Tribuna Económica
Gumersindo Ruiz
La casita de Jesús
Sevilla FC
Fue una noche con banda sonora, y qué banda sonora. Sonó fortísimo en el Philips Stadium, como si la casa de sonido hubiese prestado bafles de altísimo voltaje y delicadísima ecualización a las vibrantes huestes sevillistas para el acontecimiento. Europa jamás vio tanta alegría, titularon en alguna portada de la prensa deportiva. En los anales del fútbol español quedará para siempre aquel 10 de mayo de 2006. El júbilo se desbordó en tierras protestantes y católicas por igual: el Sevilla se había sacudido el polvo de sus históricos anaqueles y se había coronado en Eindhoven con 15 kilos de plata que alzó Javi Navarro como quien alza un catavino para brindar por la vida y la alegría. El bueno de Paco Leal se interpuso entre la gloriosa imagen y los fotógrafos: todos los protocolos saltaron por los aires.
Qué noche la de aquel día, como el titulo en español de la película que protagonizaron los Beatles en 1964, sobre su desenfadado y roquero tema A hard day's night. Pero no había sido un duro día lo que habían vivido los miles de sevillistas que se arracimaron en la mítica Markt Platz para solazarse en su euforia recíproca y colectiva. Los ingleses se se acercaban como turistas a un zoológico: están locos estos sevillanos.
Saltos, abrazos, cánticos, risas, brindis, reencuentros y lágrimas... de felicididad. Los prolegómenos fueron inolvidables, a los sones de El Arrebato, cuyo himno tarareaba Europa entera casi inconscientemente, dejándose llevar por su pegadizo estribillo... "Y es por eso que hoy vengo a verte...". Hasta que llegó el pitido inicial y la genialidad de Daniel y Luis Fabiano, y el paradón de Palop a Viduka, y las acometidas de Hasselbaink, de Rochemback, de Boateng, aquella arriesgada carga de Javi Navarro en el área, el disparo de Viduka lamiendo el poste en el minuto 75...
En el minuto 77 el sevillismo, entre cánticos, intentaba contener los pulsos desbocados. Hubo muchísima emoción incontenida, hasta la explosión del minuto 78. Saque de banda que afila Renato con un simple toque, la apertura de Maresca a Jesús Navas, el centro del Niño, el primer remate de Kanouté y el gol de Maresca ante el impotente Schwarzer, cuya máscara se achicó ante el aluvión que se desató en aquella grada enfebrecida.
Maresca repetiría tras dejada de Kanouté y el propio delantero marcaría el cuarto para empezar a escribir su leyenda de que marcaba en todas las finales. Luego llegó la explosión, y el regreso a Sevilla, y una ciudad volcada y enloquecida. Por Kansas City no dejaban avanzar los vehículos al autobús con los héroes de Eindhoven, que en la Catedral y el Ayuntamiento dedicarían el título a toda la ciudad, a Andalucía y a España.
Así se instaló el Sevilla en la élite. No fue flor de un día. Llegarían en cascada los títulos, hasta diez con el que consiguió hace menos de un año en Colonia el equipo de Lopetegui. Llegarían en cascada los títulos honoríficos, el mejor equipo del mundo según la IFFHS en 2006 y 2007, los triunfos sobre el Barcelona yel Madrid en las Supercopas de Europa y España, sobre el Atlético en la Copa de 2010; sobre los grandes de Europa: el Oporto, el Benfica, los Borussias, de Dortmund y de Mönchengladbach, la Juventus, el Liverpool, el Manchester United, el Inter...
Tanto y tanto subió el Sevilla para quedarse que ya hasta un empate a domicilio con el Real Madrid, jugándose la Liga el equipo de Florentino Pérez, y el de Pepe Castro también, sabe a poco. Ése es el crecimiento sostenido de este Sevilla de la mano de Monchi. No, no fue flor de un día. Que le pregunten si no al primer testigo de aquella epifanía primaveral sevillista. El hermano Schalke 04, testigo directo de la ascensión sevillista, ha bajado a la 2. Bundesliga, entre mensajes de ánimo de hinchas blanquirrojos que miran desde la atalaya de Europa a su alrededor con ganas de seguir haciendo historia.
Tal día como hoy, 10 de mayo, empezó todo, después de una durísima travesía del desierto de 58 años desde el último titulo precedente, la Copa de 1948, y 44 años desde la última final anterior, la perdida ante el Madrid en el Bernabéu en 1962. Y siempre habrá que recordar el prólogo memorable de la noche del jueves de Feria y aquel zurdazo de Puerta. Quince años hace ya de aquello. Tempus fugit. Pero el Sevilla sigue ahí, dando disgustillos como el empate en el feudo de Florentino... No, no fue flor de un día.
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