Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Osasuna-Sevilla | La crónica
Despedida y cierre para el Sevilla en la presente edición de la Copa del Rey, tal vez uno de los escasos clavos ardiendo a los que asirse para la mala gestión del triángulo integrado por Monchi, José Castro y José María del Nido Carrasco. Los sevillistas ofrecieron síntomas de mejoría, pero, lamentablemente para ellos, no les da para superar a un Osasuna que supo aprovechar mucho mejor los errores del rival, entre otras cosas porque tienen algo fundamental para ello, colmillo en las zonas más adelantadas, intención de hacer daño en definitivo.
Esta cualidad es fundamental para el fútbol, es necesario jugar siempre con la intención de golpear al adversario, de sacarlo del campo y no puede ser que una ocasión desaprovechada se convierta en una mera anécdota para un futbolista. El ejemplo más claro estuvo en el intervalo entre el minuto 70 y el 71. En el primero de ellos, Acuña puso un centro perfecto al corazón del área pequeña, allí acudió Rafa Mir con toda la ventaja para él, pero intento de desviar el balón a la red fue inocuo. Como la mayor parte de la participación del gigante de Cartagena en éste y en muchísimos partidos más.
No había pasado ni un solo minuto cuando el Osasuna salió en una contra cuando el Sevilla creía en sí mismo. El balón lo dejaban atrás hacia la llegada de Chimy Ávila y éste sí supo girarse dentro del área para ganarse un metro ante Badé y buscar el poste imposible para Bono. El cuadro navarro había cobrado ventaja en dos acciones puntuales que diferencian a los buenos delanteros de quienes se quedan en el camino.
Pero ni siquiera eso iba a ser definitivo, porque En-Nesyri, cuando ya el partido estaba a punto de finiquitarse, sí le enseñó a su compañero una lección sobre la calidad en el remate a puerta. Un centro cerrado por Suso lo metió dentro el marroquí para prolongar el camino sevillista media hora más. Fue para nada, una pérdida de Rakitic en el centro del campo conducía a la definitiva derrota a través de Abde.
El cuadro nervionense ya no fue capaz de reaccionar y de esta manera se iba a despedir del torneo en día en el que se medía por primera vez con un rival de la Liga Santander. Cuando no hay más sólo queda la impotencia de ver la plantilla confeccionada por el trío citado con anterioridad, incapaz incluso para conseguir las herramientas necesarias desde antes del Mundial de Qatar.
El Sevilla tuvo mucho dinamismo en la primera mitad, con todas sus piezas moviéndose con sincronización siempre
Y no hay más a pesar de que este Sevilla, sin embargo, sí comienza a parecer ya un equipo de fútbol. ¿Y antes no lo era, son once jugadores los que están en el campo e intentan darle patadas a un balón? Efectivamente, es así, pero el equipo que pone ahora en el campo Jorge Sampaoli no tiene nada que ver con la imagen lánguida, desprovista del mínimo físico necesario, que ofrecía en el primer tramo del curso.
Con la pareja de centrales francesa integrada por los jóvenes Badé y Nianzou y con numerosos cambios para refrescar el once, este Sevilla de Sampaoli sí parte con una idea de tener el balón y, sobre todo, tratar de avanzar cuando lo tiene. Ya no son tantos los pases horizontales con el único fin de defenderse con la pelota, la propuesta actual pasa por atraer al rival con los toques entre los zagueros e incluso el portero Dmitrovic, un defensa más casi siempre, para después tratar de salir con rapidez cuando se ha superado esa línea de presión.
El método son pases cortos y precisos para que el que va de cara y siempre con la intención de superar las líneas del rival. Para ello fue fundamental la aportación tanto de los dos laterales argentinos Montiel y Acuña como las veces que acudían para sacar la pelota Joan Jordán, sobre todo, y también Gudelj y Rakitic, siempre en diferentes peldaños de la escalera para dificultar la forma de tratar de recuperar la pelota de Osasuna.
La tara del equipo de Sampaoli estuvo en la falta no sólo de gol, también de convertir las llegadas en ocasiones claras
Arriba la delantera la integraban inicialmente Lamela, por la derecha, Ocampos, por el medio, y Rafa Mir, por la izquierda, pero los tres también iban a tener libertad para moverse para que sus pares no pudieran fijar las marcas y para tratar de ser profundos con los toques. El problema de este Sevilla, el gran pero, es su nula mala leche a la hora de acercarse hasta el gol, algo que es fundamental para decantar estos partidos igualados.
El buen juego de la escuadra de Sampaoli, por tanto, se limitaba a eso, a tratar de llevar la pelota con precisión y también con rapidez arriba, pero ahí se veía claro que tanto Lamela como Rafa Mir hacen menos daños que un pescaíto en blanco de los que suelen poner en los hospitales a los enfermos. El argentino y el cartagenero le restaban una infinidad de peligro a las jugadas que tanto trabajo había costado originar con una buena circulación desde atrás.
Tras encajar el gol de Chimy Ávila, los blancos siguieron con su fútbol y fueron capaces de llevar la eliminatoria a la prórroga
No se puede contabilizar siquiera como ocasiones claras de gol, pues muchas veces la mala toma de decisiones en ese cuarto más cercano a Sergio Herrera limitaba muchísimo ese peligro. Todo lo más, un disparo desde el borde del área de Lamela que se iba fuera tras tocar en un jugador local o esa opción que tuvo Rafa Mir y en la que le faltó la sutileza necesaria para desviar ligeramente el balón con su pierna derecha. Optó, en cambio, por disparar fuerte cuando la jugada pedía justo lo contrario, colocar el balón al palo que tenía desprotegido Sergio Herrera.
El Sevilla sólo iba a sufrir en ese primer acto cuando Moi Gómez se fue un poco más atrás para sacar la pelota jugada, pero todo se iba a limitar a un par de cabezazos en situaciones ventajosas, pero con escasa precisión de Osasuna. Pero restaba un tiempo entero, además del añadido de la prórroga, y estaba más que claro que el cuadro de Jagoba Arrasate tenía que meterle una marcha más al juego al calor de los suyos.
Todo se reanudaba con la mala noticia de la lesión de Dmitrovic y la entrada de Bono en su puesto y el guardameta titular se iba a lucir ante Chimy Ávila para salvar a los suyos antes de la doble jugada de Rafa Mir y el delantero argentino de los locales que cambió todo del 0-1 al 1-0. Ni más ni menos que eso, que es muchísimo.
Una pérdida de Rakitic supuso el tanto de Abde y ya fue imposible cualquier atisbo de reaccionar de nuevo
Pero el Sevilla no se iba a rendir y después se produciría una circunstancia inversa. Budimir cabeceó fuera con todo a su favor en un córner y En-Nesyri sí fue certero en un buen centro de Suso. Todo fue, pues, a la prórroga y ahí quien aprovechó el error de Rakitic en la salida del balón fue Abde cuando los sevillistas parecían cómodos en el campo, aunque siempre lastrados por la ingenuidad de futbolistas como Lamela.
Adiós, por tanto, a una de la únicas competiciones que aún podrían producir alguna satisfacción a los suyos y el Sevilla deberá centrarse ahora en salvarse del descenso a los avernos de la Segunda División. ¿La Liga Europa? A ver cómo se confecciona incluso la relación de inscritos para esa competición a tenor de los cambios que serán necesarios. Rafa Mir y Chimy Ávila, la indolencia ante el gol y el hambre, ahí está una de las claves de todo.
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