñéndose sólo al primer equipo, sino a la cantera y a todas las cuestiones que tienen que ver con el aspecto deportivo. La respuesta que recibió Monchi fue: si no te gusta lo que hay, vete. Así terminó la reunión.
En estos días se está extendiendo una corriente de animadversión hacia Monchi porque desde el club se están vendiendo falsedades para que sea él quien quede como responsable de una nueva espantá. Nada más lejos de la realidad. ¡Lo han echado!, y echar a Monchi es un suicidio para estos advenedizos que se apuntan en su haber los éxitos y que deben saber que Monchi era su chaleco antibalas. Nada más que por eso se merecía el máximo respeto que no ha tenido.
El Sevilla Fútbol Club va a la deriva y el milagro envenenado de Budapest ha salvado, de momento, los 720.000 euros anuales de Castro, los 650.000 euros de Del Nido Carrasco y los 450.000 euros del nuevo vicepresidente, Fernando Carrión. ¡Ay, los Carrión!
Que no piense el sevillismo que a Monchi le ha dado un avenate y se ha ido porque se ha vendido al dinero de la Premier, no. Ningún equipo se había puesto en contacto con él hasta que se anunció que había pedido irse. Y cuando un genio como él queda libre hay cola para contratarlo. No fue sólo el Aston Villa el que contactó con Monchi. También lo han hecho siete equipos más de la élite europea. Pero los de Birmingham han sido los que han pagado la cláusula y se han mostrado más interesados.
Se nos va Monchi, se nos va el arquitecto de esta etapa de ensueño, la piedra angular de los éxitos, el denominador común de todos los títulos. Pero no olvide nadie que se va porque lo han echado de la manera más cobarde que se puede echar a alguien. Han faltado al respeto y han ninguneado a la persona más importante de la historia del Sevilla Fútbol Club. Mucho me temo que se avecina tormenta en Nervión. Cuidado con el karma.
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