Sueños esféricos
Juan Antonio Solís
Nadie en el mundo más afortunado que Víctor Orta
Sevilla FC
Tres lustros, 15 años, 5.479 días con cuatro años bisiestos de por medio. Casi nada, un rato solamente en la memoria doliente de la pérdida del joven héroe caído con las botas puestas. Sólo hay que entornar los ojos, bajar un poco los párpados para escudriñar en el lóbulo temporal aquellas imágenes tan luctuosas, dramáticas, trágicas. Tal día como hoy, sobre las dos de la tarde, el servicio de la UCI del Virgen del Rocío anunció lo que ya se temía el mundo entero: la muerte de Antonio Puerta.
Fue el 28 de agosto de 2007, en un mediodía de calor y de temblor de piernas. El joven futbolista de Nervión, criado en la cantera de su barrio primero y en la de su club después hasta erigirse en el héroe del sevillismo con aquel zurdazo al Schalke 04 en las semifinales de la Copa de la UEFA 2006, había cedido a la ley de la naturaleza.
Su cuerpo se rindió ante la evidencia de que no podía luchar contra una afección cardíaca que le dio la cara en pleno debut liguero, el sábado 25 de agosto de 2007, ante el Getafe, en plena hemorragia de felicidad del sevillismo, que apenas seis días antes había humillado al Real Madrid en el Santiago Bernabéu con un rutilante 3-5 con el que coronó su mejor periplo argénteo.
La Supercopa de España era el quinto título en 15 meses desde aquella gloria en Eindhoven, 10 de mayo de 2006, que abrió de par en par Antonio con su zurdazo a pase de Jesús Navas el 27 de abril, jueves de Feria en Sevilla. Puerta no jugó en Madrid por unas molestias musculares. Pero fue titular ante el Getafe en el estreno liguero, hasta que se desplomó junto a Gol Sur.
Ante aquel debut liguero, Puerta era duda, pero Juande Ramos lo puso de titular. Antes de la media hora se cayó desplomado tras un ataque del Getafe sobre la meta del Sevilla. Dragutinovic fue de los primeros en atenderlo y comprobó que la cosa era seria. Intentó abrirle la boca para que no se ahogara con su lengua y sufrió el fuerte mordisco del futbolista, que estaba inconsciente y con la mandíbula encajada. Aun así, se espabiló y salió andando del terreno de juego. "Otra vez los putos mareos", se le leyó en los labios mientras abandonaba el césped tras una primera reanimación.
Desde entonces hay protocolos ante este tipo de incidencias y situaciones, para impedir que ante un mareo se traslade por sus propios medios un futbolista, además de la legislación que se articuló desde su muerte para que haya desfribiladores y unidades móviles de cuidados intensivos en los estadios. Es parte de su gran legado. Quedó ingresado en la UCI del Hospital Universitario Virgen del Rocío. El sevillismo, el club entero, desde José María del Nido hasta sus compañeros, estuvieron tres días en ascuas. Pero todos se barruntaron lo peor desde que salió de nuevo inconsciente del estadio en ambulancia... El martes después de su desplome murió estando ingresado.
Todo aquel carnaval blanquirrojo, una orgía de felicidad que parecía no tener fin, se derrumbó bajo la losa del luto instantáneo, in ictu oculi, la enésima ratificación barroca de las Postrimerías de Valdés Leal. En un abrir y cerrar de ojos, finis gloriae mundi, pero no en la carne de grandes jerarcas eclesiales o nobiliarios, sino en la briosa fibra viva de un joven de 22 años, un hombre que empezaba a disfrutar de la fama, de la gloria de su equipo. Sevilla entera, Andalucía, el fútbol español y europeo se volcaron con Puerta, cuyas pompas fúnebres se celebraron el día 29, ante miles de sevillanos que no distinguieron colores y unieron sentimientos. Un 28 de agosto fue.
También te puede interesar
Lo último
No hay comentarios