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El voluntariado en Sevilla

Los voluntarios de Sevilla trabajan con humildad, entrega y alegría para ayudar a miles de familias los 365 días del año

En Navidad preparan actividades especiales para que los más desfavorecidos disfruten de la fiesta

Los usuarios del comedor social de la Casa Grande del Pumarejo se sirven el amuerzo. / Juan Carlos Vázquez

Las fiestas navideñas son días señalados en el calendario por todos. Quién más y quién menos utiliza esta fecha como excusa para reunirse con la familia, acudir a una fiesta con los amigos, disfrutar de una buena comida o intercambiar regalos con los seres queridos. Sin embargo, hay mucha gente para la que estos días festivos no se distinguen de los del resto del año. Personas que están solas, que no tienen hogar o que no disponen de recursos para poder comer a diario y tampoco los días de Nochebuena o Navidad. Son familias enteras, mayores que viven solos, inmigrantes alejados de sus parientes... personas en general en situación de pobreza y para las que prácticamente dedican su vida los voluntarios de Sevilla.

Las asociaciones y entidades sevillanas sin ánimo de lucro mantienen su labor durante todo el año, pero también realizan actividades más especiales por Navidad, para hacer que todas las personas con las que colaboran puedan disfrutar de estas fechas e intentar que el encanto de la Navidad no se pierda por el hecho de carecer de recursos económicos.

Así es como se viven estos días en el comedor social que regenta la asociación Mujeres Supervivientes de Violencia de Género en la Casa Grande del Pumarejo. Éste es uno de los siete comedores sociales que reciben subvención municipal. Aquí acuden a diario un mínimo de 60 personas a "comer en compañía". Su presidenta, Antonia Ávalos, junto a otros quince voluntarios, se encarga de planificar y elaborar los menús así como "dar la bienvenida a todo aquel que necesite ayuda". Los voluntarios de esta asociación son los propios usuarios de sus servicios. "Aquí todos hacemos de todo. Nosotros servimos comida, pero, sobre todo, esto es un espacio de encuentro en el que hacemos familia", relata a este diario Ávalos.

El comedor social de la Casa Grande del Pumarejo ofrece estos días comidas y productos navideños

Aunque su labor es diaria durante todo el año, la llegada de la Navidad no pasa de largo y al menú tradicional, basado en su mayoría en verduras -con un plato de carne o pescado una sola vez a la semana- estos días se añaden alimentos especiales tales como "gambas, turrones o mantecados".

Aquí sólo se sirven almuerzos y la hora programada son las 14:00 horas. Al son de una campana que indica que la comida ya está lista, los usuarios hacen cola para coger su plato y servirse a modo de un self-service. Una nueva estrategia que, según explica la presidenta, llevan varios años utilizando y con la que se desperdicia menos comida. "Aunque se elabora un primer y segundo plato y un postre, aquí cada uno se sirve su propia comida, con la cantidad que se va a comer", señala.

Aunque reciben una ayuda económica del Ayuntamiento de Sevilla con la que compran los víveres que sirven, una gran parte de los alimentos que preparan y distribuyen procede de un huerto donado por Ecologistas en Acción adonde llevan los desechos diarios y utilizan de abono para la plantación de verduras y alimento para las gallinas de las que obtienen que también obtienen huevos.

En cuanto al perfil de los usuarios, según explican, se corresponde cada vez más a familias con bajos recursos económicos que necesitan alimentos básicos. Antonia Ávalos matiza que la asociación está orientada a la atención de mujeres víctimas de violencia de género o en riesgo de exclusión social, pero la atención en el comedor social es mucho más amplia. Destaca la asistencia a jóvenes universitarios a los que, asegura, "no les llega para sobrevivir con el dinero que le proporciona su familia", y también hombres en paro y sin ningún tipo de ingresos.

Los usuarios del comedor social del Pumarejo también utilizan en lugar como punto de encuentro. / Juan Carlos Vázquez

"Al principio atendíamos a gente muy precaria y sobre todo muchas mujeres víctimas de violencia de género sin recursos, pero ahora esto ha cambiado. Aunque la mayoría son personas sin empleo o vivienda, también atendemos a muchos universitarios a los que nos le llega con la aportación que les hacen sus padres y también hay inmigrantes, aunque son los que menos", explica Antonia Ávalos que destaca que "el 80% de los usuarios son sevillanos y españoles".

Un perfil de nuevos necesitados que también subraya Candi Sánchez, voluntario de Cáritas de la Parroquia de Santa Ana en Triana. "En Sevilla hay más necesitados de los que la gente se imagina. Cada vez son más familias que por alguna circunstancia cae en una situación de precariedad de la que no es capaz de salir sin pedir ayuda", recalca este voluntario que también insiste en que la mayoría de usuarios son familias sevillanas. El día a día en este organismo, explica Candi, "va mucho más allá del reparto de alimentos".

Candi Sánchez, voluntario de Cáritas Santa Ana

"En Cáritas no sólo se reparte comida como la gente se piensa, aquí ayudamos en todo"

Según nos desarrolla este voluntario, las apróximadamente 80 familias que se atienden en este Cáritas Parroquial encuentran en los cinco voluntarios que gestionan el organismo una ayuda muy diversa. "Aquí ayudamos en todo lo que te puedas imaginar", añade Candi, antes de enumerar algunas de sus funciones básicas. "Damos alimentos, pero también pagamos las facturas de los servicios básicos (agua, luz y gas), damos formación, buscamos trabajo o damos asesoría jurídica, entre otras cuestiones", explica. Además, el organismo cuenta también con un servicio de ducha, disponible dos días a la semana, se ofrecen desayunos y dispone de una ropería, que consiste en el reparto de ropa que reciben de donaciones particulares o por compras que se hacen desde la propia Cáritas, sobre todo, para determinados sectores de edad como los niños para los que "prácticamente no llega nada", subraya Candi.

