Jesús Alba
Cuando el reloj se pare
Sevilla FC
Sevilla/Lleva la camiseta del Sevilla con el dorsal 12 a la espalda, como hizo Frederic Kanoute. Arribó al club de puntillas, sin apenas ruido mediático y con tibia expectación de la afición, como también le pasó al gigante franco-malí en aquel rupturista verano del 2005. Y suma 7 goles en las primeras 7 jornadas, como la leyenda sevillista en la campaña 2006-07, aquella en la que el Sevilla rozó la Liga de la mano de Juande Ramos.
Andre Silva es una de las revelaciones de esta Liga, si no la gran revelación. En Milan, la prensa pregunta con aire inquisitorial a Gennaro Gattuso por qué dejaron escapar al portugués y el racial entrenador se apresura a alegar que el chico, a sus 22 años, quería cambiar de club al sufrir un año de estancamiento: 2 goles en la Serie A de rossonero.
Y a Andre Silva le ha sentado de maravilla ese cambio de aires. Igual que Monchi quería al brasileño Fred antes que a Kanoute, Caparrós y su secretaría técnica manejaban otras opciones antes que la del luso. Pero la esencia caprichosa del fútbol es casi una ley física. “No pensaba llegar aquí y llevar ya siete goles y que el equipo esté tan bien. Me gusta tener pensamientos positivos pero esto era inimaginable para mí. En este sentido tengo que agradecer a la gente el cariño que me da, porque tienen confianza en mí y me lo demuestran cada día. Hay gente que pensaba que era un jugador que venía aquí pero no iba a poder ayudar. Creo que lo más importante de un futbolista es la cabeza, porque se pueden hacer cosas muy importantes con confianza”, explicó el actual Pichichi de la Liga en Sevilla FC Radio.
Precisamente esa falta de confianza que percibió en Gattuso, el sucesor de Montella en el banquillo milanista, tuvo mucho que ver en su bloqueo deportivo. Hoy, todo es distinto. La energía positiva vuelve a fluir para el delantero nacido en Gondomar, Oporto, el 6 de noviembre de 1995.
Estaba convencido de que el perfil deportivo del Sevilla se adaptaba al suyo. Y por ahora el tiempo le da la razón: “Cuando tuve la oportunidad de venir aquí no lo pensé por la manera de jugar que tiene el Sevilla y porque a mí me gusta también jugar con la pelota. Me hablaron muy bien de la afición, que siempre querían un poco más de todos los jugadores y eso se nota también a la hora de exigirte como jugador”.
“Ante el Real Madrid era el cumpleaños de mi madre y me emocioné mucho cuando hice los goles. Este campo es distinto; toda la gente habla del himno y de la afición y es algo espectacular”, destaca. Agradeció Andre Silva que su compatriota Carriço lo haya ayudado a adelantar plazos en su integración: “Tuve mucha ayuda al principio en él”.
También quiso resaltar Silva el buen feeling que mantiene con Pablo Machín. “El entrenador me pide que sea como soy, no bajar los brazos. Tener tan buenos jugadores como tenemos en el equipo ayuda a poder hacer un juego mejor y a los delanteros nos ayuda a tener más ocasiones. Me entiendo muy bien con Ben Yedder, ya he jugado así con Portugal y en el Oporto. Machín insiste mucho en que los delanteros tenemos que ayudar al resto del equipo a presionar y a defender”.
En el último de sus siete goles en la Liga, cifra que lo lleva a comandar la tabla de máximos realizadores, Andre Silva remató como pudo ese balón raso que le sirvió Jesús Navas desde la derecha. El balón le vino atrás y tuvo que improvisar un escorzo para tocarlo. Fue tan extraño que a todos sorprendió, incluido al portero Dmitrovic. Algunos pueden decir que hubo fortuna en esa acción. Otros, que al portugués le entra ahora mismo todo lo que ensaye. Pero un análisis de la jugada entera desentraña que el luso es mucho más que un rematador. Que es un delantero de una pieza. Más que un nueve. Un doce...
Corría el minuto 47. El Eibar ataca basculado a su derecha. Arana se anticipa, toca hacia delante al Mudo y éste descarga hacia dentro. Hasta ahí, una combinación de puro control.
Pero todo se activa en cuanto aparece desde arriba Andre Silva. Éste se la deja con el pecho a Banega, que está de cara, y arranca hacia arriba. El argentino abre al Mudo, a su izquierda, y éste ha percibido el desmarque de Andre Silva para servirle el pase que enciende las alarmas en el sistema de Mendilibar. Hasta ahí, todos los sevillistas habían jugado a un toque. El Eibar no tuvo nada que hacer. Y entonces, Andre Silva controla con calidad, se gira y arranca en conducción. Emerge Sarabia desde la derecha para cruzarse y arrastrar a su par. El portugués adivina la intención del madrileño: lanzar a Jesús Navas, con el carril abierto hasta Dmitrovic. Y el portugués lo hace. Abre al palaciego y al momento acelera hasta el vértice derecho del área pequeña para ofrecerse a rematar. Lo hizo como pudo. Pudo tener suerte. Pero hizo tanto antes por buscarla...
Ese gol fue un seco golpe al mentón del Eibar, que ya no volvió a entrar en el partido. Ese gol ilustra la enorme aportación de Andre Silva. “Cuando me puse el 12 me hablaron de Kanoute porque hizo muchos goles aquí y espero que me dé suerte para meter tantos como hizo él”. Por ahora, arrancó por el buen camino.
La acción del primer gol del Sevilla en Éibar, como la del primer tanto ante el Real Madrid el pasado miércoles, recordó muchísimo a esa letal sociedad que formaron Jesús Navas y Kanoute. Como botón de muestra, aquel segundo gol en la final de Glasgow u otro espectacular del franco-malí en El Molinón. “Me ha sorprendido mucho Jesús Navas. Corre muchísimo y nunca para, no se cansa”, resalta Andre Silva acerca de un compañero que promete darle muchas alegrías.
También te puede interesar
Lo último