"No volveré a Afganistán mientras estén los talibanes, me cortarían la cabeza"

Un ex traductor afgano que reside en Sevilla cuenta cómo ve la situación de su país un año después de la evacuación de Kabul

El Ejército español repatrió a 14 personas de su familia, entre ellos varios niños, en una operación desarrollada tras la caída de la capital

Sus parientes tienen una ayuda de 700 euros al mes durante dos años, pero se les queda insuficiente para poder vivir en España

Karwan, ex traductor afgano del Ejército español, refugiado en Sevilla. / Antonio Pizarro

Sliman Shan Mohammadzai Karwan vivió con angustia hace un año la evacuación precipitada de Kabul. Karwan reside en Sevilla desde 2014, cuando llegó tras varios años trabajando como intérprete para el Ejército español en Afganistán. Pudo traerse entonces a su familia, pero éstos declinaron la invitación, pues se encontraban bien en el país. "Tenían sus sueldos, pensiones, vivían en sus casas... Estaban muy bien allí", cuenta hoy, diez meses después de que el Gobierno español pudiera sacar de Afganistán a buena parte de su familia.

Karwan, de 31 años, decidió abandonar Afganistán porque se había convertido en un objetivo de los talibanes. Hubo una reducción en el número de tropas internacionales, previa a la retirada para darle el relevo al Ejército afgano, formado y entrenado por la coalición. Los traductores ya no eran tan necesarios y los que habían trabajado como tal pasaron a ser los objetivos principales de los talibanes, que los veían como unos traidores.

"Para nosotros era un peligro quedarnos. A los talibanes no les gustan los intérpretes. Éramos el primer objetivo. De hecho, mataron a muchos compañeros. A mí me amenazaron. Alguien les sopló a los talibanes que yo era intérprete y les dijeron cuál era mi casa. Preguntaron por mí y a mi madre le dieron un mes para que apareciera. De lo contrario, matarían a los niños de mi familia. Mi madre les dijo que yo estaba muerto", cuenta Karwan, que recibe a este periódico en el barrio de Sevilla en el que reside, no muy lejos de donde lo hacen también sus padres.

La familia Mohammadzai, en la puerta del centro de ayuda al refugiado de Sevilla. / Fermín Cabanillas / EFE

Llegó a Sevilla sin saber español, pues se comunicaba en inglés con las Fuerzas Armadas. Traducía del pastún y el farsi al inglés. Aquí aprendió español, que maneja bastante bien, estuvo un año en un centro de acogida de refugiados, donde pudo conocer no sólo el idioma sino también la cultura y la idiosincracia locales. Salió de allí y encadenó diversos trabajos, casi todos en la hostelería. Estuvo en varios kebabs y luego pasó a trabajar de camarero en bares y restaurantes del centro. Aquello, todavía no lo sabía, sería determinante para que luego pudiera traer a su familia de vuelta.

La situación en Afganistán empezó a complicarse en 2021, cuando los talibanes avanzaron tan rápido que no dio tiempo a que todas las personas que deseaban salir del país pudieran hacerlo. El padre de Karwan también era un objetivo principal de los talibanes, pues fue general del Ejército afgano. "Mi padre fue un gran problema para los talibanes. Salió muchas veces en las noticias, en los medios de comunicación, con españoles y con americanos, patrullando juntos, haciendo misiones que sirvieron para acabar con muchos terroristas afines a los talibanes. Cuando reconquistaron el país, los talibanes buscaban a gente importante como mi padre, al que sólo le quedaba una opción, que era salir de allí, huir de Afganistán".

Sliman Shan y su padre, el general Shirzad. / Fermín Cabanillas / EFE

La familia de Karwan acudió dos veces al aeropuerto, tratando de escapar en algún vuelo del Ejército español, o de cualquier otro, pero fue imposible. "Había muchísima gente, había disparos y riesgo de atentado inminente. Tuvieron que marcharse de allí y esconderse. Ellos vinieron después".

