Girona - Sevilla: Montilivi, insospechada cima del fútbol moderno
El equipo de Quique busca sacudirse la piel de cordero que acude al sacrificio, tras su golpe copero, en su visita al grato y sorprendente Girona de Míchel
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Hace dos inviernos, el Sevilla cayó en su propia trampa de intentar pelearle el título al Real Madrid. Fue el inicio de una deriva que lo ha llevado a la situación actual, con José María del Nido solicitando otra Junta Extraordinaria que sería la cuarta asamblea de accionistas en el último año y pico. Ya con su primogénito en el sillón presidencial, el equipo anda intentando restañar sus heridas y en ese sentido el golpe dado en la Copa del Rey le puede venir bien para intentar afrontar otra hazaña aún más difícil. El Girona defiende el liderato, asido con su sufrido empate en Almería aprovechando a medias el parón del Real Madrid por la Supercopa de España. Y lo hace habiendo perdido sólo un partido de Liga esta temporada, justo ante los de Ancelotti el 30 de septiembre (0-3).
Aquello pareció el principio del fin de la rebeldía del equipo de Míchel. Pero sólo lo pareció. La victoria en Monjtuïc frente al Barcelona (2-4) el pasado 10 de diciembre terminó de encumbrar al David catalán, que está echándoles un pulso a los Goliat del fútbol español en una extraña revelación del fútbol moderno que se nutre de varios factores. Entre éstos está el hecho de que el equipo gerundés pertenezca al City Football Group a través de Pere Guardiola. Ser parte de este grupo de multipropiedad le permite hacerse con futbolistas inasequibles para el Sevilla, como el muy talentoso Savio, que ya le formó un lío al equipo de Mendilibar con su victoria en el inicio de Liga. Aquello fue la punta del iceberg, la primera manifestación de lo que estaba por venir.
Pero no sólo se trata de esa ventaja que ya denunciara Orta como un factor clave en el fútbol moderno contra el que deben luchar los clubes que siguen el patrón clásico de pertenecer a grupos accionariales familiares y autóctonos, una realidad que se ha vuelto en contra en Nervión por la guerra interna en la familia Del Nido, la clave del desaguisado actual.
El fútbol moderno del Girona, su epifanía como inesperado rebelde, también tiene que ver con la continuidad de un entrenador de perfil secundario que se está encumbrando en la Liga después de varias aventuras y hazañas de segundo nivel, como sus anteriores ascensos, como el del Rayo Vallecano, con cuyas riendas se hizo en 2017, el mismo año en el que el Girona ingresó como nodriza del Manchester City. Sus vidas son paralelas.
Y hoy el Sevilla está llamado a luchar contra su deriva, en contraste abismal con su rival, pues afrontará el partido con el cuarto entrenador en el último año frente al técnico que lleva año y medio ensalzando al Girona. Ahí hay otro factor clave: la autoexigencia del club de Nervión lo ha llevado a una autodestrucción constante por no saber medir su techo ni saber gestionar la ganancia de haberse visto, aún lo está, en lo alto del ránking de mejores coeficientes de la UEFA tras su último triunfo en la Europa League, el séptimo, y la cuarta clasificación consecutiva para la Champions.
El Girona, enfrente, ha aparecido como de la nada como una iluminación grata y sorprendente, con un fútbol que encandila y dispuesto a hacer saltar los cimientos de la Liga. Si el Sevilla no lo impide sacando al menos un punto que sería oro en su actual situación -la derrota del Cádiz lo mantendrá fuera del descenso haga lo que haga-, el Girona superará su tope de 51 puntos en Primera -con 17 jornadas por delante-, los que logró con Pablo Machín en la Liga 17-18. Y lo haría en el estadio más pequeño de Primera División, en otra muestra de que el peso de las aficiones y la historia es muy relativo.
La realidad es que el equipo de Quique, sin Soumaré, con la duda de Jesús Navas y tras el doblete de Isaac en Getafe, lleva tres partidos consecutivos de Liga perdiendo y hoy visita al fuerte líder en Montilivi. La Copa, ese incentivo, queda más que aparcada.
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