Una vocación forjada en el Pabellón Mudéjar
Para realizar esta entrevista, Alfonso Pleguezuelo elige el Museo de Artes y Costumbres Populares, el punto cero de su vocación como estudioso de la cerámica histórica. Fue el antiguo director de la institución que acoge el Pabellón Mudéjar de la Exposición del 29, Antonio Limón, quien le encargó que organizase las colecciones de azulejos, trabajo que fue editado por Padilla, el mítico librero y editor de los años 80. Aunque su tesina de licenciatura la dedicó al azulejo del XVIII, su tesis doctoral la realizó sobre la arquitectura protobarroca de la ciudad: Vermondo Resta, Juan de Oviedo y, sobre todo, el poco conocido Diego López Bueno, un artista polifacético que tocó los palos de la arquitectura, la escultura y el diseño de retablos (entre ellos el del Hospital de las Cinco Llagas, actual testigo de las trifulcas políticas de los parlamentarios andaluces). Sin embargo, como dice él, "fue el ambiente académico de la ciudad el que me hizo volver al tema de la cerámica". Eran los años 80 y los arqueólogos habían empezado a valorar los restos posteriores a la antigüedad, hasta ese momento denostados. "Me llamaban para que valorase las piezas cerámicas medievales y modernas". Pleguezuelo ha diseñado los contenidos museográficos del futuro centro de interpretación de la cerámica de Triana.
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