Control de partido, esa asignatura
No saber administrar su renta costó al Sevilla puntos en diez partidos, cuatro de ellos tras el parón y en los minutos finales.
Influyen muchos factores y algunos, muchos, tienen que ver con lo mental. En el tenis se conoce como miedo a ganar; en fútbol, al no ser un deporte individual sino colectivo, es más fácil que un momento de debilidad de algunos sea compensado por los más fuertes de carácter, pero también se da. En el Sevilla, por ejemplo, ya se ha comentado, para ilustrar una pérdida de agresividad que ha tenido que ver con la alarmante falta de contundencia fuera de casa, que la salida de jugadores con carácter como Mbia, Aleix Vidal, Bacca, hasta Fernando Navarro aunque jugara menos… ha jugado un papel negativo en esta supuesta variable mental. Incluso, pensar que un portero como Beto imprime desde atrás más pasión que los jóvenes Sergio Rico o David Soria puede valer para añadir a los factores por los que el equipo de Emery se viene abajo en determinadas fases de los partidos.
El Sevilla, desde que comenzó la temporada, ha perdido muchos puntos por no saber administrar una ventaja en el marcador. En un total de diez partidos el resultado final se le vino en contra por su déficit en algo fundamental en el fútbol, tener control de partido. El último ejemplo fue Gijón, donde fue incapaz de frenar un partido con excesivas idas y vueltas y hacer valer el gol de Iborra a los 8 minutos para acabar perdiendo. Llamativo es que cuatro de esos diez encuentros hayan sido después del último parón, en las últimas dos semanas, y también que en esos mismos partidos, ante Valencia (2-1), Athletic (1-2), Deportivo (1-1) y Gijón (2-1) haya encajado goles en los últimos diez minutos (dos en el tiempo extra), goles que en Liga le han costado cuatro puntos.
Antes del desastre de Gijón, el Sevilla se dejó pisar el terreno en casa ante el Deportivo, otro equipo cogido con alfileres, que aprovechó la desidia de los blancos en la segunda parte para neutralizar el tanto que Iborra había anotado a los 22 minutos a nueve del final, por medio de Oriol Riera. Cuatro días antes, aunque no costó la eliminación de las semifinales de la Europa League, sí obligo a un esfuerzo más en la prórroga y una taquicárdica tanda de penaltis el gol con que Raúl García castigó el segundo fallo de David Soria. Y antes, el domingo de preferia, un sevillista, Negredo, evitó un empate de sus ex compañeros en Mestalla en el minuto 92 cuando Gameiro poco antes había logrado un 1-1 que parecía restañar una pésima primera mitad.
Todo eso ha sido después del último parón, tras el que el Sevilla ha mostrado su peor cara. Pero este defecto lo lleva arrastrando el equipo de Emery durante todo el año, en particular fuera de casa, donde no hace falta recordar que no ha logrado salir vencedor ninguna vez en la Liga. En Getafe, ante otro equipo muerto que acumulaba muchísimas jornadas sin ganar, el tardío tanto de Banega (79') no fue suficiente para obtener un triunfo, ya que la falta de control en apenas diez minutos que quedaban propició el empate de Velázquez (86') y hasta alguna ocasión clara más -y un gol anulado- que podía haber hecho que los blancos volvieran de vacío.
Aunque allí sí dio la cara y la entidad del rival es un poderoso atenuante, en el Camp Nou tampoco fue capaz de mantener la ventaja que Vitolo logró a los 19 minutos. Allí sí jugó un gran partido el Sevilla, pero cayó por la mayor calidad culé. Messi y Piqué (30' y 47') firmaron la remontada. Mucho menos honroso fue el espectáculo en Vallecas, paradigma de la falta de control de partido de los de Emery. Un 0-2 parecía una renta diáfana a los 20 minutos de juego merced a dos tantos de N'Zonzi e Iborra, pero una mala mañana de Fazio y de todo el equipo dieron al traste con el que parecía que iba a ser el primer triunfo fuera (Manucho y Miku, en el 42' y el 61').
Previamente fue en Vigo, donde es cierto que una temprana expulsión de Fazio en su debut le dio otro valor al punto sumado merced al tanto que pudo firmar Carriço, ya con diez, antes del descanso. Benauve marcó a los 64 minutos (1-1).
Su trascendencia tuvo en Champions la forma en la que el Sevilla permitió una remontada en Manchester tras una primera parte en la que dominó y trasteó al City de Pellegrini. Un golazo de Konoplyanka llenó de ilusión a los sevillistas, que vieron cómo dos contraataques, uno de ellos en el 91 con todo el Sevilla arriba, tiraban a la basura toda esa ilusión. Rami en propia meta y De Bruyne pusieron el definitivo 2-1.
Por último, ya en la jornada 3 de la Liga el Sevilla fue incapaz de ganar en terreno del Levante en un mal partido que no hizo bueno el gol de N'Zonzi en el minuto 12. Camarasa empataría en el 58.
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