La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
Sevilla FC
Una de las cantinelas en la planificación del Sevilla en los últimos años ha sido la necesidad, ya desde la eclosión de su primera temporada, de buscarle un relevo de garantías a Fernando Reges. El mediocampista brasileño se ha convertido en cuatro temporadas en santo y seña del Sevilla de las dos últimas UEFA Europa Leagues, del Sevilla de las cuatro clasificaciones consecutivas para la Champions. Sin embargo, él mismo ya ha dejado caer en público que esta quinta campaña será su última temporada en el Sevilla.
No sólo eso, sino que ha dado muestras de que está iniciando el previsible declive para un futbolista de su edad: el pasado 26 de julio cumplió 36 años y no cumplirá 37 en el Sevilla. Su última comparecencia coincidió con el feo episodio de su protesta pública y de la negativa a darle la mano a José Luis Mendilibar en su sustitución por Rakitic. Se equivocó el jugador y se equivocó el técnico. Pero lo que estaba claro es que Fernando era uno de los que estaba siendo superados por el partido. El síntoma fue clarísimo. Sin embargo, el relevo no termina de producirse, por mucho que Víctor Orta se propusiese cuando llegó por Monchi, precisamente, cambiarle la faz al eje del equipo.
El primer fichaje de peso de Orta fue Djibril Sow: el comité de dirección dio el plácet al desembolso de 10 millones de euros por el internacional suizo. Pero ya ha quedado claro que su perfil es de interior, no de mediocampista de posición. Para este puesto, Orta solicitó paciencia a los consejeros delegados y al propio candidato elegido, Boubakary Soumaré, que llegó como cedido con opción de compra, ésta por una cifra similar a la de Sow, el último día de mercado, es decir, el pasado 1 de septiembre.
Esa tardanza en llegar, unida a la personalidad tímida y algo retraída del jugador, ha retrasado su adaptación al equipo, pese a que tuvo un parón, el de septiembre, para hacerse a su nuevo entorno. Fue por entonces cuando Mendilibar soltó una de esas perlas que empezaron a horadar su credibilidad, una de esas frases que en las fases triunfales sí eran aplaudidas por su directa y socarrona sencillez: "Soumaré no me entiende".
El vizcaíno se lio con el asunto del traductor, aunque en otra comparecencia aclararía lo que quería decir, que Sergio Ramos, que llegó incluso después que Soumaré, sí jugó nada más aterrizar porque no necesita adaptación ninguna ni por cultura, ni por idioma, ni por conocimiento del club y la Liga.
Al margen de esto, lo cierto es que Soumaré ha tenido apenas tres ratos y estamos ya en el segundo parón del campeonato. Jugó cerca de media hora en el triunfo holgado sobre el Almería tras su debut testimonial –salió en el minuto 85– ante Las Palmas. Y también jugó cerca de media hora ante el Lens. Y se acabó. Ahora, con Diego Alonso, puede variar su protagonismo, o debería, a tenor de la enorme confianza que depositó en él Víctor Orta cuando esperó hasta el final para traerlo al Sevilla cedido del Leicester City.
El Sevilla ya no puede ser el de Fernando, pese a que en las etapas en las que no estuvo el formidable mediocampista brasileño lo notó muchísimo el equipo. Le vino estupendamente, por ejemplo, que su primera lesión muscular en Nervión, justo antes del derbi y del Sevilla-Roma de Europa League, coincidiera con el confinamiento y la suspensión del fútbol por el Covid. Pero cuando volvió a lesionarse, ahora en el tobillo, en enero de 2022, el equipo se le cayó a Lopetegui, sin paliativo posible. Esa dependencia debe acabar, pese a que siga siendo un pilar táctico del equipo... pero para que le sean seleccionadas sus participaciones.
El nuevo técnico uruguayo debe ponderar todo esto, igual que muchos otros aspectos en su nuevo equipo, como el rol de Sergio Ramos, el esfuerzo de los internacionales, el reparto de protagonismo de los delanteros... Su primer once es una incógnita y sólo se puede adelantar que seis internacionales llegarán entre hoy y mañana... Poca pista es.
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