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Con la experiencia y veteranía que le dan sus 37 años, Sergio Ramos volvió al estadio del Atlético con la camiseta del Sevilla y encontró en el recinto rojiblanco la misma hostilidad que cuando lo hacía con la del Real Madrid. Silbado cada vez que tocó el balón, el central escuchó la repulsa de la grada, pero no se arredró. Subió al remate en las acciones a balón parado de su equipo y falló en el tanto de Llorente.
En el listado de enemigos de la afición colchonera figura Ramos en una posición muy destacada. Aquel cabezazo en Lisboa en la final de la Champions de 2014 con el que batió a Thibaut Courtois y provocó una prórroga en el último suspiro, cuando ya los rojiblancos se veían campeones, desató muchas lágrimas en la hinchada, que aún no ha perdonado ni entendido el porqué el neerlandés Björn Kuipers, árbitro del partido, dio cinco minutos de añadido.
En Milán, en 2016, Ramos fue también protagonista. Esta vez al batir a Oblak para poner el 1-0 en el marcador. Un tanto en fuera de juego. Así lo reconoció el propio colegiado Mark Clattenburg un tiempo después. "Era una acción difícil y mi asistente falló", admitió el inglés en una entrevista para el Daily Mail. El central madridista remató un centro peinado por Gareth Bale para avanzar a los blancos. También marcó en la tanda de penaltis.
Ramos vive en el Sevilla la otra cara del fútbol. La de tener que aprender a no ganar casi siempre y a luchar por objetivos muy diferentes. Después de 16 temporadas, 22 títulos, 671 partidos y 101 goles con el Real Madrid y de un periplo de dos cursos con el PSG con el que levantó dos ligas francesas, en el Sevilla las metas son más modestas.
El defensa estuvo cariñoso con Griezmann cuando se topó con él en el césped antes de comenzar el partido y se vino arriba con las pitadas del público. Subió a intentar el remate en los saques de esquina y en las jugadas a balón parado y mostró su jerarquía, pero falló en el gol de Llorente, en el que rechazó mal el esférico, que le llegó otra vez al rojiblanco para marcar el 1-0.
Monumental fue la bronca que escuchó en el minuto 79 cuando lanzó alto una falta al borde del área de Oblak. También cuando vio la amarilla en el minuto 82 por una entrada a Azpilicueta.
Después de la diana, el Atlético se fue atrás. El cambio de Morata por Saúl fue premonitorio. Simeone no quería arriesgar y el Sevilla asustó y metió al rival en la cueva. Fue entonces cuando la grada temió por el resultado y por Sergio Ramos.
Söyüncü devolvió los fantasmas del Getafe al filo del minuto 70. Recién incorporado al terreno de juego fue expulsado con roja directa por una dura entrada a Ocampos en el medio campo. El central turco se fue desmoronado. Al penalti en Bilbao, le sucede esta acción. Demasiado en tan poco tiempo.
Otra vez como ante el Getafe, sufrimiento hasta el final. Reinildo reapareció después de diez meses de baja. Salió por Griezmann, al que no le gustó el cambio y deberá esperar a 2024 para superar a Luis Aragonés como máximo goleador histórico del club.
Con Sergio Ramos ya de nueve, atemorizando en cada acción a la grada, y con el paso lento de los minutos se llegó al final. Triunfo y tres puntos para el Atlético y fiesta en el Metropolitano. El Atlético, a siete del líder, sigue en la lucha.
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