Los niños ya no vienen de Ucrania
Gestación subrogada
Una pareja sevillana relata su experiencia en Kiev después de ver nacer a su hijo fruto de una gestión subrogada
El consulado español los avisó de que serían los últimos
Gregorio y Carlota han sido una de las últimas parejas en aterrizar en España con un hijo nacido en Ucrania mediante gestación subrogada. Tuvieron suerte. No ha sido así para las treinta familias atrapadas hoy en Kiev. "Yserán muchas más", avisa Gregorio, el nombre irreal de un padre que vio nacer a su hijo en la capital ucraniana el pasado 20 de junio. Quince días después ya no fue posible. Los niños, por ahora, han dejado de venir de Ucrania.
Para Gregorio no fue una sorpresa. Lo avisaron los propios funcionarios del consulado español en Kiev. Seréis los últimos afortunados, vinieron a decirle cuando el recientemente padre sevillano se sometía a la rutinaria certificación del ADN en la oficina consular. Era ése el paso previo para proceder, a continuación, a inscribir al nuevo ciudadano en el Registro Civil de España. Tal servicio burocrático ha dejado de hacerlo el consulado. De hecho ya no hace servicio alguno.
"Estaban de mudanza", explica Gregorio. "Me dijeron que iban a cerrar y que, además, la nueva legislación europea sobre protección de datos impedía la gestión con el ADN para completar los trámites. ¿Ycómo va a hacerse a partir de ahora?, les pregunté. Ni idea, me dieron".
La noticia de españoles atrapados en Ucrania ha sido estos días objeto de titulares de prensa e informativos. Ahora son 30. La previsión es que puedan superar los 200. Algunos medios han denunciado que las familias son a veces engañadas por las agencias que intermedian entre ellos y las madres de alquiler. No ha sido el caso de esta pareja sevillana, a quien sorprende la oleada de críticas sobre el proceso en las redes sociales. Exageraciones y mentiras.
Sin rastro de explotación
Hablan de explotación de mujeres. Gregorio está convencido de que no es así. Él, aclara, sólo puede hablar de su ejemplo y el de su agencia, aunque tampoco conoce a nadie con mala experiencia. "Explotación no ha habido. Ana –el nombre de la gestante ucraniana– era consciente de todo. El trato con ella ha sido excelente, con intermediarios y, sobre todo, sin ellos delante", relata este sevillano que detalla cómo él y su mujer siguen teniendo contacto con quien ha llevado a su hijo en el vientre durante los nueves meses y pico de gestación. "Si de verdad hubiera estado explotada, ¿no crees que nos habría advertido meses después? ¿No crees que nos habría dicho que denunciáramos?", pregunta retóricamente Gregorio, refiriéndose a esta mujer ucraniana de 32 años.
No solamente refiere Gregorio la exquisita relación con Ana. La experiencia con la agencia y con la clínica ha sido impecable. Le han hablado de una empresa que, en efecto, está siendo investigada por prácticas fraudulentas, pero, insiste, él no percibió nada raro.
El proceso, desde el momento de la fertilización hasta el nacimiento del bebé, ha tenido un estricto control sanitario y administrativo. La burocracia no ha sido poca, desde encontrar el perfil de una mujer sin incompatibilidad sanguínea hasta culminar con la salida de la valija que contenía la saliva con el ADN certificado. Una odisea que, en total, suele costar a las familias entre 50 y 60.000 euros –ellas reciben unos 15.000–, aparte la manutención o la provisión de ropa o calzado idóneos para las embarazadas.
Recogida firmas
Hay familias españolas movilizadas. Recogen firmas. Gregorio desconoce los términos de sus acciones, aunque admite lamentar la mala fortuna de sus semejantes. "Si las asociaciones y los políticos creen que hay explotación, que se regule. Tarde o temprano tendrá que hacerse", opina Gregorio antes de explicar que son muchas las familias que no pueden tener hijos y que la adopción no es la solución de antes.
Esta pareja sevillana estaba dispuesta a adoptar. "En los cursos nos avisaron que no hay niños. Las vías están cerradas. Y los asistentes sociales nos avisaron de los problemas sociales que rodean a los menores en adopción. Nosotros no teníamos fuerza". Ucrania se convirtió en su última esperanza. Ya no queda ni eso.
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