Mendilibar, el mejor garante para la paz en el Sevilla
Sevilla FC
En la recuperada incertidumbre por Monchi y la guerra accionarial, el Sevilla anunció lo que esperaba el sevillismo: la continuidad de la identificación plena de equipo y grada
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La noche memorable del 20 de abril de 2023 sólo fue un apasionado proemio de lo que estaba por escribirse. En una comunión como la que provocaba la canción de los Celtas Cortos en la adolescencia de los años 90, el sevillismo vibró como no se recordaba con un triunfazo histórico. El demoledor Sevilla de José Luis Mendilibar se devoraba, casi literalmente, al gigante Manchester United, el máximo favorito para ganar una Europa League que desde aquella noche empezó a tomar el adjetivo ordinal de la séptima.
Muchos de los que estuvieron en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán, transmutado en un manicomio de camisas blancas, lo compararon con la noche del 27 de abril de 2006, cuando el zurdazo de Antonio Puerta al Schalke 04.
Gestas y fútbol como 17 años atrás
Sólo por aquella comunión que había tardado en repetirse 17 años, de 2006 a 2023, con la misma efervescencia de una pasión juvenil, este veterano entrenador que se apareció en el camino del club de Nervión como una epifanía inesperada, ya se había ganado el favor de un sevillismo que hacía tiempo que andaba huérfano de referencias, de liderazgo.
Julen Lopetegui no vivió esa emoción colectiva al producirse su éxito europeo en la intimidad de los estadios de Alemania. Y las grandes gestas de Unai Emery fueron casi siempre a domicilio: Heliópolis, Mestalla, San Mamés, Donetsk (Leópolis en realidad, por el conflicto ruso-ucranio)... Si acaso la remontada sobre el Oporto –coyuntural y oportunamente sin Fernando– hizo hervir la caldera de Nervión... También la goleada sobre la Fiorentina de Borja Valero y Joaquín, dos enemigos íntimos.
Pero nada que ver con el volcán, ahora sí rojo fuego, en que se convirtió Nervión ante un rival de la alcurnia mundial de la Juventus, remontada incluida tras el gol de Vlahovic en el minuto 65. Ganarles a los Diablos Rojos de Old Trafford y a la Vecchia Signora de Turín sí que produjo una catarsis de comunión colectiva que culminó con la gesta ante la Roma de Mourinho en Budapest, donde hubo la mayor concentración de sevillistas presentes en el estadio en una final europea pese a ser el viaje más complicado y caro: 13.000 hinchas al conjuro de Mendilibar.
La oportuna llegada del padre protector
Hacer esto después de alejar al equipo del infierno de la Segunda División, con triunfos salvadores, balsámicos y definitivamente liberadores en Cádiz, Mestalla y San Mamés, dejar atrás esa angustia vital en que se había convertido la contemplación de los partidos de un equipo sin pies ni cabeza que tuvo su sima en Getafe, terminó de producir el exorcismo del Sevilla y el sevillismo: el taumaturgo Mendilibar se ganó al vestuario y a la afición como el padre protector que llega en el momento justo a salvar a sus menestorosos hijos, tras recitar su veni, vidi, vici.
Éste es el contexto en el que renovó ayer por la mañana José Luis Mendilibar, el Julio César de la Híspalis triunfante, por una temporada más. Porque el vizcaíno, impelido por ese hálito telúrico que impone el Sevilla a todo el que se cobija bajo su escudo cuando se asoma a los cuartos de final de la UEFA Europa League, ha sido el gran artífice de una gesta memorable, la de la salvación primero –en la temporada con peores números de todo el siglo XXI– y la de la Séptima, con mayúsculas, después.
El carácter del club y el fútbol de Mendilibar
Que sí, que el carácter que imprime el club y la propia afición tienen mucho que ver y lo vivido ante United y Juve lo corroboran. Pero esto no se habría dado sin la mano firme, el verbo claro, la convicción conceptual, la labor emocional, desechando el concepto de finales en la Liga, y el fútbol propuesto y desarrollado, mucho más moderno que los prejuicios que han acompañado al vizcaíno en los que no lo conocían.
Así se produjo la identificación plena de equipo y afición. Una identificación que ha recordado asimismo a muchos al Sevilla desatado de Juande Ramos desde aquel zurdazo de Puerta por la recuperación del juego vertical, agresivo, al espacio, en el campo contrario, un fútbol que echaba de menos el sevillismo desde hacía mucho tiempo.
Lo anunció José María del Nido Carrasco en Cope Sevilla. El vicepresidente primero se arrogó tal privilegio en una especie de premonición de lo que está previsto que acontezca a partir de noviembre de 2023: le toca la presidencia del club. "Puedo decir a boca ancha que el Sevilla F.C. será entrenado la próxima temporada por José Luis Mendilibar", dijo. Por una sola temporada "porque así lo ha querido el propio Mendilibar". En el contexto de incertidumbre accionarial y en torno a Monchi, como en un eterno déjà vu sevillista, no hay mejor garante para la paz, al menos la espiritual, que el viejo zorro vizcaíno.
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