La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El rey brilla al defender lo obvio
UEFA Europa League
Una liberación, una ilusión y un sueño. Vitamina para las piernas cargadas, oxígeno puro para los pulmones agotados, alivio para las lesiones… El Sevilla regresó de Estambul en una nube. De un plumazo, se han disipado muchas dudas. O algunas, vamos a dejarlo en algunas.
Nadie se acuerda ya del sufrimiento ante el Almería, del propio sufrimiento en el infierno turco, el temible Sükrü Saracoglu. Pero los jugadores del Fenerbahçe no estuvieron a la altura del escenario. Los del Sevilla sí.
Ahora, entre los ocho mejores equipos de la competición, el proyecto de Monchi y ahora de Sampaoli adquiere otra dimensión. Puede pasar cualquier cosa cuando Europa llama al Sevilla y el que una vez entró en ese vestuario bien que lo sabe. Con la amenaza del descenso casi desde que empezó a rodar el balón en la Liga, la sensación de hoy para todos los sevillistas es que el infierno puede esperar.
En las entrañas del propio averno turco, la clasificación se celebró con rabia, como hacía tiempo que no se celebraba un triunfo -que no lo fue, sino una derrota-. Los gritos, los abrazos, los gestos de complicidad… eran de otra manera tras el partido ante los de Jorge Jesús, quien mantiene su maleficio contra el Sevilla. Ya tiene el portugués dos días negros que recordar ante los sevillistas, la noche de la final de Turín y la de este jueves a punto de despuntar la primavera.
Pero la estación de las flores no es lo mismo en Sevilla que en Estambul. ¿Dónde va a parar? En Nervión, con todas las fatiguitas que hay pasadas y las que quedan que pasar, hay una ilusión. Y la magia en estos casos puede aparecer en cualquier momento.
Europa llama al Sevilla. Cuidado.
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