Escuche y siga
El modelo de Sampaoli precisa un reseteo en concepto, filosofía y liderazgo tras la caída en Leicester.
Sevilla/No, mire usted, esto no funciona así a este lado del mundo. Pero no se apure y sea fuerte. Lo que antes eran elogios desmedidos ahora habrá comprobado que se tornan lanzas que, curiosamente, vienen del mismo lado. Eso que usted lleva tatuado y que no sé si es parte de una letra de un tema de rock argentino u otra cosa es muy antiguo aquí. En años y años de historia del fútbol en Sevilla ningún entrenador confesó leer periódicos y escuchar programas de radio, pero ninguno estaba en el limbo. Todos sabían hasta el dedillo lo que se publicaba y lo que se decía en cada rincón de la ciudad.
Sepa, ahora que está fresco el tremendo coscorrón que se ha pegado su equipo en Leicester, que lo que no se arregla pasando de página, se soluciona cambiando de libro. Ahora, precisamente ahora, es cuando hay que escuchar y seguir. Sobre todo seguir, pero también escuchar, porque a lo mejor ése ha sido el problema, o uno de los problemas, que el exceso de euforia y de elogios de toda esa gente que siempre se apunta a remar a favor de corriente no le ha permitido escuchar. Pero no sólo escuchar las críticas, que también, sino escuchar e interpretar las señales que le estaba mandando su equipo y que -a lo mejor puedo estar equivocado- parece que usted y su cuerpo técnico se negaban a ver.
Engánchese de nuevo
No. Usted no puede salir por televisión con cara de muerto y, mucho menos, decir que quiere "meterse en la cama" porque se le fue un sueño. Su equipo y el sevillismo exigen una ilusión nueva y su sueño no puede quedar aparcado aquí porque su sueño es el del Sevilla y usted es su entrenador, un líder que debe contagiar entusiasmo, que debe convencer con su mensaje al futbolista de que su techo está más alto de lo que él ni se puede imaginar cuando se ata las botas o se ajusta las espinilleras.
El sueño está en la Liga, única competición a la que está vinculado ya el Sevilla utilizando sus expresiones favoritas, un torneo en el que usted va camino de destrozar cualquier récord histórico de puntos -¡57!-, en el que hace dos semanas el aficionado que se sienta en las gradas del Sánchez-Pizjuán pensaba que podía dar guerra hasta el final a los grandes y, por qué no, ganar incluso el título.
Sólo por eso merece seguir, señor Sampaoli, pero también escuchar. Que siempre se aprende.
Las señales
No caiga en ese defecto tan de sevillanito que aquí conocemos como ombliguismo. Abran usted y los miembros de su cuerpo técnico sus mentes. Escuchen a otros profesionales, estudien e interpreten datos, cambien el paso de la periodización táctica, sepan leer entre líneas (en este caso entre números) y detecten cuándo los rivales, definitivamente, le han cogido la matrícula.
Llévense noches sin dormir comparando registros numéricos de los miles que les dan programas que maneja todo el mundo en el fútbol profesional (y no tan profesional) como Opta, el Media Coach obligado por la Liga o los que ustedes elaboren manualmente (porque todos los equipos lo hacen) de sus propios análisis, observaciones, estudios y mapas de calor.
Extraigan tendencias y conclusiones del número de pérdidas que su equipo ha experimentado desde la visita de la Juventus hacia acá en la zona de influencia de N'Zonzi, de por qué todos los rivales le aprietan ahí y le obligan a empezar de nuevo desde Sergio Rico. Interpreten por qué el porcentaje de salida en ataque directo se ha incrementado alarmantemente desde entonces.
Saquen conclusiones certeras de por qué, aunque defienda eso que llama "protagonizar" con el balón, la mayoría de los partidos los han decidido acciones a balón parado y situaciones de transición. Estudien en qué zonas del campo puede repartirse ese mayor porcentaje de posesión que su equipo generalmente tiene en cada partido. Establezcan qué tipo de ataque predomina en su modelo final, si por conducciones lineales o por combinación e intercambio de espacios. Miren si la respuesta a la creatividad que creen que han perdido sus futbolistas más avanzados están en los GPS, si se mueven en un desmarque, un arrastre o una pared o, por el contrario, esperan el balón al pie.
Vean y vean repetidos los goles que encajan, miren si hay una tendencia significativa de remates por mala ocupación de espacios en zona de rechaces, estudien cómo se han ejecutado situaciones de contraataque y si sería necesario trabajarlas durante la semana por mucho que no case con lo que creen que es su modelo de juego.
Potencie fortalezas
Vuelva a convencer a su equipo, pero sobre todo, vuelva a convencer a su gente. No pida a los biris que animen, sino que utilice los mecanismos necesarios para que sea el equipo el que vuelva de nuevo a enganchar. Genere e inculque los automatismos necesarios, con los que en alguna ocasión se metió a la España futbolística en el bolsillo. Sin perder el equilibrio atrás, siga potenciando esa superioridad numérica alrededor del balón con el que ningún rival puede competir, vuelva a creer en sus futbolistas, recupere a algunos que fueron clave como el Mudo, enganche a otros... Pero no pare, siga... y nunca, nunca, deje de escuchar.
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