Epítome de toda la temporada
Real Madrid-Sevilla | el otro partido
El Sevilla, en otro error de neófito como en el Calderón, empezó a perder un partido que entregó por su candidez... y ante los cambios que hizo Zidane
El Sevilla logró con una jornada de antelación la mejor clasificación liguera de las últimas siete temporadas. Es cuarto, aunque queda algo opacado por los cuatro goles que encajó en el Santiago Bernabéu. La sensación es agridulce. Y no tanto por la esperable derrota ante un Real Madrid que despedía una gran temporada en su estadio sino por cómo se produjo esta derrota que vino a ser como el preciso epítome de toda la temporada.
El compendio, el resumen que el Sevilla exhibió en un coliseo tan magno, fue casi perfecto. Sólo le faltó fallar algún penalti. El Sevilla jugó, por fases, bien, gustándose y gustando, y terminó goleado. ¿Por qué? Pues por ese compendio de errores propios y también de cierto infortunio en los momentos clave. Aunque de trasfondo hay males que se han puesto en evidencia en los últimos meses, siendo la distracción del entrenador por su vinculación con la AFA uno de no poco peso. Más importancia objetiva, medible, puede tener no haber trabajado bien las faltas en el aspecto defensivo. Como en el Vicente Calderón, el Sevilla encajó el 1-0 por una falta no defendida. Por un error de neófito, al no tapar la pelota en un golpe franco que Nacho, muy poco elegante, lanzó a puerta mientras los jugadores del Sevilla se preocupaban más por Marco Asensio en el suelo que por provocar la petición de barrera.
Con un lanzador como Cristiano Ronaldo lo normal era esperar el rito de montar la barrera. No fue así y el 1-0 subió al marcador igual que ocurrió en el Vicente Calderón en aquel cabezazo de Godín, sin marca, con todos los jugadores altos en la barrera cuando el árbitro tenía levantado el brazo: era libre indirecto y lo académico era fijar las marcas de los rematadores.
Esta candidez puede estar relacionada con esa pelea con lo académico del soñador Sampaoli, cuyo idealismo llevó a ilusionar al sevillismo con el fútbol ofensivo y combinativo que volvió a exhibir en el Bernabéu... mientras lo dejó el Madrid. Hasta cinco ocasiones claras tuvo en la primera parte: disparo a la cruceta de Jovetic (20'), parada de Keylor Navas con el pie a Jovetic (21'), mano a mano escorado de Correa, con Jovetic y Vitolo ofreciéndose a rematar (31'), vaselina de Jovetic al larguero (32'), y zurdazo de Jovetic tras pared con Correa y paradón de Keylor Navas (40'). Ése es el resumen de ocasiones del Sevilla en la primera parte. En el marcador lucía un 2-0 doloroso al descanso.
La candidez arriba, consentida por un entrenador que deja en el banquillo a su máximo goleador, un Ben Yedder con mejores promedios que Bacca y Gameiro en su primer año, tuvo fiel reflejo en la candidez abajo. Y así es imposible. Sin laterales -la convocatoria del juvenil Mena es difícilmente explicable-, demasiado hizo el Sevilla ante el Madrid de Zidane, que cuando vio en la segunda parte que el juego del Sevilla tuvo fruto con un golazo de Jovetic sacó a sus mirmidones: con Casemiro y Modric se acabaron las facilidades blancas y ya no fluía el Sevilla. Zidane, con sus rotaciones y sus cambios, ha gestionado perfectamente una gran plantilla. ¿Se puede decir lo mismo de Sampaoli? En el Bernabéu, como casi toda la temporada, el Sevilla amagó más que dio. Y acabó goleado. Pero termina cuarto... todo un logro.
Vuelve a ser cuarto siete años después del gol de Rodri
Con una jornada de antelación, el Sevilla consiguió el objetivo fijado por el club. El empate del Villarreal ante el Deportivo en El Madrigal lo posibilitó pese a la derrota en el Bernabéu, ya que el equipo amarillo debía ganar para recortar la distancia de seis puntos que existía. Así, el equipo de Sampaoli terminará cuarto pase lo que pase el domingo ante Osasuna, y jugará previa de Champions. La última vez fue en 2010, con aquel gol de Rodri en Almería. Entonces cayó eliminado ante el Sporting de Braga.
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