Y ahí fue clave el trabajo de Reyes Calvillo, una joven periodista a la que Karwan conocía porque trabajaba en el bar al que habitualmente iba su abuelo, recientemente fallecido. "Yo no sabía que Reyes era periodista, la conocía porque venía con su familia al bar. Después me lo dijo su padre. Y ya le comenté la situación y fue ella quien lo movió todo. Le estoy muy agradecido, gracias a ella tengo a mi familia aquí".

La periodista ejerció de altavoz. Publicó el caso en distintos medios de comunicación y en las redes sociales e hizo un llamamiento que llegó hasta el Gobierno. El Ministerio de Exteriores se puso en contacto con Karwan y le pidió que le indicara a su familia que llegara, como fuera, hasta la frontera con Pakistán. Sólo así podrían sacarlos del país. "De allí los llevaron en autobuses de las Fuerzas Armadas, hasta un hotel en el que estuvieron unos cuatro días. Y vinieron en un avión del Ejército de Islamabad a Madrid". Toda esa odisea quedó inmortalizada en un libro escrito por la propia Reyes Calvillo y Fermín Cabanillas, que se titula Kabul, huir para vivir, y que publicó hace unos meses la editorial Pábilo.

"Fue muy difícil, los periodistas y los medios de comunicación españoles ayudaron mucho. Gracias a ellos, y al Gobierno español, he visto a mi familia después de ocho años, he podido abrazar a mi madre, algo que llegué a pensar que no volvería a hacer. Lo pasé muy mal hasta que salieron. Cuando veía en las noticias a tantísima gente salir huyendo de allí, pensé que ellos no lo lograría, porque es una familia grande, con niños pequeños, que no era fácil sacar del país. Pero lo cierto es que lo lograron. Trajeron a mi padre, mi madre, cuatro hermanos, tres cuñadas, un sobrino pequeño, otro de tres años, tres niñas mellizas...". En total 14 personas, con varios bebés entre ellos.

Algunos miembros de la familia, entre ellos los padres, viven ya en un domicilio que Karwan consiguió alquilar no muy lejos de su lugar de residencia, en un barrio situado al este de la ciudad. El ex traductor pide que no se revelen sus datos, ni tampoco salgan imágenes actuales de sus familiares, por motivos de seguridad. Varios de sus parientes siguen en el centro de acogida, a la espera de mudarse a una vivienda. "Me cuesta mucho encontrarles un piso, cuando cuento que son refugiados, los propietarios no me lo alquilan. Quiero aprovechar para decir que tenemos una ayuda del Gobierno y que hay garantía de pago, pero aún así, noto cierto rechazo o temor".

Refugiados afganos que llegaron a España en octubre, junto con la familia de Karwan, en la base de Torrejón de Ardoz. / Fernando Villar / EFE

A sus padres y otros cuatro miembros de su familia sí logró encontrarles vivienda. Eso sí, era un piso vacío sin nada, y todavía hoy anda buscando muebles y electrodomésticos necesarios. El mismo día que se desarrolla la entrevista, Karwan tenía previsto recoger un horno y un microondas que le habían donado. "Y gracias a Reyes y a Fermín también nos han ayudado dándonos mantas, ropa, menaje del hogar..."

La preocupación actual del ex intérprete afgano pasa por la cuestión económica. El Gobierno español le otorga a su familia una ayuda de 700 euros durante dos años. Es un dinero insuficiente. "En la casa de mis padres viven seis personas. Pagamos 480 de alquiler. Con la luz, el agua y la comunidad, les queda muy poco para comer. Ahora mismo tienen 25 euros para lo que resta de mes. Yo les ayudo en lo que puedo pero tengo que mantener a mi familia (Karwan reside con su pareja, sevillana, y el hijo de ésta). A veces les compro un kilo de carne o verduras, la gente también les ayuda en lo que puede, pero dentro de un año se acabará la ayuda y no sabemos qué pasará entonces".

