"Esto era el Wall Street de Sevilla"

Alemanes recupera su antiguo nombre de calle Gradas, nombre alusivo al elemento disuasorio contra la cantidad de tiendas que cercaban la Iglesia Catedral

De izquierda a derecha, Manuel Alés, Nuria Canivell, Martín Carlos Palomo, Amidea Navarro y Sonia Gaya.
De izquierda a derecha, Manuel Alés, Nuria Canivell, Martín Carlos Palomo, Amidea Navarro y Sonia Gaya. / M.G.

18 de octubre 2025 - 05:59

La Giralda se ve desde muchas calles de Sevilla, a diario la fotografían cientos de turistas desde Mateos Gago, pero el símbolo de la ciudad sólo está físicamente en una calle. Se llamó la calle Gradas desde 1395 hasta 1870, en que pasó a denominarse Alemanes. Y desde el jueves, con la política de recuperación de la antigua nomenclatura gracias a la Asociación Niculoso Pisano, vuelven a convivir los dos nombres: Gradas y Alemanes.

En realidad, aunque uno sea anterior al descubrimiento de América y el otro coetáneo de la revolución industrial, los dos nombres vienen a representar lo mismo, la importancia capital que este entorno de la Catedral y de la antigua Mezquita jugó desde el punto de vista de las transacciones comerciales y de la vida económica de la ciudad, de sus auges y batacazos. “Esto era el Wall Street de Sevilla”, dice el pintor Ricardo Suárez.

Martín Carlos Palomo, de la Asociación Niculoso Pisano, se trajo la escalera para descubrir el lienzo con el viejo nombre de la calle. Se puede ver en la esquina de Alemanes con la Avenida, donde estuvo la Punta del Diamante que ya aparece en las Cartas de España de Blanco White. No es habitual, y por eso hay que destacarlo, que al acto asistieran dos ediles del PP, Amidea Navarro, delegada del Casco Antiguo, y Manuel Alés, alcalde de Triana, y Sonia Gaya, del grupo municipal socialista.

“Se nombran así las tres calles que están al frente de la Catedral en los ángulos de levante, norte y poniente”, escribe Félix González de León en su Noticia Histórica del Origen de los nombres de las calles de la Ciudad de Sevilla. Sobre el germen de estas gradas, añade que el arzobispo don Gonzalo de Mena (fundador de la hermandad de los Negritos) y el cabildo, atendiendo al mayor decoro de su iglesia, quitaron dicho año en su circunferencia por lo exterior muchas tiendas que arrimaban a sus paredes, y entonces la rodearon de un andito elevado sobre gradas de piedra, y cercaron de cadenas que sostenían pilares de trecho en trecho”.

Las gradas como elemento arquitectónico disuasorio. La decana del Colegio de Arquitectos, Nuria Canivell, acudió en representación de una entidad que se ha comprometido en esta iniciativa. Gradas, hoy Alemanes, es perpendicular con la Avenida, una arteria con obras firmadas por Aníbal González, Juan Talavera o los Gómez Millán.

A finales del siglo XVIII y principios del XIX empezaron a asentarse numerosos comerciantes alemanes en la zona, “sobre todo del sector de la cristalería”, dice Reyes Pro, que tiene muy estudiada esta calle esencial en el crecimiento de la ciudad. La vida comercial data ya de la época en la que era una zona musulmana en torno a la mezquita. De los godos poco se sabe, da a entender González de León. Con la conquista de la ciudad y la recuperación del credo cinco siglos después, cambian muchas cosas, pero se mantiene la efervescencia comercial.

El relieve de Miguel Perrin (1498-1552) que preside la Puerta del Perdón es una especie de Pragmática gráfica: refleja el episodio evangélico de Jesucristo con un azote de cordel expulsando a los mercaderes del templo. “Cuando llovía o hacía mucho calor, no sólo se ponían en el Patio de los Naranjos, sino que metían sus puestos en la catedral”, dice Ricardo Suárez.

Un Wall Street hispalense (a Nueva York ni siquiera se le esperaba) en el que a partir del descubrimiento de América podían verse en el trato comercial pájaros exóticos, esmeraldas y hasta la compraventa de esclavos. Precursores del Jueves y del Corte Inglés que ya aparecen citados por Cervantes, por Lope de Vega y hasta en el callejero, como recuerda Suárez, por Quevedo, el amigo de Alatriste, en uno de sus más célebres poemas.

“Nace en las Indias honrado, / donde el mundo le acompaña;/ viene a morir a España / y es en Génova enterrado. / Y pues quien le trae al lado / es hermoso, aunque sea fiero,/ poderoso caballero / es don Dinero”. Con la voz de Paco Ibáñez suena mucho mejor. El dinero que llegaba de América servía para pagar a los prestamistas alemanes, de Piacenza (origen de la calle Plancentines) y genoveses, a los que el callejero honró con la calle Génova en un tramo de la actual Avenida de la Constitución. Lo contaba Ramón Carande en su libro Carlos V y sus banqueros. La calle Alemanes era como el patio de su casa, porque el historiador vivía en la calle Álvarez Quintero.

La Punta del Diamante, cuartel general de históricas tertulias literarias, es ahora un Starbucks, pero la propiedad no ha cambiado. Adolfo Cuéllar Rodríguez le compró el edificio al torero Ignacio Sánchez Mejías (1891-1934, muerto tras la cogida en la plaza de toros de Manzanares). Del nuevo propietario pasó a su hija María Auxilidora Cuéllar Contreras, hermana del abogado y presidente de la Federación Andaluza de Fútbol, aquel conservador que encabezó la candidatura de Izquierda Unida al Ayuntamiento de Sevilla. Y ahora pertenece a los hermanos Ángela y Ramón Bordas Cuéllar.

Estos hermanos han visto las transformaciones de la zona: la peatonalización de la Avenida, el paso del Metrocentro. Pero las gradas siguen en su sitio y las campanas de la Giralda sonando. Ya no está Flaherty, la taberna irlandesa donde cada 16 de junio se celebraba el bloomsday en tributo de James Joyce; en esta calle estuvo la secretaría del Betis antes de irse a la becqueriana calle Conde de Barajas. Estaba en Alemanes, 11, que no es lo mismo que Once Alemanes.

La Gerencia de Urbanismo estuvo presente en la persona de Fernando Vázquez. La calle Gradas es la quinta que recupera su antigua nomenclatura con cerámica de Triana. La precedieron La Mar (García de Vinuesa), Bayona (Federico Sánchez Bedoya), Tundidores (Hernando Colón) y La Mosca (Cristóbal de Castillejo). Las próximas suenan a freiduría: la calle Pescado (en la actualidad calle Arfe) y calle Aceite (Tomás de Ibarra), la calle donde El Pali se sentaba de horcajadas como lo refleja Jesús Méndez Lastrucci en su estatua de la plaza Indalecio Prieto, junto a la delegación de Hacienda.

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