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La versión B gana crédito con puntos

Liga Santander · Girona-Sevilla

El Sevilla suma su tercer triunfo consecutivo en la Liga al imponerse al Girona con un gol de Muriel

El cuadro local desaprovecha en el último minuto el regalo de un penalti increíble

Berizzo introdujo ocho cambios

Muriel celebra su tanto en Montilivi. / EFE
Francisco José Ortega

17 de septiembre 2017 - 18:13

Diez puntos de 12, tres triunfos y un empate, en el arranque liguero del Sevilla de Eduardo Berizzo y encima dos partidos litigados con una versión B sobre el terreno de juego, aunque tampoco quede muy claro si Muriel, por ejemplo, pertenece a esa parte de la plantilla o debería estar incluido entre los titularísimos por el hecho de haberle costado al Sevilla 21 millones de euros. Sea de una forma o de otra, el resultado en el estadio de Montilivi indicó un cero a uno favorable a los visitantes y eso, cuando lean este relato de los hechos, será lo único que no admitirá ningún tipo de discusión. El cuadro de Berizzo salió con el triunfo en su talega y ni siquiera el error mayúsculo de De Burgos Bengoechea al decretar un penalti onírico sobre la hora pudo impedir que así fuera.

Es el primer balance de lo acontecido en el estreno del Sevilla en Primera División en pleno corazón del independentismo catalán, en una Gerona que está entusiasmada con el equipo que lo representa en la máxima categoría del balompié español. Pero ésas son cuestiones que poco tienen que ver con lo que se relata en esta crónica, que no es otra cosa que el porqué de que este equipo de Berizzo no pare de ganar en un arranque liguero que comenzó con aquel empate frente al Espanyol. Pero el técnico ha sabido ser fiel a su filosofía futbolística, una mezcla entre el pragmatismo y el firme deseo de salir tocando desde atrás, aunque, hasta ahora, sea todo mucho más eficaz que otra cosa en el desarrollo del juego.

Así sucedió también en Gerona, donde Berizzo apostó por una rotación masiva, tal y como hiciera contra el Espanyol en el choque que llegara emparedado entre los dos contra el Basaksehir turco. En Montilivi fueron ocho los peones que cambiaron respecto a la alineación inicial del pasado miércoles contra el Liverpool. Sólo Sergio Rico, Banega y N’Zonzi fueron los insustituibles para su entrenador, con toda la razón para él por cierto.

La pizarra / Raquel Feria

El Sevilla, con semejantes mimbres sobre el césped, estaba fresco en el aspecto físico, de eso no cabía ni la menor duda, pero otra cosa es el nivel futbolístico de algunos de los hombres a los que apeló Berizzo, sobre todo si se tiene en cuenta que Franco Vázquez, como se comprobó con posterioridad y por citar un caso concreto, tampoco debe estar fatigado y pide a gritos ya una mayor presencia en las alineaciones. En lo referente al planteamiento todo seguía exactamente igual. Con cuatro zagueros atrás y N’Zonzi como ancla en el centro del campo, las tareas de construcción le correspondían a Banega y Ganso mientras que Montoya y Sarabia eran los encargados de apoyar desde las bandas a Muriel.

Se trataba de un planteamiento coherente, un dibujo en el que muchos se ilusionaban con el poder creativo de Banega y de Ganso, aunque el brasileño, una vez más, se encargaría de torpedear esas expectativas con su eterno correr sin esprintar jamás. Si a él se le suma la escasa aportación de Montoya, saldada únicamente con un buen pase a Muriel en el primero de los goles que pudo marcar el colombiano, pues el agujero de los sevillistas en el centro del campo era más que evidente. Tal vez por ello el equipo forastero jamás tuvo el control en el primer periodo.

Es verdad que tampoco sufrió de manera excesiva atrás más allá de la infinidad de centros, tanto con el balón en movimiento como con la pelota parada, protagonizados por Granells y compañía. Casi todas las pelotas murieron en las manos de Sergio Rico sin mayor motivo para la anotación en la libreta del cronista. El Sevilla tampoco aportó mucho más en ataque, sólo un balón de Sarabia a Muriel al que llegó antes Juanpe.

Todo iba a variar con el arranque del segundo periodo. El Girona, curiosamente, partió con una marcha más y hasta rozó el primer gol en un córner que sí fue rematado por Juanpe, pero su disparo se fue fuera por muy poco. Incluso un error de Montoya, otro más, pudo expulsar a N’Zonzi en la falta del francés para cortar la contra del Girona. Pero en esa fase el Sevilla ya demostró que había salido del vestuario con la intención de dar un golpe de mano, su peso en el juego era cada vez más mayor por mucho que sus acercamientos se limitaran a sendas faltas desde fuera del área lanzadas por Muriel y Banega, que llegaron a asustar a Iraizoz.

Ahí, en esos momentos, llega la decisión de Berizzo que finalmente le dará los tres puntos a los suyos. Mudo Vázquez, por fin, debuta oficialmente en la presente temporada y toma el puesto de Ganso para que el número de futbolistas entre ambos equipos se vaya equilibrando. Y va a tardar el argentino apenas seis minutos en poner de gol a Muriel en un excelente pase profundo para que el colombiano enseñe su velocidad ante el defensor. Esta vez el tiro del fichaje más caro de la historia de la entidad nervionense se cuela dentro, con la colaboración de Iraizoz, todo sea dicho.

Pero lo que vale es lo que vale y el gol sube al marcador para dar paso a una fase mucho más loca, con menos control. El Girona, lógico, tira para delante y Sarabia no aprovecha la que tiene para sentenciar. Lenglet salvaría un gol cantado de Pere Pons, el árbitro se inventaría un penalti cercano a la prevaricación para que Granells le pegara al travesaño y Muriel debió meter el segundo.

Simples movimientos del juego, pero lo único que importó es que en el acta quedó reflejado otro triunfo del Sevilla de Berizzo, el tercero consecutivo de un equipo con diez puntos ya y encima con la versión B en el campo. No está mal tener a todos metidos, sobre todo si el marcador es favorable en campos de rivales con un menor nivel como este Girona, así que sólo cabe bendecir las decisiones del entrenador argentino. Es cuestión de seguir así y de ir dando ya con un once más reconocible, aunque siempre que gane...

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