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Cinco planes que no te puedes perder este fin de semana en Sevilla

Caparrós, busque al gafe

Sevilla - Standard de Lieja | La contracrónica

El Sevilla puede lamentarse ya de su infortunio sin que lo tachen de llorón: tres piezas defensivas lesionadas de un brazo en menos de un mes es récord

Amadou es evacuado en camilla tras lesionarse el codo derecho / Antonio Pizarro
Juan Antonio Solís

21 de septiembre 2018 - 04:14

Sevilla/Joaquín Caparrós haría bien en delegar a sus subordinados el peinado del mercado para la reapertura invernal. Que el director deportivo concentre sus fuerzas, sus cinco sentidos y su sangre hirviendo en la búsqueda del gafe que anida en las tripas de Nervión. Él, que tanto sabe de supersticiones. Que calcaba las concentraciones de pretemporada en Isla Canela con precisión de cirujano, de un verano a otro, por aquello de no tentar a la suerte.

Resoplaría el utrerano y miraría al cielo en cuanto vio la traumática torsión del codo derecho de Amadou tras su tropiezo con Mehdi-Carcela y caer a la hierba. Era el minuto 11 y de las gradas del Ramón Sánchez-Pizjuán, más animadas de lo que la temprana hora y la altísima temperatura presagiaban, brotó un quejido, un hondo lamento.

Lamentar y lamentar una primera lesión, como ocurrió con la artera cama que Raba le hizo a Escudero, era de llorones. Las lesiones conviven con la rutina del futbolista como las jornadas de doble sesión de entrenamientos o los goles. Ocurrió en la segunda jornada ante el Villarreal.

La siguiente semana, en los estertores del derbi, ese golpetazo al brazo de Mercado que acabó en fractura de cúbito fue otro torpedo a la línea de flotación de la defensa sevillista. El argentino, como Escudero, tiene rango de titularísimo en una retaguardia no sobrada de efectivos por una irregular planificación deportiva.

Dos lesiones tan inusuales y seguidas ya eran para tirar de hemetoreca. Pero pocos días después de ese infortunio en Heliópolis, la caída de Gonalons en un entrenamiento supuso un tercer torpedo que, efectivamente, horadó el muro de contención de Pablo Machín: recién salido Amadou de otra lesión, esta vez muscular, el entrenador soriano volvió a encomendar el eje del equipo a la pareja Banega-Roque Mesa ante el Getafe, como antes hizo ante Rayo Vallecano, Villarreal y Betis con muy tibio acierto, sobre todo en los dos últimos casos.

El tercer fracaso seguido el pasado domingo, ante los centuriones de Bordalás, llevó a Amadou a la titularidad en la vuelta de la amada Liga Europa a Nervión.

Todos pensaban que estaba agotado el cupo de las desgracias en forma de extrañas lesiones. Que no cabía más mala potra. Pero no. Amadou, que salió un tanto acelerado y vio una injusta amarilla en la primera arrancada del ex granadinista Mehdi-Carcela (minuto 1), tropezó poco después con él en una acción similar (11’) y el sevillista, entonces, se sintió legitimado para llorar por su infortunio. Lo puede hacer. Tres brazos lesionados en menos de un mes tendrá precedentes en balonmano. O en pelota vasca. Pero en fútbol...

El caso es que la entrada de Amadou por Roque Mesa anunciaba un Sevilla más compacto, más ducho en la resta y más capaz de presionar arriba. Esa mayor capacidad para el quite también hizo explotar al Mudo Vázquez donde mejor juega, en el perfil que lo lleva a pasar o chutar con su zurda. Por la izquierda debe salir más por fuera y ahí su lentitud aflora más. Y con el argentino enchufado se enchufaron Banega, Ben Yedder arriba y Promes a la siniestra.

El caso es que sin Amadou, volvió a despatarrarse el Sevilla. Menos mal que Franco Vázquez y Ben Yedder estaban en modo on.

Ben Yedder, así en la Champions como en la Liga Europa

El máximo goleador del Sevilla en la historia de la Liga de Campeones no es Kanoute ni Luis Fabiano. Es un delantero con un crédito fiado a más largo plazo, Wissam Ben Yedder. Diez tantos ha hecho el franco-tunecino en la Champions, más otros dos de una eliminatoria previa. Y ayer, debutaba en la competición fetiche del Sevilla. Su partidazo, coronado con dos goles, tiene un aire revindicativo ante Machín con vistas a la Liga. Y la promesa de que Ben Yedder va a seguir siendo igual de fecundo cuando cruce las fronteras.

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