Las Rozas-Sevilla
De golpe, el otoño y la Copa
Sevilla FC
El sevillismo ha encontrado un nuevo ídolo. En este fútbol tan cambiante y que va con tanta facilidad de extremo a extremo, puede que sea un ídolo fugaz. Lo dirá la evolución que siga el rendimiento del belga, que se ajusta a ese perfil o tipología de futbolista que el aficionado ve llegar en los equipos que se suelen enfrentar al Sevilla en Europa, ya sea en Champions o en la Europa League. Ese jugador eléctrico que suele llegar en equipos franceses o alemanes, ese prototipo de músculo, sangre africana y potencia en carrera que se sale del guion que tenemos en España pero que cada vez buscan más los grandes como el Real Madrid y el Barcelona: Bellingham, Raphinha, Dembélé…
Monchi buscó esa pieza en el engranaje con Martial, pero salió rana el francés. Nadie se lo esperaba. Entre las lesiones y no se sabe qué más, se perdió en el intento, aparte de que la fórmula no estaba llamada a cuajar: una cesión pura, sin opción de compra y a mitad de campaña, en enero. Ruina.
Ese jugador que se veía en los rivales en Europa, potente, veloz, descarado... ha llegado por fin a Nervión
Con el golazo al Almería, el ex jugador del Hertha de Berlín se ha metido a la afición en el bolsillo
Dodi Lukébakio ha caído de pie. Su gol en la primera parte ante el Almería confirma lo que había apuntado frente a Las Palmas y en Pamplona, aunque frente al Osasuna fue a ráfagas. Lo que hizo en la segunda parte fue hasta más escandaloso que la maravilla del 2-0. La carrera del gol de Lamela está al alcance de muy pocos y el gol anulado fue una aberración porque lo único que hizo fue reaccionar antes que Pozo y ser mucho más fuerte que él.
Mientras el sevillismo se llevaba las manos a la cabeza con la barbaridad que hizo a los 8 minutos de juego, en su butaca Víctor Orta respiraba hondo y sonreía. La apuesta da sus frutos. El belga, que llegó este verano procedente del Hertha de Berlín, se ha metido definitivamente al personal en el bolsillo. Dos goles en cuatro ratos, sólo dos partidos como titular, otro más anulado injustamente y, sobre todo, la sensación de una superioridad física que lo hace distinto en el desborde, en el uno contra uno, en el duelo...
Con una zancada descomunal, elegante en una carrera limpia y plástica, el extremo de 26 años de sangre congoleña y nacionalidad belga pudo llegar a finales de agosto gracias a la venta de Bono por 21 millones al fútbol árabe. Lukébakio firmó por cinco temporadas a cambio de 9 millones de euros y un par de ellos más por objetivos. Si sigue así se quedarán cortos muy pronto.
Emerge además en la semana en la que el Sevilla visitará al Barcelona en Montjuïc. Allí quiere hacer su carta de presentación definitiva. Puede jugar en punta o en una de las bandas y junto a Ocampos promete ser el látigo de este modelo Mendilibar tan marcado por su fútbol sencillo, directo y norteño.
Nacido en Esse, cerca de Bruselas, se formó en la cantera del Anderlecht y tuvo aventuras en Francia y en Inglaterra (Toulouse y Watford) antes de asentarse en la Bundesliga. Fortuna Düsseldorf, Wolfsburgo y Hertha de Berlín fueron sus pasos. En la capital alemana anotó 12 goles la pasada campaña y dio 5 asistencias.
Hacía tiempo que un jugador no ilusionaba en el Sevilla con tanta celeridad como el internacional belga, quien parece encontrarse en un pico de forma física muy alta. La esperanza es que no sea estado puntual sino que pueda seguir manteniéndolo en el tiempo. Seguramente el resto de España lo descubra este fin de semana y el Sevilla se prepara para los primeros rumores malintencionados sobre su futuro en uno de los grandes. Prepárense para la diversión.
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