Zuloaga, torero en San Bernardo

El Rastro de la Historia

El pintor vasco intentó ser matador de toros en la escuela taurina de Manuel Carmona, en la Puerta de la Carne, y llegó incluso a participar en una corrida con más pena que gloria

Zuloaga en un tentadero.
Zuloaga en un tentadero.
Silverio

25 de septiembre 2024 - 02:00

Muchos conocen la afición taurina del pintor Ignacio Zuloaga (Eibar,1870–Madrid, 1945), quien según algunos cálculos llegó a dedicar el 10% de sus obras al universo del toro. Sin embargo, no es tan sabido que el pintor vasco intentó ser torero en Sevilla y que, en ese empeño, llegó a estoquear unas 16 reses. Tanta era la pasión del pintor por la tauromaquia que el propio Belmonte, gran amigo del artista, dejó escrito:

"Creo que hubiese cambiado toda su pintura por haber matado en la plaza de Madrid un toro, en la corrida de la Beneficencia, y verle rodar con las cuatro patas al alto y el tendido lleno de pañuelos".

Sobre la gran aventura taurina del pintor vasco se habla extensamente en el libro Ignacio Zuloaga en Sevilla, de José Romero Portillo, editado en la imprescindible colección Arte Hispalense, y del que esta nueva entrega de El Rastro de la Historia es deudora.

Zuloaga no descubrió los toros en Sevilla. En su tierra natal, Éibar, se celebraban corridas y encierros y está comprobado que, durante sus bohemios años de aprendizaje pictórico en París, acudió a la plaza de toros que montaron una serie de empresarios españoles en la calle Pergolese, que estuvo activa entre 1889 y 1892. Además perteneció al Cercle Taurin Parisienne, una especie de peña que aglutinaba a los aficionados de la capital de Francia. Sin embargo, es cierto es que su afición se disparó una vez que llegó a vivir a Sevilla en 1892, con apenas 22 años, para trabajar como pagador en unas minas de la Sierra Norte, ocupación que muy pronto dejaría para dedicarse completamente a la pintura y la bohemia. Por aquellos años, como ahora, Sevilla era junto a Madrid el gran centro taurino del mundo, y pronto Zuloaga entabló contacto en las tabernas con un abigarrado ambiente de gitanos, picadores, subalternos, maestros y gente del toro en general. Muchos de ellos pasaban por su estudio de la Casa de los Artistas (en el arranque de la calle Feria), que se convirtió en un centro de tertulias artísticas y taurinas.

Zuloaga en la plaza de Manuel Carmona.
Zuloaga en la plaza de Manuel Carmona. / DS

Tanta fue la afición que fue calando en Zuloaga que, en 1895, cuando ya llevaba tres años viviendo en Sevilla, se dirigió a la escuela taurina que tenía Manuel Carmona Luque en San Bernardo, junto al matadero de la Puerta de la Carne. Carmona era conocido en los ruedos como Panadero por regentar su familia -que dio a la historia algún otro diestro más- una tahona en la calle de los Ocho Hornos. Sobre este torero de poca fortuna que llegó a formar parte de la cuadrilla de Desperdicios, el escritor y taurino Diego Carrasco ha dicho:

"Abrió un negocio de chacinas y aceitunas, que le funcionó regular, y en 1893 montó una escuela taurina en una placita cercana al matadero. Así lo recoge J.M. Villén: “De tauromaquia, una escuela / Ha establecido en su casa / Donde buenos ratos pasa, / Que en enseñar se desvela”. Alumnos suyos fueron Pierre Cacenabe, conocido como Felix Robert, el primer francés en tomar la alternativa, que no usaba coleta, pero a cambio lucía un espléndido mostacho, y el pintor Ignacio Zuloaga, que se había instalado en Sevilla el año anterior, época crucial de su vida con honda huella en su obra, conviviendo con bailarinas, flamenquitos y toreros. Existe el cartel de una función en abril de 1897 de dos novillos de muerte y dos de capea en ese recinto en el que figura con su nombre y el apodo el Pintor".

El cartel al que hace referencia el señor Carrasco (que se guarda en el Museo Zuloaga de Pedraza de la Sierra) nos indica también que el pintor vasco tuvo por compañero a Manuel Domínguez, oscuro torero del que poco se sabe. En resumen, aquella corrida pasó sin pena ni gloria, y un cronista local apodado El Nene apostilló, con gracia y mala uva, que Zuloaga "no pintará por ahora nada en la tauromaquia". El mismo Zuloaga confirmaría su petardazo en una carta que mandó a su amigo Miquel Utrillo.

De la experiencia como torero de Zuloaga apenas queda documentación gráfica, solo una foto tomada sobre 1895 en la que el pintor está preparado para entrar a matar a un becerro en la placita de la Puerta de la Carne de Manuel Carmona, vistiendo traje y boina.

En total, parece que Zuloaga llegó a estoquear unas dieciséis reses en su cortístima carrera taurina, aunque siempre siguió probando suerte en los numerosos tentaderos a los que acudía debido a su amistad con la gente del toro. Belmonte, con el que Zuloaga tuvo mucho trato -lo retrató tres veces-, en una carta al escultor Sebastián Miranda escribe:

"Verdaderamente, yo no he comprendido nunca como el tío con esa afición y esta capacidad (...) no ha sido matador en lugar de ser el mejor pintor de España"

La pasión de Zuloaga por el toro le duró toda la vida y el mismo José María Cossío cuenta que cuando le elogiaba alguno de sus cuadros, él respondía escéptico: "lo importante es saber torear".

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