Diego Alonso, la plantilla del Sevilla y el suflé de la intensidad
Sevilla FC
El uruguayo, una de cuyas premisas es acoplarse al tipo de jugadores que tenga, afronta el reto de que no se le desinfle la idea de juego de presión alta como les pasó a sus antecesores
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Diego Alonso afronta un altísimo reto en el Sevilla, en su primera aventura como entrenador en Europa a sus 48 años. De momento, el entrenador uruguayo tiene que hacerse al ritmo, la intensidad, las premisas tácticas de una cultura futbolística que siempre ha ido por delante de la americana, por mucho talento que haya importado el Viejo Continente del Nuevo Mundo. Cuenta con la ventaja el charrúa, eso sí, de su conocimiento de la Liga, como jugador. De los estadios, del distinto carácter de los equipos... Y de su estancia en Madrid, donde ha realizado cursos específicos para ampliar su conocimiento como entrenador bajo el auspicio de la Federación Española, a la que se mostró muy agradecido en sus primeras palabras como sevillista.
Las distancias que hay entre la Concacaf, la Conmebol y la Major Soccer League y la UEFA en cuanto a aspectos táctico-técnicos de entrenadores y futbolistas son obvias. No es lo mismo la Liga de Campeones de la Concacaf, que ganó Diego Alonso con dos equipos mexicanos, el Pachuca donde ahora milita Idrissi en 2017 y el Rayados de Monterrey de Tecatito en 2019, que la Champions, por supuesto. Está lejísimos no ya de la Liga de Campeones, sino de la Europa League de la que el Sevilla es heptacampeón. Pero más allá de esto, quizá el mayor reto que tenga el técnico uruguayo sea adaptar su ideario a la plantilla que tiene.
La sugerente imagen de los primeros entrenamientos
A diferencia de sus predecesores, Diego Alonso ha dejado ver bastante de sus entrenamientos en los primeros días. O ha acortado la fase de calentamiento para que la prensa presente pueda tomar nota de la fase táctica. Y ahí destaca la intensidad que quiere imponer en cada ejercicio, en los rondos móviles en espacio reducido con intercambio de jugadores a la presión, una presión que quiere trasladar al campo con volumen de piezas y adelantamiento de líneas, con robo tras la pérdida... Algo parecido, con la diferencia lógica de matices, a lo que ya intentaba José Luis Mendilibar, lo que intentó Jorge Sampaoli -en su primera etapa, en la segunda no tanto-, o a las premisas de Julen Lopetegui.
La idea de jugar en campo contrario, de hostigar la salida del balón del contrincante, de acelerar en el robo tras la pérdida de la posesión no es nueva en el fútbol europeo ni en el Sevilla, ni mucho menos, claro. Y es una de las premisas que quiere conservar Diego Alonso de la herencia que tiene, que también prometió respetar para "no arrasar con todo". Otra cosa es que ese suflé de la intensidad no se desinfle como se desinfló en anteriores ocasiones por la falta de vigor de una plantilla a la que trató de rejuvenecer y de dotar de fuerza física Víctor Orta este verano: Soumaré, casi inédito, Sow, Lukébakio...
La idea de conservar la presión alta
"¡Quiero pique, quiero pique!", exhortaba a sus jugadores Diego Alonso en el último entrenamiento del equipo antes del descanso del fin de semana, ante los periodistas que daban testimonio de la sesión. El uruguayo quiere intensidad y tiene intensidad dirigiendo las sesiones, está muy encima de todo, como cuando pedía a sus jugadores que cogieran resuello entre carrera y carrera para presionar. Y tiene claro que esa premisa sí es una herencia positiva de Mendilibar. "Había cosas que me gustan, es un equipo que presionaba alto y presionaba muy bien. La personalidad del equipo era un rasgo típico del míster", dijo en su presentación, en la que tuvo palabras cariñosas para su antecesor en el caliente banquillo sevillista.
El uruguayo ha llegado con brío. Pero luego está la realidad de la plantilla. A Lopetegui, por ejemplo, empezó a caérsele el equipo en enero de 2022, tras la lesión de tobillo de Fernando, que se perdió prácticamente la segunda vuelta. Ya faltaba el sostén táctico para que tuviera continuidad esa presión adelantada sin que se rompiera el equipo por el eje, y terminó de hundirse con los traspasos de Diego Carlos y Koundé. Mendilibar se encontró también con parecidos problemas por la inadaptación del recién llegado Soumaré y el estado de forma del brasileño, protagonista pasivo de su destitución por el asunto de su relevo en la primera mitad ante el Rayo Vallecano.
La elevada edad media de muchos jugadores llamados a jugar en el campo contrario -Suso, Lamela, Rakitic, etc.- seguirá siendo un inconveniente. Aunque Diego Alonso, según prometió en su presentación, no se obsesiona con el ideario y quiere adaptar éste a la materia prima de la que conste: "Hay jugadores de diferentes características en la misma posición y eso nos da posibilidades de poder usar diferentes estilos", dijo. El reto es elevado. Que no sea un suflé efímero.
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