Las nuevas normas ante las mismas contingencias

Contracrónica Levante-Sevilla

Como en Valencia o ante Osasuna, el minimalismo resultadista castiga el paso atrás de un Sevilla al que cuesta rematar los partidos

El Sevilla es el equipo de la Liga que más veces ha empezado ganando, 22, pero sólo terminó con triunfo en 13 ocasiones

Diego Carlos cabecea a gol, pero Hernández Hernández ya ha pitado falta a Campaña, en el suelo.
Diego Carlos cabecea a gol, pero Hernández Hernández ya ha pitado falta a Campaña, en el suelo. / María José Segovia / Afp7

Contingencia, según el diccionario de la Real Academia Española, es la "posibilidad de que algo suceda o no suceda", en su primera acepción. En segunda es "cosa que puede suceder o no suceder". Y en la tercera ya es su sinónimo más coloquial: riesgo. No hay que ser muy agorero para saber que al Sevilla de Julen Lopetegui no le viene bien llegar al final de ningún partido con un escaso margen de 0-1, pero no porque sea un equipo con mala suerte, sino porque cualquier equipo, en la Liga de la que tanto presume Javier Tebas, puede marcar en cualquier jugada.

Ese riesgo, esa contigencia de que pueda empatarte el rival por muy controlado que tú tengas el partido, es algo que permanece incólume en el nuevo fútbol con la misma perfección conceptual que la esfera del balón. En La Nucía, en un horario, un escenario, un clima y hasta una luz más propios de un partido de pretemporada, pasó. Fue una cita de pretemporada avanzada, por el ritmo y por ser limitado el número de cambios a cinco, más o menos los que consensúan los equipos para darles cierto carácter competitivo a los bolos que preceden inmediatamente a la verdadera competición.

En ese horario vespertino, en lunes, en el muy cuidado campo de Camilo Cano de la localidad alicantina de La Nucía, parecía de todo menos un partido de alta competición el que estaban jugando el Levante y el Sevilla, si no fuera porque el equipo de Lopetegui se toma en serio hasta los bolos de verano. La disciplina es clave en este Sevilla, bajo ese modelo férreo en el que cada cual sabe cuál es su rol y apenas los laterales y Ocampos tienen permiso para correr y saltarse los cordeles con que el guipuzcoano ata a sus futbolistas.

Pero por esa misma concepción tan colectivista del fútbol, en cuanto falla una pieza del entramado puede caerse todo el equipo, por mucho que Koundé, Diego Carlos o Gudelj quieran sostener el edificio. A Lopetegui se le vieron dos viejas manías: no apuntillar al rival con otro gol y una mala lectura de los cambios, ahora con cinco.

Como en el derbi, los cambios empeoraron al Sevilla. Entonces, la salida al campo de Banega, Franco Vázquez y Suso, los jugones, maniató la salida de los de Lopetegui. En este caso, la salida de Fernando y un doble lateral izquierdo propició la contingencia del empate: antes que acorazar al equipo, éste se atornilló de forma desordenada y, de pronto, pareció un pelele a manos de un Levante que había sufrido la férrea puesta en escena de un equipo superior.

Pero la búsqueda del segundo tanto, con la calidad de Suso, quitando a un fresco Banega y a un omnipresente Joan Jordán, privó al Sevilla de esa conexión que buscó en vano Óliver Torres con En-Nesyri. Que Hernández Hernández pitara faltita en el 0-2 anulado a Diego Carlos es otra contigencia del nuevo fútbol anterior a la nueva normalidad. Hernani sí fue la contingencia positiva en el rival y aprovechó esa endeblez por la izquierda con la entrada de Reguilón, en frío, en un partido que aún hervía.

El Sevilla se fio al fútbol control que tantos partidos le brindó el triunfo. Esta vez salió cruz, como ante Valencia u Osasuna. Como tantas veces. El Sevilla es el que más veces empezó ganando en la Liga, 22, pero sólo terminó con triunfo en 13 ocasiones, según la cuenta estadística de Twitter @LaLigaenDirecto. La nueva norma de los cambios no varía el riesgo del unocerismo: esa vieja contingencia tan molesta.

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