La aldaba
Carlos Navarro Antolín
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Sevilla FC
No es un fichaje italiano, pero su entrada en el vestuario del Sevilla puede significar un refuerzo determinante con el que seguramente va a ser más fácil que salga de donde está. Franqueza es la condición con la que llega José Luis Mendilibar, que demostró en sus primeras palabras como nuevo entrenador en sustitución de Jorge Sampaoli que va con la verdad por delante y la claridad por bandera.
Y esa franqueza le sirve al de Zaldívar para poner a cada uno en su sitio. El veterano técnico vasco –62 años recién cumplidos pero bastantes tiros dados en los banquillos– es listo y su raciocinio va tan rápido como su fútbol al área rival. El Sevilla no quería hipotecarse con un segundo año de contrato al no tener nada claro que sea el perfil que busca para su proyecto de futuro y Mendilibar también quiere ir con pies de plomo. Lo dijo con elegancia supina. “Vamos a conocernos primero. Vamos a ver cómo terminamos. Podemos terminar con buenos resultados pero por lo que sea no congeniamos, ¿para qué vamos a seguir? Si nos llevamos bien y estamos contentos va a ser fácil llegar a un acuerdo para seguir”, decía con gran sentido. Y las dudas, de haberlas, por qué no decirlo, son recíprocas. En el mundillo de los entrenadores sonó chirriante la forma en la que salió Lopetegui. Ambos son compañeros, entrenadores españoles, los dos vascos... “Tenemos que ver de qué pie cojeamos cada uno. Yo con mi idea y el club con la suya. Puedo venir con una idea pero mi idea puede no ser aceptada”, añadía Mendilibar, que también conoce la latente posible interinidad de los actuales gestores. Franqueza.
Y es ésta una virtud que su antecesor no demostró tener. Más pendiente de su lucimiento a veces, irresistible para él presentarse en escenarios como el del City o ahora Old Trafford –“Son oportunidades que te da el fútbol y hay que aprovechar”, dijo–, la sencillez con la que se mostró el ex técnico de Eibar o Alavés en su presentación da un poco la idea de que puede encajar en la filosofía del club, al menos en la humana y en lo que pide la afición y ya se verá si en la futbolística que tiene Monchi en la cabeza.
El vasco, además, sabía que había algún periodista que le iba a recordar algo así como que nunca ha entrenado a un grande. Lo matizó (sí se puede contabilizar su paso por el Athletic, aunque la aventura no salió bien) y con elegancia puso sus credenciales sobre la mesa. “Llevo más de 400 partidos en Primera. No me han regalado nada. He estado en algún equipo con objetivos más altos y en otros que estaban en otra situación. Pero me han buscado a mí, no a otro entrenador. Pienso que vamos a sacar esto adelante. Vengo a sacar la vena buena de los futbolistas, primero a subirles la autoesima y luego a hacerles vez que hay que correr, darlo todo, ser compañeros...”, precisó el nuevo entrenador nervionense, que recordaba por su indumentaria –polo y chaqueta encima– a un ilustre en la historia del club, también más del norte que sureño: Rosendo Cabezas.
Mendilibar, con su aura de austeridad y pragmatismo, es un filósofo del día a día y a los sabios es difícil engañarlos. Infinitamente más transparente que Sampaoli, expresó la ilusión que le hace aceptar un proyecto que para él puede ser muy interesante. Va a debutar en competición europea y se siente un privilegiado por ser elegido por un club como el Sevilla, dejando claro en varias ocasiones que lo han llamado a él y no a otro. “No sé cuántos entrenadores hay deseosos de entrenar y más si te llama el Sevilla. No creo que haya tantos que digan que no”.
¿Y el fútbol del norte? “Es igual en todos lados, lo que cambia es el frío”.
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