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Bono, profesionalidad, humildad y reflejos, las claves de un 'Zamora'

Sevilla FC | Protagonista

El guardameta marroquí llegó para ser suplente y se ha convertido en uno de los grandes símbolos del Sevilla

Bono logra el primer Zamora de un portero del Sevilla

Bono celebra su éxito junto a uno de sus hijos en el Ramón Sánchez-Pizjuán. / Antonio Pizarro
Curri Carrillo | Efe

23 de mayo 2022 - 18:32

El marroquí Yassine Bono, el primer premio 'Zamora' en la historia del Sevilla, ha recogido esta temporada los frutos de toda su siembra, callada y silente, de años anteriores y su profesionalidad, humildad, autoconfianza, reflejos y paradas, muchas paradas, le han llevado a ese galardón individual en LaLiga Santander.

Yassine Bounou (Montreal -Canadá-, 5 de abril de 1991) llegó hace tres temporadas al club andaluz cedido y con una opción de compra desde el Girona, de 4 millones de euros y ejecutada al final de la 2019-20, y desde entonces no ha dejado de crecer y superar retos para pasar de la suplencia ante el checo Tomas Vaclík, al principio, a la titularidad y a ser un claro protagonista de que el Sevilla haya acabado esta Liga como el menos goleado de Primera.

Los sevillistas, cuartos en la clasificación final y que han logrado el hito histórico de meterse por tercera vez consecutiva en la Liga de Campeones vía Liga, han cerrado el curso con 30 goles encajados, 1 menos que el campeón Real Madrid, y de ellos el internacional marroquí recibió 24 en los 31 de los 38 partidos ligueros que jugó.

Sin levantar nunca la voz, encomendándose al trabajo y afanándose día a día, Bono ha refrendado a sus 31 años su condición de gran baluarte del Sevilla de Julen Lopetegui, eso sí, con la inestimable ayuda de dos gran centrales como el francés Jules Koundé y el brasileño Diego Carlos, y de otro brasileño, el mediocentro Fernando Reges, hasta que se lesionó con el consiguiente resentimiento del rombo defensivo de los hispalenses.

Bono, un jugador tenaz y disciplinado, como corresponde a un guardameta, no lo ha tenido fácil para llegar a la élite, para encaramarse a lo más alto, pues llegó a los 21 años desde el Wydad de Casablanca a la cantera del Atlético de Madrid y le tocó vivir y adaptarse a varios destinos y a las peripecias propias del fútbol en esos niveles.

Del Atlético B, con el que jugó 47 partidos en Segunda B, fue cedido al Zaragoza, cuya portería defendió 38 veces, hasta que se asentó en Segunda División y luego en Primera con el Girona (84 encuentros y 25 porterías a cero) antes de recalar en el Sevilla y, de la mano de Lopetegui, ser uno de los héroes de la Liga Europa de 2020 ganada por los hispalenses en Alemania.

En el conjunto del barrio de Nervión, con el que lleva 104 partidos, 78 goles encajados y la friolera de 51 porterías a cero entre todas las competiciones, trabajó mucho y en silencio en su primera campaña, nunca desesperó y sacó a relucir su ambición y su deseo de llegar alto hasta que aprovechó su oportunidad.

Fue por la lesión de un compañero, el checo Vaclík en julio de 2020, pero tuvo el mérito de asumir el reto y de ser fundamental en la Liga Europa conquistada ese año en Colonia, en plena pandemia de coronavirus.

A partir de ahí, se hizo imprescindible en la portería de un Sevilla que ha tenido históricamente a grandes guardametas, verdaderas leyendas como Guillermo Eizaguirre -coetáneo del gran Ricardo Zamora- o José María Busto -años 40 y 50-, y otros muy recordados como Mut, Rodri, Francisco Ruiz Brenes 'Superpaco', Paco Buyo, Juan Carlos Unzué o Andrés Palop, hasta convertirse en el primer 'Zamora' del club nervionense.

Bajo el mandato de dos exporteros, uno en los despachos, el director deportivo Ramón Rodríguez 'Monchi', y otro en el banquillo, Julen Lopetegui, Bono se ha confirmado definitivamente en un curso marcado en el Sevilla por las críticas de buena parte de la afición al juego del equipo, sobre todo en una segunda vuelta muy extraña y a pesar de los incuestionables resultados, de los extraordinarios números en el balance final.

El marroquí ha demostrado ser un portero de verdad, sobrio, serio, seguro, superconcentrado siempre y que nunca saca los pies del tiesto, un gran compañero, lo que ratifica su gran amistad con su 'suplente', el serbio Marko Dmitrovic, titular este pasado domingo ante el Athletic club para no poner en riesgo el 'Zamora' de Bono.

El meta nacido en Montreal, aunque a muy corta edad regresó a su país de origen, en concreto a Casablanca, destaca por su regularidad, su modestia dentro y fuera del campo, por su gran profesionalidad y por saber ejercer su oficio, además de por su buena colocación, sus reflejos para hacer paradas que parecen casi imposibles o su rapidez de reacción en los 'uno contra uno', amén de haber mejorado mucho en los balones por alto y con los pies.

El premio a todos estos valores, que han sido clave para erigirse como el meta menos goleado de esta Liga por delante de 'gigantes' de la portería como el belga Thibaut Courtois, el esloveno Jan Oblak o el alemán Marc-André Ter Stegen, lo recogió Bono este domingo, antes que el 'Zamora', al ser ovacionado por el sevillismo durante y al final del partido contra el Athletic Club de Bilbao.

Es más, sus compañeros se deshicieron en elogios hacia el marroquí, como futbolista y, sobre todo, "buena persona", como ya destacó en las vísperas su "buen amigo" Courtois, y lo mantearon sobre el césped, cerca del Gol Norte del Ramón Sánchez-Pizjuán, antes de que fuera honrado por toda la afición al dar la vuelta al estadio con su pequeño hijo en brazos, orgulloso y feliz. El premio a la constancia, a la calidad, a sus paradas.

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