"Para ellos es un poco complicado. Mi padre dice que allí teníamos miedo a que nos mataran pero aquí lo tenemos a morir de hambre. Para una familia de seis personas, la ayuda es de 700 euros no les llega. Es muy poco dinero, y los precios han subido mucho este año. Nosotros estuvimos colaborando con el Ejército español allí, codo con codo. Yo vivía con los soldados, dormía con ellos en la misma habitación, tenía mucha confianza con ellos. Y nunca recibí nada del Gobierno español. Estamos muy agradecidos por traerlos, pero necesitamos algo más", incide el ex traductor.

Llegada a España de refugiados afganos. / Fernando Villar / EFE

Fundamental sería que sus hermanos pudieran encontrar trabajo. Entre ellos hay dos médicos y un dentista, "pero trabajar de eso aquí es complicado", admite Karwan. "Pueden hacer lo que sea, pueden ser camareros, por ejemplo, cualquier cosa con la que puedan llevar dinero a casa". Uno de ellos se maneja ya en español. "Antes me llamaban cada dos por tres para que les tradujera, ahora ya no tanto", recuerda el joven afgano.

A pesar de esta situación económica, los afganos están contentos en Sevilla. "Mi familia está muy bien aquí. Tienen salud y les gusta la ciudad, su ambiente y su clima. Nunca habían visto un país como España. Pensaban que tendrían su casa propia nada más llegar, pero tuvieron que pasar un tiempo en el centro de acogida para aprender sobre este país. A mis padres, de 62 y 55 años, les cuesta trabajo hablar español. Pero los veo bien, están contentos".

Suelen salir a pasear por el barrio y hacen la compra con un carrito que les donó un ciudadano, algo que les llamó mucho la atención porque no lo conocían. Incluso se acercan de vez en cuando al centro de la ciudad, del que admiran su herencia musulmana. Acuden con frecuencia a la mezquita e incluso han practicado el Ramadán. "Les gusta mucho la tranquilidad de la gente aquí, y mi padre sólo se asusta un poco cuando tiran algún petardo".

Control talibán en Kabul. / EFE

Esa vida plácida en Sevilla también contrasta con cierta nostalgia. "A ver, mi padre está también triste por dentro, pero como nos pasa a todos los afganos que vivimos en Europa, pues nadie esperaba que los talibanes se fueran a hacer con el país en un momento".

Desde España se mantiene informado sobre la situación de su país. "Veo las noticias, miro las redes sociales... Ahora veo que en Afganistán hay cierta seguridad, está más tranquilo que antes, pues no hay bombas, explosiones ni terroristas. Con el Gobierno anterior, todas las bombas eran de los talibanes para echar a los occidentales, porque no querían tropas extranjeras. Cada día había atentados y morían cien personas o más. Ahora el problema es que no hay trabajo, no hay ayudas, y la gente se está muriendo de hambre. No hay guerra pero hay pobreza. No hay dinero. La gente no confía en los talibanes. Han hecho mucho daño. Han cortado cabezas. Son malos, la gente tiene miedo".

Karwan tiene claro que no volverá a pisar Afganistán durante una larga temporada. "Yo no volveré mientras estén los talibanes. Ni yo ni nadie. Cuando sepan que fui intérprete con las Fuerzas Armadas españolas, me van a llamar judío y me van a cortar la cabeza. Los que han trabajado para los americanos son considerados judíos", que supone un insulto dentro del islam radical que profesan los talibanes. "Han echado de los colegios a las niñas. No quieren que las mujeres trabajen ni estudien".

"Ojalá alguien nos ayude para que encuentren trabajo y piso. Desde que llegué, intenté contactar con militares españoles con los que trabajé, pero ha sido imposible. Cuando estábamos en Afganistán, me dieron sus números de teléfono, me dijeron que me ayudarían en España, pero cuando les he llamado, no me ha respondido nadie", concluye el que fuera traductor de las Fuerzas Armadas españolas durante buena parte de su misión en Afganistán.

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