Diego Alonso, ante la herencia envenenada de la inquietud
El uruguayo afronta un espinoso calendario, Celta, Arsenal y Betis, tras la muy asequible primera ronda copera en Quintanar, y debe verse su capacidad de gestión ante posibles traspiés
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La procesión va por dentro, por mucho que desde la cúpula del club quiera transmitirse una imagen de tranquilidad y confianza tras el golpe de timón dado en el último parón liguero con la elección de Diego Alonso. El uruguayo ha aterrizado en Sevilla justo cuando el calendario se mostraba más empinado y el empate en Cádiz no ha ayudado a que las aguas terminen de encauzarse. Todo lo contrario.
Entre la prensa, la afición y hasta el entorno del club ya hay quien mira con cierto pesimismo por lo que puede pasar de aquí al próximo parón. Y ya se sabe que las largas interrupciones ligueras se hacen larguísimas y hasta peligrosas si los resultados no llegan.
Celta y Arsenal a domicilio, y Betis en casa es lo que tendrá que afrontar el Sevilla de Alonso antes del parón de noviembre. Y el uruguayo apenas tiene tiempo de parar y templar los ánimos, aunque esta semana sí le da un receso con la primera ronda de la Copa del Rey, un alivio en medio de la apretura del calendario dada la abismal diferencia con un rival de Preferente.
Al contrario, la cita en la pequeña localidad toledana debe servirle al entrenador sevillista para darles cancha a aquellos futbolistas que necesitan reivindicarse, dado que en tres partidos ha usado el mismo once base. En Cádiz sólo hizo tres cambios en la alineación respecto a la de los partidos con Real Madrid y Arsenal, en los que calcó el equipo inicial.
Ese extraño runrún que acompaña al Sevilla viene de lejos y es como una herencia envenenada que debe arrostrar el charrúa, la constante incertidumbre y el cuestionamiento de absolutamente todo en cuanto no se reiteran las victorias. Y esto no se ha dado casi en dos años, con lo que el runrún constante es el hilo musical que acompaña a los profesionales sevillistas, en paralelo a la situación institucional y la guerra accionarial, un trasfondo que también tiene muchísimo que ver con ese ambiente de descontento y crítica constante por lo que significa de bélica oposición de los partidarios del postulante José María del Nido.
Desde que a Julen Lopetegui se le cayera el equipo en enero de 2022 -coincidiendo con varios factores como la lesión de Fernando o la disputa de la Copa de África de Bono y En-Nesyri-, el Sevilla no ha logrado decantar hacia lo positivo la balanza de victorias y derrotas. En concreto, y según desveló el estadístico Pedro Martín (@pedritonumeros) antes del encuentro en Cádiz, el Sevilla acumula el mismo número de triunfos que de derrotas desde el derbi de Copa del Rey que perdió ante el Betis.
En los 94 partidos disputados entre todas las competiciones hasta el sábado, hubo 31 victorias, 33 empates y 31 derrotas. Las tablas frente al conjunto amarillo podrían haber hecho caer el fiel de la balanza hacia los triunfos, pero no fue así... Antes bien, ha vuelto a hacer sonar con fuerza el runrún en vista de lo que tiene ahora por delante el Sevilla... justo antes de otro parón.
Con cuatro entrenadores en ese periodo, los constantes cambios de sistema están mareando a unos futbolistas que no terminan de tomar unos automatismos en los escasos entrenamientos entre partido y partido cuando deben hacerse a otro modelo, a otro discurso, tanto en el césped como en la sala de prensa. Y todo eso también debe tener, obligatoriamente, su reflejo en la ansiedad con la que muchas veces se desenvuelven sobre el césped los profesionales, como si cada partido fuera una final. Como si el título y el júbilo de Budapest hubieran sido hace un siglo.
Balaídos, un escenario tradicionalmente poco propicio para el Sevilla -sólo 11 triunfos por 12 empates y 28 derrotas-, se presenta como el primero de los duros escollos de este triple desafío de Alonso antes del parón. Un escollo que llega además con la carga del atraco que sufrió el Celta, primer equipo en descenso, en Gerona, donde Díaz de Mera le birló un gol postrero que debió ser el 0-1 antes del 1-0. El ambiente será bélico hacia el árbitro. Ahí es donde el optimismo y la capacidad de gestión del uruguayo deben manifestarse en medio del runrún, la envenenada herencia que ha recibido en Nervión.
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