La ventana
Luis Carlos Peris
La nostalgia nos invadió la memoria
el derbi sevillano
El Sevilla jugó varios derbis a lo largo de los 90 minutos y cada uno de ellos merecería un análisis distinto, porque además, ninguno se pareció a otro. Jugó uno los primeros cinco minutos, justo antes el gol de Bartra; otro desde ese momento hasta el descanso; planteó otro tipo de situaciones después; se encontró con la respuesta del rival... todo mientras el marcador también invitaba a cosas distintas, por el minuto en el que se jugaba y los objetivos que buscaba -y en ese momento cumplía- cada uno de los equipos.
Pero como denominador común, al juego del Sevilla ayer se le podía achacar una falta importante en cuanto a creatividad. Primero en ese repliegue parecido al del día del Madrid con el que salió y después, cuando acudió a presionar más arriba y a recuperar el balón, por la negativa a sumar a un hombre más a la zona de creación, donde Banega se acababa quemando y al final siempre encontraba únicamente a Nolito. N'Zonzi y Roque Mesa jugaron siempre anclados, muy rara vez se soltó el francés y sólo la chispa de Ben Yedder en el área permitió que con su astucia el Sevilla entrara en el partido (por dos veces además) y Caparrós abandonara Heliópolis con una sonrisa.
Extrañó el excesivo repliegue inicial. Decir que la primera línea de presión se situaba en el centro del campo era hasta benévolo, porque a veces incluso por detrás de ella ni Sandro ni Banega atosigaban la salida del Betis, que encontró en la banda de Durmisi y Mercado un pasillo por el que pronto descubrió un tesoro, la falta que sacó Joaquín y el gol.
A partir de ese momento, cambió el plan, el equipo dio cuatro pasos adelante y empezó a poner en aprietos la salida de balón del rival. El Sevilla robaba con facilidad y el Betis estaba incómodo. Otra cosa es que el equipo no aprovechara bien esta situación.
En la segunda parte, también, pese a mantener siempre el doble pivote, sufrió transiciones ataque-defensa complicadas en las que el Betis hizo daño, a veces con contraataques en combinativo o en conducción y a veces en cambios de orientación, como en el gol de Loren. Hubo varias deficiencias en el repliegue.
Banega se quedó solo, sin líneas de pase casi siempre y ahí tuvo problemas el Sevilla. Sin Franco Vázquez cerca y sin que N'Zonzi se le ofreciera, al final el argentino sólo encontraba a Nolito, que lo intentaba e insistía sin suerte, pero con orgullo y tesón. Al final, encontró a Ben Yedder en el 1-1.
En cuanto a la salida del balón, hubo menos en juego directo (7 en total), pero sí más semidirecto, por decirlo de alguna manera, situaciones de golpeos de media distancia en zona de creación (ya superada la de inicio), en concreto, 12. Ello se produjo por la falta de opciones, que a veces llevó a jugadores en estático, como en la era Berizzo. Pero esos pelotazos a veces dan sus frutos. Uno de N'Zonzi, el único, acabó en el córner que peleó Sandro y fue el 1-2.
El efecto Ben Yedder.
Falta de organización, creatividad, ofensiva. Faltó sumar a un hombre que uniera con Banega.
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