Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Sevilla F.C.
A falta de cerrar acuerdos con los futbolistas más caros de la primera plantilla que no cuentan para José Luis Mendilibar, el Sevilla sí ha hecho oficial en la tarde de este sábado las salidas de dos jóvenes con destino al Levante. Como ya estaba cantado desde hace algunos días, Iván Romero y Carlos Álvarez jugarán de azulgranas durante la temporada 2023-24 en Segunda División.
Siendo diferentes, pues Iván Romero ha estado más vinculado a la primera plantilla nervionense mientras Carlos Álvarez seguía siendo la perla de la cantera sevillista en el filial, la resolución final de las negociaciones para ambos sí tienen ciertas similitudes. Los dos se van libres en calidad de traspasados y sí tendrán una serie de cláusulas distintas por el rendimiento que puedan alcanzar como futbolistas del Levante.
Hay dos que son las principales, pues en caso de ascenso el Sevilla recibiría algunas cantidades por parte del Levante, mientras que también si en el futuro fueran objeto de un traspaso durante una serie de años estipulados por contrato, también la entidad nervionense podría recibir en torno al 40 por ciento de las cantidades que se acordaran con terceros clubes.
El caso de Carlos Álvarez es bastante significativo del fracaso de toda la cantera sevillista en los últimos años. El menudo mediapunta, un futbolista del que todos destacan su ingenio, siempre fue la perla de la ciudad deportiva de la carretera de Utrera, hasta el punto que, junto a Juanlu, subió directamente del equipo cadete al filial nervionense.
Sin embargo, ahí ha destacado durante los últimos años, pero apenas ha tenido oportunidades con el primer equipo pese a que también tuvo buenas actuaciones cuando llegó a jugar tanto con Julen Lopetegui como con Jorge Sampaoli en algunos partidos de la Copa del Rey.
La casualidad también ha querido que la nula apuesta por la cantera en el Sevilla, por mucho que Juanlu ahora esté interviniendo algo más, conlleve la marcha de Carlos Álvarez precisamente el día después del triunfo de un Valencia plagado de jovencitos en el Ramón Sánchez-Pizjuán. Pura casualidad, sí, pero también ciertamente significativo.
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