Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
El hilo de plata infinito de Jesús Navas
Desde mi córner
PARA comenzar, sorpresa, ya que parecía desigual el duelo entre un Sevilla en ascenso y un Valencia demasiado experimental. Pero el partido se decantaría de forma decisiva con la expulsión de Badé cuando el Sevilla acariciaba la remontada y que se agravó con otro error grosero del debutante Gattoni para que Javi Guerra le diese los tres puntos al Valencia. ¿Justo, injusto? Pues según se mire, ni justo ni, desde luego, injusto.
Lo que siempre fue un clásico en la elite liguera llegaba convertido en un sucedáneo, mayormente por culpa de un Valencia sumido en su propio laberinto y que llegaba a Nervión con un equipo cuajado de chavales. Ya la imagen de comienzo es muy buena por parte ché, sobre todo por lo que hacen jóvenes como Diego López o el consagrado Almeida y así sufre el Sevilla en el arranque, posiblemente por la sorpresa de ver a un rival al que quizá había minusvalorado.
Pero la sorpresa dura poco y será el Sevilla quien se haga con el control del juego aunque lo haga con una pobre dosis de fútbol y una sobredosis de entusiasmo y acarreo de balones al área. Y así transcurre todo el primer tiempo, ante el absentismo laboral de los porteros y con una pincelada de Diego López en un taconazo ante Bono que se va por muy poco. Llega el descanso con la sensación de que el Sevilla es mejor que el Valencia y que éste va a durar lo que tarde en llegar el gol.
Pero lo que llega es lo que no se pensaba, gol del Valencia cuando va una hora de fútbol. Y ahí surge el Sevilla de siempre en el acoso al rival y meterlo en el regazo de su portero para que ese milagro llamado En-Nesyri sobrevuele el nido levantino. Todo parece encarrilado, pero la roja a Badé le arruina la noche al Sevilla, Gattoni hace el resto y el Valencia marca para estupor del mundo. Al primer tapón, zurrapa y el convencimiento del margen de mejora que aparenta el Sevilla.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios