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De vacaciones se hace el ridículo (0-4)

El Sevilla, con algunos de sus futbolistas menos habituales en modo ‘esto no va conmigo’, sufre una clara derrota contra el Chelsea

El Mudo Vázquez encabezó la vía absentista y Sergi Gómez quedó retratado en los goles

Giroud dispara para anotar el primero de los goles del Chelsea. / Antonio Pizarro

Borrón en la trayectoria en una noche que tal vez sí lo permitía, pero que no era el mejor escenario para mostrarse con semejante ridículo. El Sevilla no sólo cayó contra el Chelsea, lo peor es que perdió a algunos de los integrantes de su plantilla para tratar de aportar algo de ayuda en los tramos exigentes que se avecinan para la escuadra de Julen Lopetegui. Pero no, este equipo tiene titulares y suplentes y esos roles quedaron perfectamente definidos con la noche que depararon algunos de los elegidos para defender, entre comillas en esta ocasión, el escudo sevillista.

Punto uno. El entrenador no tiene la mayor responsabilidad en la actuación de sus actores en esta cita contra el Chelsea. Lopetegui hizo lo que tenía que hacer, tratar de aliviar las piernas de muchos de sus hombres fundamentales de tantos esfuerzos acumulados y por ello hizo bien en alinear a ocho futbolistas que no fueron titulares el pasado sábado contra el Huesca.

Segunda cuestión. El vasco, seguro, pensará que no merecía semejante respuesta por parte de algunos de los integrantes de su plantilla y que más de uno sobra en este transitar por una temporada que estaba planteada de una manera cargada de ilusión.

El punto tres es conocer qué consecuencias tendrá lo acaecido en el Ramón Sánchez-Pizjuán, aunque esto ya es más complicado de averiguar porque pertenece al reino de la futurología y habrá que ver qué sucede tanto en el aspecto emocional como en el meramente futbolístico.

Lopetegui partió con sólo tres titulares de Huesca tras las molestias de Vaclík

Y antes que nada habría que establecer una distinción dentro de los elementos elegidos por Lopetegui. Los hubo, como el Mudo Vázquez, que sencillamente ni sintieron ni padecieron, que se ausentaron y decidieron que aquello no iba con ellos. Sencillamente eligió la vía de no estar, de demostrar que en la actualidad no le importa mucho lo que acaece con la entidad que abona sus honorarios. Ojo, no se trata de una falta de respeto este punto de vista, se intenta analizar de manera objetiva lo que deparó un partido de fútbol, nada más.

En el otro apartado se ubican quienes demostraron escaso nivel para defender a esta escuadra en el escalón en el que se mueve en estos momentos. El más señalado, lógicamente, fue un Sergi Gómez que salió en las fotografías de casi todos los goles marcados por el omnipresente Giroud, incluso en otro posible penalti, que hubiera sido el segundo, en una mano después de un toque de Werner. Es cierto que el catalán, a diferencia del número 22, se dejó todo en la pelea, pero fue bastante diferente las sensaciones que transmitió su partido de fútbol, con errores de todos los colores.

Pero no fue el único, los recién llegados Rekik e Idrissi tampoco tuvieron su mejor noche, aunque habrá que aguardar más citas para los juicios definitivos en estos casos para no pecar de injustos.

Las dos llegadas del Chelsea en el arranque ya anunciaban que allí estaban para verlas venir

No pudo empezar peor el partido para el Sevilla, ciertamente, igual de mal que como acabó, dicho sea de paso. Lopetegui había optado por refrescar a su escuadra en una de las escasas oportunidades que tenía para hacerlo a lo largo de un curso tan cargado. Eran siete los futbolistas que inicialmente iban a salir titulares que no lo fueron el pasado sábado ante el Huesca y aún se incrementaría con uno más por las molestias padecidas por el checo Vaclík durante el calentamiento. El joven Alfonso aparecía como titular en este Sevilla con muy poco que ver con el que emplea el vasco en los partidos más comprometidos. Tuvo una mala noche para debutar el joven guardameta de la cantera, una cita que no recordará con agrado, pero igual y se encuentra con más en el futuro a la vista de su nivel.

El resultado es un equipo desconocido, un grupo de once futbolistas que permiten al rival llegar hasta el área e incluso que el receptor controle y se pueda dar la vuelta. Sucede cuando le viene la pelota muy pronto a Pulisic y el norteamericano está a punto de anotar el primero, pero no tardaría en repetirse la situación y esta vez Giroud, con sólo siete minutos contabilizados, sí pone su disparo imposible para Alfonso con todas las facilidades.

Se trata de un Sevilla que poco, o nada, tiene que ver con el equipo compacto que ha sido capaz de ahormar Lopetegui junto con su cuerpo técnico. Y no sólo por las facilidades que ha dado dentro del área, también por su incapacidad para cerrarle los espacios a un adversario que recorre cerca de 30 metros en carrera. Rakitic es quien persigue a Havertz sin ningún éxito, pero cabría preguntarse con toda la razón que dónde estaba Gudelj, el cierre por delante de los centrales.

Porque ante la incapacidad de Rakitic para aguantar semejante zancada del adversario, el serbio era quien debía haber estado allí y la verdad es que en las imágenes posteriores se le ve corriendo casi de forma paralela al suizo. El resultado, sea por uno o por otro, es que el Sevilla se pone muy pronto por debajo en el marcador y lo hace, además, después de que el Chelsea le haya propinado un par de avisos serios de la situación que se podía dar.

El Sevilla, a partir de ahí, transmite la sensación de estar noqueado, de no saber muy bien a qué juega, de haber partido con la idea de que aquello era un entrenamiento con acta oficial. Pero esto es la Champions y, además, se trataba de una muy buena oportunidad para que muchos de los que han recibido la camiseta de partida puedan reivindicarse y poner en aprietos a Lopetegui en futuras decisiones. El dilema va a ser otro muy diferente, sin duda.

Con el Mudo Vázquez y Sergi Gómez particularmente señalados por una u otra razón, la segunda mitad iba a ser incluso peor, acercándose al calvario para todo el que tenga algo de sangre en las venas y no horchata. La exhibición goleadora de Giroud se producía de forma paralela a cómo crecía la sensación de ridículo dentro de quienes sienten en sevillista. Y algunos no defendieron el escudo que figura en el frontal.

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