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Acuña llega con un fuerte compromiso y listo para jugar en Vigo

Sevilla FC

El flamante campeón del mundo ha trasladado al club su total empeño para ayudar al equipo en su actual situación y siendo consciente de la carencia de piezas en la defensa

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Acuña, junto a Bataglia, Lamela y su preparador personal Fran Silva, en Nochebuena ya en Sevilla. / Marcos Acuña

Marcos Acuña no es hombre de arredrarse. Nunca lo ha sido y gracias a la franqueza de su fútbol y a que nunca escondió nada en el campo de juego se ganó en poco tiempo a la afición sevillista. Todo viró con la inoportunidad del Mundial de Qatar en otoño, que condicionó a los futbolistas mundialistas, hasta el punto de que la afición empezó a mirar con lupa el rendimiento de los futbolistas que iban a acudir a la cita. Acuña fue de los que más recelo concitó, porque, debido a sus problemas en el pubis, crónicos en palabras de Jorge Sampaoli, empezó a aparecer y desaparecer del equipo. Y la sospecha de que se estaba resguardando para el Mundial cayó inclemente sobre él. De héroe a villano.

A eso hay que sumar las inoportunas palabras de Papu Gómez en una entrevista para su país semanas antes del Mundial, cuando reconoció que era muy difícil no tenerlo presente cuando se acercaran los partidos del Sevilla a la cita de Qatar. Teniendo en cuenta lo que significa para un argentino su selección, y máxime en una cita que se tomaron como la última oportunidad de ganar la Copa del Mundo con Messi, todo se salió de madre, hasta el punto de que la prensa se hizo eco de una presunta lista negra en la que estaba señalado Acuña por haber dado prioridad a jugar con Argentina el Mundial, para lo que forzó sin operarse del pubis, algo que no sentó bien en el entorno del club y el sevillismo por lo que se estaba jugando el equipo, en puestos de descenso prácticamente desde que empezó la Liga.

Nochebuena en Sevilla

Sin embargo, Acuña ha vuelto a Sevilla no sólo como campeón del mundo, con el plus anímico que eso da, sino con el compromiso absoluto de arrimar el hombro como el que más, como siempre hizo antes de que irrumpiese el Mundial, hasta ganarse el cariño del sevillismo. Su golazo en el derbi de la temporada pasada lo elevó a los altares siempre tan frágiles del fútbol, pero en Qatar ha demostrado que es un jugador que sigue teniendo una elevada valía futbolística.

Acuña se ejercita bajo la lluvia durante el Mundial de Qatar. / Juan Ignacio Roncoroni / efe

Y ya ha trasladado al club, recién aterrizado en Sevilla para celebrar aquí la Nochebuena, que llega listo para jugar, sin necesidad de que se especule sobre su estado físico o sobre la posibilidad de que, ahora sí, se opere para mejorar su rendimiento. Y además, también ha comunicado que está al tanto de la carencia de efectivos en la defensa y con el lateral izquierdo en precario por la lesión de Alex Telles. Es decir, ha trasladado a los máximos responsables técnicos que en Balaídos jugarán Acuña y diez más.

Recuperar el carisma

El futbolista incluso recortó sus vacaciones y regresó de su país antes de lo esperado. El sábado ya estaba en Sevilla y celebró la Nochebuena junto con Lamela, su ex compañero en el Sporting lisboeta Bataglia y su preparador personal Fran Silva. Así lo publicó él mismo en su estado de Instagram, posando con sus compañeros de aventura futbolística, con el propio Acuña tocado con un gorro de Papa Noel.

El hecho de que anticipara su vuelta, mientras algún otro mundialista apurara sus últimos días de vacaciones para llegar justo al entrenamiento de esta tarde a las 17:00 ya es un dato positivo y fehaciente de ese compromiso. El futbolista también está al tanto de que su actitud antes del Mundial ha levantado excesivas suspicacias y que le costará volver a convencer a los más reacios. El carisma que tenía ha perdido muchos enteros. Pero está dispuesto a arreglar esa relación viciada con la afición sevillista, una parte sustancial de la misma espera con la escopeta cargada a los tres argentinos. Luego llegará el fútbol, las necesidades del equipo, y la realidad de que, ahora mismo, Acuña es imprescindible. Toca demostrarlo.

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