Diego Alonso, ante el contexto accionarial y la presión deportiva
Sevilla FC
El uruguayo, en medio de la nueva tormenta de poder, ha de arrancar ya con un calendario espinoso entre el parón de noviembre y el de Navidad
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Y entretanto, Diego Alonso intentando levantar a un equipo que se mantiene al filo de la navaja. El empate pírrico del derbi, pírrico en el sentido de que el alivio del punto salvado no esconde que la tropa nervionense pudo ser vapuleada y sigue cogida con alfileres, pudo ser una llave para que de una vez el Sevilla coja confianza y arranque con victorias. ¿Servirá como espita para la esperanza ese empate en el partido de rivalidad? Después del parón de noviembre se verá, aunque la realidad es que este equipo no gana desde el 26 de septiembre, ante el colista Almería, y ahora afronta un calendario espinoso en medio de la recrudecida tormenta accionarial.
Desde este domingo en Anoeta, nada menos, a Navidad, cuando el Sevilla descansará semana y media ya que será el último equipo en parar junto al Atlético por el partido aplazado que se disputará el sábado 23 de diciembre, los nervionenses están obligados a trasladar el discurso bien hilado de Diego Alonso al césped. El uruguayo se hace entender con un verbo fluido e inteligible, pero su fútbol aún se hace difícil de entender y la pregunta sigue en el aire. ¿A qué juega el Sevilla?
En vísperas del derbi, el uruguayo dejó una puerta abierta a la incertidumbre con su desiderátum de ganar “siendo nosotros”. ¿Pero cuándo ha sido alguien el Sevilla de Diego Alonso?, se pregunta el sevillista de a pie, quien mientras mira el calendario con preocupación se ve de nuevo asaltado por continuas noticias relacionadas con la lucha accionarial y con el enésimo intento de José María del Nido de ocupar el sillón presidencial que, paradójicamente, le correspondería tomar ya por el fallido turno pacífico del pacto de gobernabilidad que rompió en 2020.
Los profesionales se empeñan en negar que el vestuario del Sevilla es impermeable a la lucha accionarial. Pero la nerviosera instalada en el entorno, con voces destempladas que ya han pedido la destitución del uruguayo, como si en cada parón se pudiera cambiar de entrenador como de cromos en el colegio, sí que puede filtrarse poco a poco en las sensaciones que llegan a los dirigentes. Y éstos son los que están día a día en contacto con el equipo y con el técnico uruguayo, quien, además, es un novato en las competiciones europeas, más allá de su experiencia como futbolista en la Liga durante varios años, no muchos a decir verdad.
Diego Alonso tomó el Sevilla en el parón de octubre y ya es cuestionado en el de noviembre. La presunta idoneidad de que un nuevo entrenador puede implantar su idea durante los recesos de selecciones, además, tiene mucho de ficticio. Y el mejor ejemplo es el de la semana que termina, con siete internacionales fuera, y con apenas tres días de entrenamiento, el primero de ellos con el técnico en Madrid para una inoportuna reunión informativa del Comité Técnico de Árbitros con los entrenadores, siendo lógico que el charrúa quisiera conocer y darse a conocer en un ámbito nuevo para él.
Porque hay que recordar que es una apuesta fortísima de Víctor Orta como salida de urgencia para una situación devenida desde tiempo atrás. Una apuesta que habría tenido sentido en un contexto calmo, con una pretemporada por delante, con una planificación bien encauzada y reflexionada y no corregida sobre la marcha, y con una situación institucional asentada y fuerte. Es decir, todo lo contrario que ha vivido el Sevilla desde la marcha de Monchi y la renovación y posterior destitución de Mendilibar.
El calendario, además, ayuda poco. Tras el parón, hay partido cada 72 horas hasta la víspera de Nochebuena. Nueve partidos entre el 26 de noviembre y el 23 de diciembre, menos de un mes, uniendo Liga, Champions, Copa y el aplazado con el Atlético. Tras visitar a la Real Sociedad, el Sevilla debe ganar al PSV para mantenerse vivo en la Champions; luego recibe al Villarreal de Marcelino -el hombre que rechazó la propuesta de regresar a Nervión en este contexto-; visita al Mallorca, al Astorga y al Lens; recibe al Celta y termina el año en Granada y el Metropolitano. Un tour de force para ver la personalidad de Diego Alonso, su capacidad de gestión y motivación en el actual contexto.
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