Unas vocales muy consonantes
Calle Rioja
Proeza. La Asociación de Empresarias de Sevilla, que agrupa a unas seiscientas profesionales, celebra su vigésimo aniversario con una ceremonia en el Alcázar.
CUANDO su interlocutor vio a Ana Llopis (Sevilla, 1970), le preguntó por el gerente de Cubas Llopis. "Está usted hablando con la gerente", dice la cabeza visible de esta empresa de recogida de residuos sólidos e industriales. María José Álvarez Ávila (Sevilla, 1965), formó a la primera promoción de conductoras de Tussam. Cuando esta abogada acudió a Madrid a un congreso de transporte aéreo, marítimo, ferroviario y por carretera, la tomaron por una azafata del Ave. Mercedes Martínez Egaña (México, 1959), directora de Egaña Oriza, ya se ha acostumbrado a que al verla en el comedor le pregunten por el mètre. Son tres de las 600 empresarias sevillanas asociadas en la AES, que hoy celebra en el Alcázar el vigésimo aniversario de su fundación. Un año antes de la Expo, y parece que todavía hace falta que el trabajo de las mujeres se exponga al universo para que se vea, valore y reconozca.
Ana Llopis y Rosalía Zahíno (Huelva, 1963), empresaria de moda flamenca, son hijas de emigrantes. El padre de Ana aprendió en Alemania el sistema de cubas multibasculantes "que en Sevilla no existía, aquí los residuos se recogían con mulos de carga". El padre de Rosalía se fue también a Alemania a trabajar en una fábrica textil. Ella volvió con once años a España y después vivió diferentes experiencias laborales en Inglaterra y en Luxemburgo.
"Yo no soy hija de emigrante, la emigrante fui yo". Los padres de Mayte Chaveinte (Madrid, 1959), fundadora de Conecta Mix, empresa dedicada a la organización de eventos culturales y espectáculos, trabajaban en el Metro de Madrid; su padre de jefe técnico, su madre de taquillera, igual que Elsa Pataky en la última película de Garci. Mayte se fue de au pair a Inglaterra, el inglés le abrió "muchísimas puertas laborales" y descubrió Andalucía, aunque antes que en Sevilla probó en Almería.
Para no desentonar con esa génesis del esfuerzo, Mercedes Martínez Egaña es nieta de emigrante. Su abuelo, guipuzcoano de Deva, se fue a México en los años 20 a trabajar en una fábrica textil. Allí nacieron las dos generaciones siguiente. "Mi madre se formó en Estados Unidos, conducía, al llegar a España se compró un Seat seiscientos". Mercedes llegó en 1983 a Sevilla "contra la opinión familia". Las inundaciones en el País Vasco le hicieron cambiar de planes. Sus cuatro hijos nacieron en Sevilla y fueron bautizados en Deva. Ella es vasca de formación y hoy, casi tres décadas después de su llegada, en cierta forma será bautizada en Sevilla. La Asociación de Empresarias de Sevilla reconoce su "trayectoria empresarial femenina" concediéndole la certificación AES en su octava edición.
Ana María Álvarez Ávila, la formadora de conductoras, se convirtió en la quinta presidenta de la Asociación. Sustituyó a Susana López cuando ésta se incorporó a la lista electoral de Juan Espadas. La crisis también las azota, esa igualdad no hace distingos, pero esta abogada atribuye al colectivo un vigor que se sale del canon. "La mujer es menos jerárquica en el sentido militar de la expresión, trabaja de una manera más horizontal". Incluso con sus vecinos de edificio, el sindicato UGT.
La presidenta de AES está en las directivas de la CEA y Cámara de Comercio. Trayectoria empresarial femenina. En el caso de la galardonada, una relación paradójica. Primero, porque lleva treinta años trabajando con su marido, que es el que entra en la cocina. Segundo, porque, en sus palabras, "yo no tengo problemas con los hombres, los tengo con las mujeres ñoñas".
Ana Llopis, con 11 años, jugaba a ser secretaria de la empresa de su padre, tecleaba facturas y albaranes. Ahora está al frente de "una empresa de hombres dirigida por mujeres". Empezando por su madre, a la que recuerda con un niño en brazos diciendo por teléfono "Cubas Llopis, dígame". En la empresa de Rosalía Zahíno trabajan cuatro personas "y desde el lunes cinco". Una noticia en estas calendas de desempleo galopante. "En mi forma de entender el negocio influyeron mucho los años en Alemania. Me gusta el trabajo bien hecho, la palabra cumplida, aquí cuesta mucho, siempre el mañana permanente". Dos varones andaluces de cuna y una hija que nació en Luxemburgo. "Ellos me ayudaban más que mi hija. En Luxemburgo ponían la mesa, ayudaban a lavar el coche. Llegamos a Sevilla y aquí los hijos no hacen nada y ellos no querían pasar por ser el mariquita de la pandilla".
AES son las siglas de la asociación y también el plural de la vocal a que es como el sello gramatical de la femineidad. "Mi sector está muy masculinizado", dice Mayte Chaveinte, "entre otras cosas porque casi siempre se monta de madrugada. Trabajo con técnicos de sonido, de iluminación, auxiliares de carga y descarga, pero yo soy la primera en llegar y la última en irme".
A todas les irrita por igual que muchos hombres no cierren los tratos en horario laboral. "Siempre tiene que ser en la barra de un bar", dice Ana Llopis, "y yo al bar voy con mis amigos o mi familia, no con mis clientes". Cuatro de las cinco son madres. Para ellas no es un hándicap, pero son conscientes de que las hace ante los demás "menos profesionales" (Llopis), "menos competitivas" (Álvarez Ávila). "Yo estoy en una reunión", dice la presidenta, "y tengo que estar pendiente de la hora de cierre del supermercado, de si tengo leche en casa o mi hija se habrá cepillado los dientes". Un celo que las hace más completas. "Cuidamos más los detalles, tendemos a controlarlo todo".
Podían hacer una Feria entre las cuatro. Cubas Llopis almacena y monta casetas de Feria; Rosalía Zahíno aportaría los trajes de gitana; Mercedes Martínez Egaña, el catering; y la organización correría a cargo de Mayte Chaveinte, la hija de la taquillera del Metro, cuya empresa está especializada en entregas de premios.
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