El Rennes invitó a huesos de santo
Athletic - Sevilla | Contracrónica
La falta de gol del Sevilla, también de contragolpe, impide a Lopetegui dosificar adecuadamente los esfuerzos continuados que requieren Liga y Champions League
No hubo ni habrá un James Bond como Sean Connery (que santa gloria haya) y no hay ni habrá un entrenador para este Sevilla como Julen Lopetegui. Sin embargo, la diferencia entre la adaptación –ese concepto de Julen– a su papel de uno y otro es bien notable. Mientras que al primero le bastaba con ajustarse la chaqueta y la estrecha corbata sesentera en cada película para volver a representar al agente 007, al segundo no le llega la camiseta al cuerpo cuando ve que su equipo no lleva al marcador todo lo que genera. Al legendario escocés le caía igual de bien la pajarita que la corbata, al técnico de Asteasu le tiembla el pulso cuando tiene que dar refresco al delantero centro.
La derrota ante el Athletic en San Mamés se fraguó en Nervión ante el Rennes, triunfo que, ahora sí, se puede calificar de pírrico por las pérdidas en el ejército vencedor. Realizar 23 remates, récord de esta Champions, para un raquítico 1-0 impidió a Lopetegui sentar a sus titulares en la segunda mitad y mantenerlos frescos en la nevera para Bilbao, donde los cambios de Gaizka Garitano dieron la vuelta de tuerca a la que invitó un Sevilla empeorado con sus cambios tras no ser capaz, otra vez, de llevar al marcador su apabullante superioridad durante una hora de juego.
Pero entraron Muniain y Sancet, el Athletic, un equipo eminentemente físico y sin fatiga por no jugar en Europa, pisó el acelerador y el Sevilla cayó como fruta madura. Era algo que todo el que estuviera viendo el partido veía venir, por mucho que este pétreo Sevilla invite a la confianza en su solidez.
Sin gol es imposible dosificar las fuerzas y Lopetegui tuvo que repetir su once base de miércoles a sábado. Ahora se comprende por qué protestó tanto en la previa al sugerir que el partido en San Mamés podría haberse programado para las nueve de la noche, ya metido casi en Todos los Santos, en lugar de las cuatro de la tarde.
La fortaleza sevillista, los caballos de los que avisó Garitano, se desmoronó como huesos de santo a la hora de la merienda. Fue un homenaje a la repostería de almendra, de origen árabe, que por la festividad de los Fieles Difuntos vuelve a las mesas de rancio abolengo, en despecho por las indecorosas chucherías de Halloween.
Con Rakitic aún sin seguir el ritmo del Sevilla de Lopetegui, y con En-Nesyri como relevo del fatigado Munir, el guipuzcoano mantuvo su once. Y con esas simples variaciones, el Sevilla mandó en San Mamés en otra exhibición de poderío. Hasta que el Athletic, viendo las veces que el rival lo había perdonado, dijo basta. Pocas veces jugó tanto en campo contrario en este escenario el Sevilla. Pocas veces habrá gozado de más ocasiones, sin ser tantas como ante el Rennes.
Pero este Sevilla sigue careciendo de pegada y también de contragolpe. Y En-Nesyri se quedó sin su redención. A comer huesos de santo. Qué empacho de azúcar.
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