Candi Sánchez, voluntario de Cáritas de la Parroquia de Santa Ana, organiza los alimentos recibidos en su alamacen. / Juan Carlos Muñoz

Aquí tampoco se pasa por alto la llegada de la Navidad y al trabajo diario se suman actividades orientadas al disfrute de las fiestas de los más desfavorecidos. En concreto, desde Cáritas de Santa Ana nos explican que se llevan a cabo campañas específicas de recogida de alimentos de temporada, especialmente dulces navideños, y también una campañas de juguetes para que, tanto niños como personas mayores, no se queden sin regalo la noche de Reyes Magos. "Cada año cuando se acerca la Navidad vamos haciendo una lista con los niños de las familias que asistimos, una especie de carta de los Reyes Magos, y de tres posibles regalos que nos proponen le intentamos comprar uno de ellos que luego reciben el día 6 de enero. También hacemos regalos a las personas mayores, a los que normalmente le compramos perfumes o pijamas", explica.

Los recursos con los que disponen Cáritas proceden en su mayoría de donaciones. Destaca este voluntario las grandes aportaciones que reciben mensualmente tanto de la Hermandad de la Esperanza de Triana y la Divina Pastora de Triana, así como de personas particulares y, sobre todo, las campañas en las que participan "muchos colegios", especifica. No obstante, una fuente importante de alimentos procede del Banco de Alimentos de Sevilla, donde una vez al mes se recogen grandes cajas con comida no perecedera que van distribuyendo entre sus usuarios.

Precisamente, este Cáritas de la Parroquia de Santa Ana es una de las más de 300 entidades a las que da servicio el cuerpo de voluntarios del Banco de Alimentos. Desde aquí se reparte comida a un total de 45.000 personas en toda la provincia. Su trabajo, al igual que el resto de asociaciones y entidades sociales de Sevilla, no se detiene a lo largo de todo el año, pero con la llegada de fechas especiales como son las fiestas de Navidad, hacen que su función sea más imprescindible que nunca.

Las cajas de comida almacenada en el Banco de Alimentos de Sevilla. / José Ángel García

Con la llegada de estas fiestas son más comunes las iniciativas solidarias y por lo general en estos días crece un sentimiento de ayuda que se impregna en miles de personas y organizaciones de cara a apoyar a los más necesitados. Por ello, mirando de reojo la llegada de estas fechas desde el Banco de Alimentos se organiza cada año a finales de noviembre la Gran Recogida de Alimentos. Una campaña en la que se han recogido este año en Sevilla 534 toneladas de alimentos -de las 7.000 que se distribuyen al año en la provincia- con las que podrán cubrir durante meses sus necesidades básicas alimentarias miles de familia, pero que ha supuesto un 15% menos de los recogidos en 2018, debido, en parte, al "déficit de voluntarios" tal y como nos explica el voluntario responsable del departamento de alimentos y fase de clasificación de las grandes recogidas del Banco de Alimentos de Sevilla, José Luis Candau.

En este aspecto, el responsable de voluntariado José Pedraza aprovecha para hacer un llamamiento a la ciudadanía. "Aquí tiene cabida cualquier persona. Este año no hemos podido estar en 70 supermercados de la provincia en la Gran Recogida por falta de voluntarios", subraya.

La labor del voluntariado aquí es de lo más diversa. Recogida de donaciones, clasificación, entrega del alimento, labores administrativas, pago de facturas... funciones al uso de cualquier empresa, pero gestionadas por personas de manera altruista. El responsable de voluntariado separa entre el voluntario permanente –donde se agrupan unas 100 personas– que trabajan a diario en el Banco y los colaboradores coyunturales, que se unen a las diversas campañas y actividades de recolectas. Al igual que nos explicaban en Cáritas, en el Banco de Alimentos también subrayan la positiva respuesta ciudadana ante las distintas actividades en busca de donaciones y, coincidiendo con el resto de entrevistados coinciden en el "aumento del perfil del necesitado en Sevilla".

En esta línea y a fin de intentar llegar al mayor volumen de personas sin recursos, está la función que controla Juan Antonio Romero, voluntario visitador de entidades. Su trabajo consiste en controlar que los alimentos estén "bien entregados" y en gestionar el reparto en función de las necesidades de los colectivos de personas que atiende cada entidad receptora de alimentos. "Se trata de ser equitativos porque alimentos hay los que hay y necesidades hay infinitamente más", concluye este voluntario.

La apuesta municipal por los comedores y catering sociales

El Ayuntamiento de Sevilla, a través de su área de Bienestar Social y Empleo, también es parte fundamental en esta especie de círculo que sustenta al cuerpo de voluntariado en la ciudad En total, diez proyectos sociales de la ciudad reciben anualmente una subvención municipal, que asciende a 665.000 euros en total y que se adjudica por convocatoria pública mediante concurso. En concreto se reparte entre siete comedores sociales, cuyo ámbito territorial de ejecución será toda la ciudad, y tres catering sociales, que se ciñen a zonas concretas como el Polígono Sur, Tres Barrios, Torreblanca, Cerro-Su Eminencia y Polígono Norte, gestionados todos por diferentes entidades sin ánimo de lucro. El delegado municipal del área, Juan Manuel Flores, ha explicado a este periódico que "ante la carestía de recursos económicos que suelen tener esas entidades sin ánimo de lucro que optan a estas ayudas y que les dificulta disponer de los medios materiales y financieros para sufragar los proyectos de atención alimentaria a lo largo de todo un año, se prevé abonar la totalidad de la ayuda de forma anticipada".

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