Del Virgen del Rocío a la Academia Nacional de Medicina: "La psiquiatría tiene que nutrirse de la neurociencia"

El jefe de la Unidad de Gestión Clínica de Salud Mental, Benedicto Crespo, se convierte en el único clínico de Andalucía que ocupará un sillón en la prestigiosa institución mientras ejerce en un hospital público

Un médico del Virgen del Rocío ocupará el sillón de Psiquiatría de la Real Academia Nacional de Medicina

El psiquiatra, y nuevo Académico de la Real Academia Nacional de Medicina, Benedicto Crespo, en su despacho en el Instituto de Biomedicina de Sevilla.
El psiquiatra, y nuevo Académico de la Real Academia Nacional de Medicina, Benedicto Crespo, en su despacho en el Instituto de Biomedicina de Sevilla. / Gabriel Hinojosa

Nacido en Alcalá la Real (Jaén), con familia paterna originaria de Salamanca, formado en Medicina en la Universidad de Granada y especializado en Psiquiatría en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid, el doctor Benedicto Crespo-Facorro rezume sevillanía por los cuatro costados. Tanto, que desde el año pasado lidera un proyecto de divulgación en colaboración con la Hermandad de la Macarena para abordar la pérdida del bienestar emocional en la comunidad.

Llegó a Sevilla en 2019. Es catedrático de Psiquiatría por la Universidad de Sevilla y se convirtió en director de la Unidad de Gestión Clínica y Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del hospital de referencia en Andalucía, y uno de los mayores de España, el Virgen del Rocío, desde donde su carrera ha dado ahora un salto cualitativo más allá de la clínica. Acaba de aterrizar en la prestigiosa Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME) donde ocupará el sillón número 16 como el primer profesional que ocupa un sillón a la vez que ejerce en un hospital público. La votación tuvo lugar durante la última junta de gobierno de la RANME y las tomas de posesión tendrán lugar en los próximos meses. “Sin sacarlo de contexto, es un hito, un logro significativo a nivel de carrera y a nivel de Andalucía también”, afirma.

El órgano médico cuenta con 40 sillones vitalicios que sólo quedan vacantes tras el fallecimiento de su anterior ocupante. El nuevo académico se une así a una lista de ilustres psiquiatras que han ocupado este sillón en el pasado, como Vallejo-Nágera, López Ibor y Alonso Fernández. “La función de las academias es intelectual, científica y social. Estamos al servicio de la sociedad y de las instituciones que quieran utilizarnos como referentes en las distintas áreas de conocimiento”, explica el psiquiatra.

Llegar hasta aquí es el resultado de muchos años de experiencia y dedicación profesional. Desde sus inicios en Medicina, el doctor Crespo-Facorro siempre se sintió fascinado por el cerebro, al que considera el órgano “más desconocido y atrayente” del cuerpo humano. Esta pasión le llevó a decantarse por la psiquiatría, tanto desde una perspectiva humana y antropológica como desde el punto de vista de la investigación.

Psiquiatra e investigador

Mantenerse en lo más alto y ser considerado un referente como lo es Benedicto Crespo-Facorro implica estar siempre en constante formación. El también investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) y del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), aboga por un cambio en el paradigma de la investigación en salud mental, apostando por el avance en el conocimiento de los factores biológicos asociados a las enfermedades mentales, especialmente aquellos relacionados con el cerebro. “La psiquiatría tiene que nutrirse de la neurociencia. Es un camino largo y complicado, pero debemos ir pavimentándolo y potenciándolo para que aparezcan esos marcadores biológicos y elementos modificables que nos den oportunidad de nuevas herramientas o tratamientos”, explica

Sobre el consumo de psicotrópicos, el doctor reconoce el abuso de las benzodiazepinas, pero huye de su estigmatización. Lamenta que, históricamente, no se haya controlado su prescripción, lo que ha podido conducir al abuso actual. Sin embargo, rechaza algunas corrientes que proponen la desprescripción. “Los psicofármacos no son tóxicos y pueden ayudar a mantener el equilibrio mental. Lo que necesitamos es un uso racional de estos medicamentos, utilizándolos cuando son necesarios y buscando alternativas no farmacológicas cuando no lo son”, argumenta.

Para el psiquiatra, en la actualidad, la salud mental ocupa un puesto principal entre las preocupaciones en materia de salud. En su opinión, esto se debe a que afecta a muchas personas y a que la sociedad es consciente de que existen soluciones para estos problemas. “Ha habido un cambio social. La salud mental ya no es un tabú y la gente habla de ello, incluso más de lo que debería”, señala el psiquiatra quien, en esa línea, advierte sobre el riesgo de que mucho del conocimiento que tiene la población sobre salud mental provenga de fuentes no acreditadas, especialmente a través de las redes sociales. “Las personas con influencia sobre el público general vierten opiniones no acreditadas y muchas veces desafortunadas sobre los problemas de salud mental”, alerta. Usar como fuente lo que se publica en redes sociales es, para el facultativo, un arma de doble filo. “Ha ayudado a facilitar el acceso a la salud mental, pero también ha contaminado mucho el entendimiento y la educación, o la cultura en salud mental, por provenir mucho del conocimiento que ahí se vierte de fuentes no acreditadas”, añade.

La salud mental de los sevillanos

Entre las principales preocupaciones en el ámbito de la salud mental, el doctor Crespo-Facorro destaca los cuadros de ansiedad y depresión, por el gran número de personas a las que afectan. Además, hace hincapié en el aumento de los trastornos de inestabilidad emocional o de personalidad, así como en los trastornos de la conducta alimentaria. “Son cuadros ante los que no tenemos herramientas adecuadas hoy en día y que nuestro sistema sanitario no tiene aún bien estipulado su abordaje”, remarca.

Otro tema que preocupa especialmente es el suicidio, un fenómeno complejo que requiere un abordaje integral y a largo plazo. “Deberíamos ser capaces de apostar mucho más desde el punto de vista de la inversión en recursos y de la contribución de muchos actores implicados, no solamente salud, sino también colectivos en educación, en inclusión o en justicia”, sentencia el psiquiatra.

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