Bono garantiza que basta un golito (1-0)
El Sevilla se impone al Huesca gracias a un cabezazo de Munir y a la grandiosa parada de su guardameta a Rafa Mir
En una cita ‘valle’ entre dos grandes partidos, los blancos se limitaron a hacer lo justo para ganar
Minuto 76 del partido Sevilla-Huesca, 13 de febrero de 2021 y este cronista no va a dejar de sorprenderse de lo que puede deparar un partido de fútbol jamás, en este caso una de las paradas más grandiosas que jamás haya visto en una cita balompédica. El Huesca está buscando el empate y saca un centro tenso desde la derecha para que el gigante Rafa Mir se anticipe a Sergi Gómez en su salto y conecte un cabezazo espectacular, como mandan los cánones, picado y al contrapié del guardameta. Pero el portero responde por Yassine Bounou, Bono en la hojilla de las alineaciones, y éste no se ve a encontrar el balón, en absoluto, en su rectificado sacará la mano con fuerza para desviar la pelota para que ésta se vaya al córner.
Pocas veces se le da el valor que se merece a una intervención del cancerbero, pero esta vez sí conviene elogiarla en su justa manera. No se sabe si después se habría contabilizado algún gol más, eso pertenece al reino de la futurología y tampoco es cuestión de adentrarse en esos terrenos tan pantanosos, lo que sí fue un hecho incuestionable es que la extraordinaria intervención de Bono sirvió para que todo se quedara en uno a cero a favor del Sevilla y que así concluiría finalmente la cosa, incluso después de otra doble parada de mucho mérito protagonizada por el canadiense que defiende a la selección de Marruecos en el minuto 88.
Bono, sin duda alguna, le había puesto el merecidísimo nombre propio a una cita con mucho peligro para el Sevilla. Ya advertía el sancionado Julen Lopetegui, y en esta ocasión con toda la razón y no por darle coba a los rivales, que se trataba de un partido complejo. Realmente, lo era, pues llegaba engullido por dos grandes litigios futbolísticos, de eliminatorias para más inri, contra el Barcelona y el Borussia Dortmund, semifinales de la Copa del Rey y Liga de Campeones, nada más y nada menos. Las distracciones y la reserva de fuerzas eran absolutamente lógicas y el Sevilla, como es normal, iba a tratar de ganar con la ley del mínimo esfuerzo. Finalmente fue lo que sucedió y no había que ser un lince para dibujar una contienda así.
Para empezar, Lopetegui refrescó a su once inicial con el ingreso de seis futbolistas de campo nuevos respecto al que afrontó la semifinal contra el Barcelona. Koundé, Fernando, Joan Jordán, En-Nesyri y Suso, un quinteto de jugadores principalísimos en el actual Sevilla, se quedaban fuera, como también los lesionados Ocampos, Jesús Navas y Acuña, y a ellos también se les sumaba Escudero en el lateral izquierdo. Quien no quiera ver que un equipo se debe resentir con ocho titulares en las gradas, por mucho que la plantilla sea de garantías, pues poco puede presumir de conocer este juego llamado fútbol.
Pero está claro que los esfuerzos conviene medirlos de forma adecuada para que la máquina no explote al completo por sobrecarga. Ocurre, sin embargo, que eso le daba al Sevilla para colocar un once de garantías para derrotar a un Huesca que vive en los sótanos de la clasificación por mucho que en infinidad de citas haya merecido más premio del adicionado a su tabla, igual y también en ésta, aunque tampoco sea injusto del todo el triunfo sevillista, ojo.
La defensa era, teóricamente, la parte más débil, pero después sería justo lo contrario, la línea más sólida de un primer periodo en el que el edificio se fundamentaba en los intentos de profundizar del Papu Gómez, el control futbolístico de Óliver Torres y el continuo bregar de Rakitic en busca de llegar a una buena posición de remate. Sin embargo, al Sevilla le faltaba algún elemento más arriba para acompañar a De Jong en la percusión contra una defensa integrada por tres centrales y dos laterales que defendían como si fueran cinco.
Cuando la pelota se movía por la zona de mayor riesgo para el Huesca faltaba casi siempre una línea de pase para que los centrales, por lo menos, tuvieran que preocuparse de sus marcas. El Sevilla, Lopetegui desde su posición en la grada, había optado por mantenerse fiel a ese 1-4-3-3 pese a que los dos acompañantes de De Jong tuvieran la tendencia lógica de tirar hacia dentro para buscar el golpeo de sus piernas buenas. Pero cualquiera veía que ahí faltaba un elemento para gozar de más opciones de remate ante una zaga de tres o de cinco.
Después de un primer periodo en que la libreta de notas arrancó con un buen susto de Rafa Mir desde muy lejos a Bono y que apenas contabilizó una llegada de Munir en contragolpe de tres contra uno (27’), un espectacular paradón de Álvaro Fernández a su compañero Pulido (46’), un mal tiro de Óliver Torres (17’) con todo a su favor y un disparo lejano de Papu Gómez (18’), la solución estaba cantada. Bastaba con colocar a Munir muy cerca de De Jong para atacar con dos puntas a la zaga de tres centrales y con situar a Papu Gómez por detrás de ambos para abastecerlos.
Lopetegui y su cuerpo técnico, buenos analistas, supieron ver las circunstancias y optaron por esa vía tras el intermedio, incluso escoraron a Gudelj a la izquierda y manejarse de esta manera también con tres centrales para que Rekik y Aleix Vidal subieran aún un poco más y se colocaran en línea con Rakitic y Óliver Torres en un dibujo que comenzó a parecerse a un 1-3-3-1-2. Su efectividad fue absoluta aunque apenas durara 12 minutos, el tiempo necesario para que Munir aprovechara que lo habían colocado en su mejor posición para anotar el uno a cero.
El madrileño rentabilizó una buena combinación de Aleix Vidal y Óliver Torres por el costado derecho para saltar como mandan los cánones para un delantero centro y cabecear de forma precisa a la portería de Álvaro Fernández y anotar de esa forma el uno a cero. El Sevilla, por fin, había logrado su golito, todo lo que necesitaba, en teoría, para ganar.
La práctica se encargó de confirmar esa teoría después de que los blancos volvieran a su sistema inicial y fuera sumando conforme avanzaban los minutos las piezas titulares que se habían quedado en la grada. El Sevilla tuvo también sus oportunidades para el dos a cero, pero eso no puede ocultar que los focos se fueran irremediablemente hacia la figura de Bono. ¡Menudo paradón le hizo a Rafa Mir en el minuto 76! El partido ‘valle’ sirvió para dejar así una jugada para el recuerdo durante el resto de los años y también, por qué no recordarlo en el último apunte, para que el Sevilla de Lopetegui gane y gane y vuelva a ganar, cuestión nada baladí cuando se analiza un partido de balompié.
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