El reto de Del Nido Carrasco ante un proyecto de cero... credibilidad
Sevilla FC
El presidente del Sevilla, tras la dura contestación del sevillismo, debe soportar la mayor presión de un presidente este siglo antes de una dura reconversión
Sus apuestas técnicas, Víctor Orta y García Pimienta, parten sin crédito alguno entre la afición
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Desde los tiempos de Francisco Escobar y José María González de Caldas entre 1995 y 1997 no había una crispación y un descontento tan grandes en el sevillismo por la deriva deportiva e institucional del Sevilla. Aquello terminó como terminó y no se acabó de arreglar hasta que Sevillistas de Nervión, ya a finales del siglo XX, se hizo con el paquete maldito. Pero Sevillistas de Nervión también es ya historia desde que José María del Nido y José Gómez Miñán abandonaron una nave que ya sólo tripulan Francisco Guijarro, Carolina Alés y José Castro. Y en medio del entuerto está José María del Nido Carrasco, que con cinco meses en el cargo ya vivió en sus carnes el clarísimo plebiscito negativo con el que se expresó la afición sevillista en el cierre de la peor temporada de este siglo.
El primogénito de Del Nido Benavente, que accedió a la presidencia el 1 de enero con la misma edad prácticamente que su padre lo hizo en mayo de 2002, 45 años, trae arrastrado un lastre al que él ha contribuido con su determinación en ciertas decisiones.
El fallido relevo de Mendilibar
A él se debe que regresara Sergio Ramos al Sevilla, y también que Víctor Orta ofreciera a Diego Alonso como relevo de José Luis Mendilibar. Y a él se debe, en consenso con un comité de dirección en el que desde otoño ya no estará José María Cruz, el plan financiero al que el club ha tenido que agarrarse para sobrevivir a tres ejercicios consecutivos con déficit y uno por venir también deficitario después de la eliminación prematura de la Champions en la temporada recién concluida.
Por terminar mal, el Sevilla incluso descendió un puesto en la última jornada cayendo al puesto decimocuarto -el peor de este siglo XXI- al ser adelantado por el Celta, con los mismos 41 puntos -siete menos que la peor puntuación, la de la campaña 22-23-. Los supersticiosos dirán que al menos no terminó en el puesto número 13. Lagarto, lagarto ante los nubarrones negros que se aparecen en el horizonte cercano. Un horizonte al que si ayudan poco los anuncios de una recesión económica feroz, dejando en el 50% o más tanto el presupuesto general como el destinado a la plantilla, menos aún colabora que los apoyos técnicos del nuevo proyecto sean Víctor Orta y..., si no hay giro radical, García Pimienta.
Los tres años que pidió Arrasate
Los sevillistas no quieren ni oír los nombres del director deportivo del Sevilla y del hombre al que probablemente se le den las riendas de un equipo joven y con muchísima cantera, porque Jagoba Arrasate se descolgó pidiendo un proyecto largo de tres temporadas que sí le puede dar el Mallorca y el Sevilla no.
El bandazo táctico es más que obvio entre el catalán y el vasco y eso también es motivo de inquietud, si no pavor, de una afición que no ve ningún movimiento firme que le dé un atisbo de esperanza. De hecho, el pesimismo fatalista, cuidado con esto, se ha instalado en el sevillismo y contra eso debe luchar Del Nido Carrasco en su afán de convencer a su gente de que hay que empezar de cero con un objetivo claro: la permanencia.
El abogado sevillano, llamado a ser digno sucesor de su padre en el cargo cuando empezó a iniciarlo como secretario del consejo en diciembre de 2006, tras los éxitos inimaginables de Eindhoven y Mónaco, en el inicio de la era gloriosa, quiere explicar a la afición ese nuevo proyecto de cero. Pero es que en realidad no parte siquiera de cero, sino que parte de un número negativo. Cada cual le pondrá el que crea oportuno según su nivel de hartazgo o crítica.
La feroz oposición de su padre
Si Orta y García Pimienta parten sin crédito, él también lo tiene bajo cero por el desgaste continuo de la guerra accionarial que mantiene con su padre, quien, y esto no debe olvidarse en el análisis, ya se postuló como presidente rompiendo el pacto cuando el proyecto de Monchi y Lopetegui estaba recién iniciado con éxito. Ahora es lógica y está justificada su feroz oposición.
Su alianza con Castro -Sevillistas de Nervión-, apoyada por la familia Carrión y contra su padre, ha derivado en un totalitarismo que se agarra al clavo ardiendo de los ardides judiciales. Pero ya van dos Juntas Generales sin las cuentas ni la gestión aprobadas. Y el sevillismo de base dictó su sentencia.
A Del Nido Carrasco le queda su tino para acertar en lo deportivo. Es una urgencia vital. Que se apoye en referencias como Jesús Navas -también quiere en Sergio Ramos como afirmó en su acto de reflejos sobre el palaciego- no sólo es lógico sino necesario, porque la afición no sabe dónde mirar ante un proyecto que, estando todavía por explicar, parte de cero... o menos de cero.
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