El inquietante juicio continuo a Lopetegui y el papel de Nervión

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El Sevilla vuelve al Sánchez-Pizjuán después de la agria noche ante el City en la que hasta Del Nido pidió la dimisión de Castro en la primera de sus tres citas caseras ante Atlético, Dortmund y Athletic

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Julen Lopetegui se expresa durante el entrenamiento vespertino de ayer.
Julen Lopetegui se expresa durante el entrenamiento vespertino de ayer. / Antonio Pizarro

El fiel de Nervión... y el fiel de la balanza. El Sevilla vuelve al Ramón Sánchez-Pizjuán después de un largo parón de selecciones que llegó tras aquella semana en la que Julen Lopetegui salvó uno tras otro los peligrosos escollos que amenazaban con hacer zozobrar su nave. Cornellá, Copehague y Valencia, donde jugó el Sevilla con el Villarreal, fueron los tres puertos de aquel peliagudo periplo y ahora les toca al técnico sevillista y su tropa ponerse de nuevo ante el incorruptible juez de la ciclotímica grada de Nervión, que lo mismo amilana al más bragado con su runrún de desaprobación que alienta de forma formidable al equipo o brama contra el palco.

La última comparecencia del Sevilla en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán dejó imágenes nada edificantes. Fue en la primera jornada del Grupo G de la Champions, ante el Manchester City de Guardiola y con el antecedente inmediato del paseo del Barcelona de Xavi. La grada explotó al final, tras el escarnio del 0-4 con aquella cruel puntilla final de Rúben Dias ya en el minuto 92. E incluso se unió José María del Nido al grito de "¡Pepe Castro, dimisión!", aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, en un gesto más de hincha furibundo que de máximo accionista y ex presidente. Un excesivo vituperio, por mucho que al día siguiente pidiera disculpas.

Este sábado es el reencuentro de los protagonistas, de los fieles de Nervión con los profesionales sobre el césped... y en el palco. Y será además el primer capítulo de un trío de encuentros caseros, porque tras la visita del Atlético de Madrid de Simeone, un equipo que trata de solventar sus dudas iniciales, muchísimo menores que las del Sevilla, llega el miércoles el Borussia Dortmund como temible precedente de otra visita inquietante, la de ese Athletic al que Valverde ha vuelto a colocar entre los que se dan codazos por entrar en Europa. Y en cada uno de los tres partidos el fiel de la balanza del sevillismo puede caer a un lado u otro. Ni Monchi se libra ya del dictamen.

Sobre el Sevilla de Lopetegui cae la responsabilidad de darle carta de realidad a esa ligera mejoría atisbada en los tres partidos a domicilio. Desde el club se pretende trasladar optimismo y los que sigan esa vía verán la botella medio llena de que el equipo dejó de perder, tuvo entereza para ganar en Cornellá y aguantar con uno menos, y no perdió en Copenhague ni con el Villarreal, llamado a la pugna de la zona alta.

Pero aquellos que entiendan que no hay lugar a optimismo alguno desde el error de dar continuidad a un ciclo que debió cerrarse en mayo pasado la verán medio vacía y entenderán que el Sevilla de Lopetegui sigue arrastrando sus vicios del curso pasado, pero con una plantilla depauperada tras perder a dos de sus pilares de su gran baza, la seguridad defensiva.

Habrá que estar atentos también a ese fiel de la balanza entre los optimisas y los pesimistas. Porque ya hasta en la grada se expresa el debate entre los jóvenes animosos de Gol Norte y los hinchas más recelosos.

¿Se la vuelve a jugar pues Lopetegui? Pues dependerá de muchos factores, entre los que volverá a tener mucho peso no sólo el resultado, sino la imagen y, ya a estas alturas, la reacción de una grada que no está dispuesta a aguantar más escarnios como los del Barcelona y el City. Ahora sí, y sin solución de continuidad, Nervión se erige en juez y cada partido de este trío de encuentros en el Sánchez-Pizjuán será como una vista oral previa a la sentencia de un caso que arrastra demasiados capítulos desde la temporada pasada.

La única solución para darle rienda suelta al optimismo es ganar, una vez, y otra, y otra... Al menos, Lopetegui cuenta con un vestuario que en público le muestra todo su apoyo y además llegará con la cabeza limpia. Nervión prepara su garganta para alentar o para sentenciar. Ambas cosas las hace como nadie.

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