Casi el 85% de las viviendas suspenden en ahorro energético
Sostenibilidad
El porcentaje de inmuebles que obtienen la peor nota es más elevado que en el conjunto de España y Andalucía. El certificado de consumo es obligatorio para los edificios en venta o alquiler.
Los hogares sevillanos están lejos de la eficiencia energética. El real decreto que entró en vigor el pasado 1 de junio -que obliga a todos los inmuebles en venta o alquiler a poseer un certificado de consumo energético- ha revelado las carencias en este ámbito de la mayoría de las viviendas tras los informes que se han llevado a cabo. La principal razón de que no se cumplan los requisitos exigidos es la antigüedad de los edificios, que se levantaron mucho antes de 2007, cuando se puso en marcha la normativa para aprovechar al máximo los recursos naturales. Además, la provincia casi duplica a la media española en el número de viviendas que obtienen la peor calificación en gasto energético.
Una vez que entró en vigor este decreto muchas empresas han prestado sus servicios para que los titulares de los edificios anteriores a esa fecha dispongan de dicho certificado. Entre ellas se encuentra Certicalia, una plataforma on-line que ha hecho públicos los primeros resultados tras varios meses de trabajo. En Sevilla, y aunque se trata de datos provisionales, se demuestra que el 84,84% de las viviendas suspenden en ahorro energético.
Para conocer este resultado hay que tener en cuenta que la etiqueta que se expide otorga, como en el caso de los electrodomésticos, hasta siete calificaciones (de la A a la G en orden decreciente). Con la A se alcanza la excelencia energética, mientras que la G supone un gran déficit en ahorro. La D equivale, por tanto, a una posición intermedia por la que se logra un simple "aprobado". Pues bien, según el informe de Certicalia, ninguna de las viviendas sevillanas alcanza la posición C, y todas permanecen entre la D y la G, esto es, la zona más baja de la tabla.
Este resultado no es del todo alarmante, ya que el certificado es obligatorio para los inmuebles levantados antes de 2007, puesto que a partir de ese año ya debían constar con este documento en su proyecto. Lo que quizá no lo sea tanto es que el 30% de los inmuebles examinados obtengan la peor calificación (G), lo que supone casi el doble de la media española (15,98%). Dicha cifra supera, incluso, a la media andaluza, fijada en un 21,77%. En la penúltima posición (F) se encuentran el 6,06% de las viviendas certificadas; en la E, el 48,48%; y en la D, el 15,15%. Por tanto, sólo una pequeña parte de los edificios construidos antes de 2007 y que actualmente están en venta o alquiler superan por la mínima los requisitos exigidos para que sean eficientes en cuanto a energías. En las tres calificaciones superiores no logra entrar ninguna vivienda. Ello evidencia que en el mercado sevillano de la venta y el alquiler no abundan muchos edificios rehabilitados o que en su reforma no se han seguido los parámetros de ahorro energético, algo que sí ocurre -aunque de manera residual- en el resto de España y Andalucía.
Pero, ¿cuáles son los criterios que se deben aplicar para construir una casa sostenible en Sevilla? Una de las carencias más detectadas por los técnicos certificadores es la del aislamiento por la creencia de que sólo es necesario en zonas de mucho frío. Sí es cierto que para habitar un hogar en esta provincia -excepto en poblaciones de sierra- no se requiere usar demasiado la calefacción en invierno, pero en verano las altas temperaturas que se registran obligan a un alto consumo del aire acondicionado que sería menor si la vivienda tuviera una buena "envolvente". Para tal fin, antiguamente se construían gruesos muros que aislaban la casa del exterior y conservaban el fresco. En la actualidad existen otras medidas, como la colocación de protectores solares en las fachadas que miran al oeste y sur, las más afectadas por el calor en verano. Para ello resultan imprescindibles las marquesinas, toldos y persianas.
Otro recurso natural que contribuye a refrigerar los inmuebles es la ventilación cruzada. Un ejemplo de aprovechar bien las corrientes de aire son las fachadas con diferentes orientaciones, de ahí que se desaconseje la construcción de grandes bloques de pisos en una sola línea, con viviendas en una única fachada y sin hueco interior. Por tal motivo, los expertos en ahorro energético recomiendan la recuperación de un elemento que desde los romanos (incluso antes) se ha introducido en las casas sevillanas: el patio, que como en los inmuebles antiguos ha de estar conectado con la calle a través de un portal (zaguán) o pasillo para favorecer la ventilación natural.
Las factores que los técnicos analizan a la hora de certificar un inmueble son el aislamiento y los sistemas de generación de energía. En los primeros se incluyen los muros (grosor y composición), el tejado (en caso de áticos y casas), el suelo (para los bajos), paredes, forjados, ventanas, puertas, chimeneas y otros huecos en los que pueda haber escapes de frío o calor. Respecto al segundo grupo, la calefacción, el aire acondicionado, el agua caliente, la iluminación y el tipo de cocina (gas o vitrocerámica) son los elementos a examinar.
El certificado (con un precio que oscila entre los 80 y 150 euros) tiene una validez de 10 años. El propietario de la vivienda debe entregarlo al comprador o arrendatario a la hora de firmar el contrato. Se trata de una etiqueta informativa sin sanción, con independencia de la calificación lograda, aunque una buena nota revaloriza el inmueble.
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