La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La bulla de la Avenida en la Navidad de Sevilla
En una especie de cruce de caminos, el Valencia confió en el modelo de Marcelino cuando los resultados no eran satisfactorios mientras el Sevilla de Pablo Machín recolectaba halagos. Luego se volvió la tortilla. El rival hoy de los sevillistas, tras persistir en la idea, es actualmente un equipo en alza y que funciona como un reloj bajo el modelo con el que se edificó un proyecto, mientras el Sevilla es una nave en reconstrucción bajo un patrón nuevo cuyo camino aún es incierto.
El equipo valencianista superó un momento crítico de dudas, un momento plagado de empates que también hizo que aparecieran los nervios entre afición, dirección deportiva y consejo de administración. La paciencia y la fe en el proyecto iniciado fue la clave para que la idea prevaleciese, lo que, unido a uno de los presupuestos más altos de la categoría, ha posibilitado que el equipo de Marcelino, ya clasificado además para la final de la Copa del Rey, haya superado de momento al Sevilla en sus objetivos: sigue adelante en la Europa League y está a tres puntos de él en la Liga.
El modelo de Marcelino es archiconocido y no han cambiado desde su paso por Nervión. Más bien lo ha mejorado. Un 4-4-2 clásico defensivamente muy sólido y compacto que empieza el trabajo desde arriba. El técnico asturiano ha desvelado en alguna ocasión por qué alinea a dos delanteros: “Le pregunto a mis defensas cómo están más incómodos, cuando se enfrentan a un equipo con un solo delantero o a uno con dos. Todos me dicen que con dos”.
Evidentemente, ello obliga al resto del equipo a que, una vez que el rival ha superado la primera línea de presión, las dos líneas de cuatro deben ser un bloque compacto que se mueve y bascula cerrando espacios según la posición del balón en cada momento.
El cierre de espacios siempre ha sido una de las señas de identidad de los equipos de Marcelino y los registros que busca los consigue. Con 23 tantos encajados, el Valencia es el segundo equipo menos goleado de La Liga sólo por detrás del Atlético de Simeone, el modelo al que más puede asemejarse, aunque con matices claramente distintos.
Por ejemplo, uno de los momentos clave en el modelo de Marcelino son las transiciones, tanto ofensivas como defensivas, fases del juego que el asturiano trabaja en el día a día y a las que saca enormes réditos.
El trabajo de preparación para el robo es en el Valencia casi más importante que el robo mismo. Tradicionalmente se ha hablado de un simple juego al contraataque, pero no lo es. Exige una preparación, una obsesión por pillar al rival descolocado (lo ideal es desplegándose para el ataque tras la recuperación). A partir de ahí, los ataques rápidos, con delanteros que se cruzan para arrastrar a los defensas y aclarar espacios... Ataques dinámicos y protagonismo de las bandas.
Un equipo rocoso y homogéneo.
Puede llegar a atascarse en ataque.
No es ningún desconocido en Nervión. Paradigma de un fútbol efectivo que tuvo su máxima expresión en los años de Unai Emery, Kevin Gameiro (7-5-87, Senlis, Francia) es uno de los delanteros que mejor sabe moverse en la frontera del fuera de juego en la Liga. Astucia para ver el pase, aceleración para sorprender a las defensas y un golpeo descomunal hacia arriba que lo convirtió en uno de los mejores goleadores de la historia reciente del Sevilla. Heredero de Bacca, precursor de Ben Yedder... el francés se adapta a la perfección al tipo de ataque que propugna Marcelino: pocos toques y verticalidad máxima para llegar al borde del área. Eso sí, regresa al Sánchez-Pizjuán en plena polémica tras protagonizar un enfado con su técnico que también tiene que ver con cierto egoísmo de Rodrigo Moreno en el área, ya que lo ha acusado de no pasarle el balón en ataque.
Temas relacionados
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios