Jugar de igual a igual es un avance (1-1)
Sevilla FC-Atlético de Madrid | Crónica
El Sevilla tiene motivos para sentirse orgulloso tras litigar de tú a tú con un Atlético que esta vez no fue mejor que él
Los hombres de Machín pudieron ponerse 2-0, pero después Vaclik los salvó ante Griezmann
Empate entre el Sevilla y el Atlético de Madrid, entre el tercer clasificado de la Liga hasta el día de hoy y el segundo, y una magnífica noticia para todos los que sienten la fe balompédica radicada en el barrio de Nervión. Las distancias entre unos y otros se han recortado hasta el punto de que los dos litigantes jugaron de igual a igual, tanto que si uno de ellos acumuló algo más méritos para el triunfo éste fue el cuadro local. Nada que ver, por tanto, las diferencias habidas desde que Diego Pablo Simeone se hiciera cargo del cuadro madrileño.
Vaya por delante en el análisis que esto no se trata de boxeo y que, por tanto, no hay jueces apuntando el número de golpes para dar un veredicto final para quien haya metido más manos. Se trata de fútbol y la única verdad indiscutible tiene que ver con el número de goles que anota el árbitro en el acta al final de todo. Es decir, que aquello quedó en un uno a uno y no creo que ninguno de los profesionales de los dos equipos maldijera su suerte cuando Mateu Lahoz dio los tres pitidos finales.
Seguro que en el Atlético se lamentarán de los extraordinarios reflejos de Vaclik cuando Griezmann se quedó delante de él, pero sólo será porque se produjo en los estertores, ya que el mismo derecho tienen en el Sevilla de recordar la ocasión de Ben Yedder para anotar el dos a cero cuando Andre Silva lo dejó completamente solo ante Oblak y el guardameta esloveno le sacó el disparo. Son las diferentes situaciones que se dan a lo largo de un partido de fútbol y en este caso estuvieron bastante repartidas para ambos bandos.
Todo acaeció, además, dentro de un espectáculo grande, de un match que no decepcionó absolutamente a nadie y que respondió a las expectativas que había levantado por la situación clasificatoria de los dos contendientes. Porque tanto el Sevilla como el Atlético, a pesar de algunas ausencias de gente de peso en sus filas, jugaron a un nivel alto, tratando de imponer sus armas ante un rival que también argüir con las suyas.
La consecuencia, lógica por otra parte, fue un duelo con dominadores alternos, con fases en las que mandaba el Sevilla y con otras en las que el dominio le correspondía al cuadro forastero. Por ejemplo, en el primer periodo, tras casi media hora de correr en busca de mejores posiciones, de pelear cada metro, cada balón y con escasos acercamientos realmente peligrosos a la portería rival, cuando se desataron las hostilidades fue el cuadro de Machín quien impuso su estilo balompédico. Las percusiones de Jesús Navas por la banda derecha lograron algo que parece imposible, que el Atlético se desordenase y que sufriera bastante por ese costado que debían proteger Saúl Ñíguez y Lemar.
Los blancos supieron dar el paso adelante cuando se sobrepasó la media hora de juego. El primer aviso fue un disparo de Roque Mesa, pésimamente ejecutado con todo a su favor por la soledad en la que se hallaba dentro del área. Después llegaría un cabezazo de Escudero en la enésima llegada de Jesús Navas y más tarde acaecería el primer aviso serio. Andre Silva avanzó diez metros con el balón, se perfiló y lanzó un disparo con una violencia increíble. Oblak llegó a tocar la pelota, pero ésta se estrelló de manera espectacular en el poste, muy cerquita de la escuadra.
Había sido la gran ocasión del Sevilla para adelantarse, pero no tardaría en hacerlo, pues casi inmediatamente después otra vez entraba en el área Jesús Navas con el esférico controlado y la pelota le cayó a Ben Yedder para que éste jugara al fútbol sala en donde más difícil es golpear el balón con precisión. Los hombres de Machín habían logrado algo casi imposible contra este Atlético y hasta debieron poner la puntilla cuando Ben Yedder tuvo la segunda. Pero Oblak está para algo y demostró su nivel ante el parisino.
Y como siempre sucede en estos casos, el destino tenía preparada una desaborición en forma de falta, absurda incluso, en el último minuto en la corona del área. Claro, cuando se le pueden pagar más de 20 millones al año a Griezmann siempre hay posibilidades de que pase lo que sucedió, que la pelota acabase dentro imposible para Vaclik.
En las reflexiones del descanso, tanto en la grada como en el interior del vestuario, todos los sevillistas se preguntaban que qué tenía que pasar para noquear a este Atlético. El Sevilla había sido mucho mejor en el tramo final del primer acto, pero el resultado era el que era, uno a uno, para la desazón de quienes tratan de entender el fútbol como un producto dentro de la lógica matemática. No es así, pero tampoco vale de nada lamentarse de ello porque situaciones de éstas se dan para todos los lados.
Simeone movió ficha con un cambio táctico al llevarse a Koke a la izquierda para ayudar a Saúl a detener la sangría que les provocaba Jesús Navas y el Atlético se sintió cómodo en el segundo periodo, tanto que llegó a dominar la situación, aunque la ocasión más clara llegaría a través de Ben Yedder en el minuto 69. Fue algo parecido al 1-0, pero esta vez la pelota se fue fuera en la primera llegada de Jesús Navas con Koke tapándolo. Después sería Griezmann quien la tuvo para que Vaclik hiciera otro paradón y hasta Oblak se lució en una rosca de Gnagnon.
Nada se alteró, sin embargo, uno a uno, empate entre el segundo y el tercero de la Liga y en el Sevilla tienen motivos para pensar en positivo, para valorar que las distancias se han igualado entrambos. No es mala noticia ésa para los nervionenses, no, si son capaces de fortalecer la plantilla un poco más en este mercado invernal.
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