Del viejo puente, del río y la Alameda: un paseo con Olavide
Calle Rioja
Las dos conmemoraciones se mezclan, los 250 años del plano de Olavide y 800 años de Alfonso X el Sabio. Antes del plano de 1771, la ciudad tenía trazado medieval
Pablo de Olavide fue del Alcázar hasta la Alameda y Antonio Muñoz, el eterno sucesor, fue desde la Alameda, su barrio, hasta el Alcázar. Dos viajes separados por 250 años de tiempo. Ese traslado conviene hacerlo con la canción de Chabuca Granda: “Déjame que te cuento, limeño, / déjame que te diga la gloria / del ensueño que evoca la memoria / del viejo puente, del río y la alameda”. Con la voz de María Dolores Pradera, que estuvo casada con el limeño circunstancial Fernando Fernán Gómez.
Antonio Muñoz siguió las explicaciones de Reyes Pro Jiménez, alma de esta exposición que conmemora los dos siglos y medio del plano de Sevilla de Olavide. Muñoz destacó la coincidencia de dos conmemoraciones, estos 250 años del plano de Olavide y los 800 años del nacimiento en Toledo de Alfonso X el Sabio. Se enredan estas fechas porque hasta que apareció el plan de Olavide la ciudad tenía un trazado medieval.
Los diez cuartos de siglo forman una masa de tiempo para medir en Sevilla el ciclo de los acontecimientos. 250 años antes del plano de Olavide de 1771 estaríamos en 1521, con el penúltimo año de la primera vuelta al mundo. Ya ha muerto Magallanes. Y 250 años antes estamos en 1271, la Sevilla del siglo XIII, reinando Alfonso X el Sabio.
Los paneles de Olavide son la piedra Rosetta de la modernización de la ciudad. Ya han quedado atrás los barcos de Plata y el siglo (los siglos) de Oro y Sevilla empieza a recuperarse de sus delirios de grandeza. El mismo día que Antonio Muñoz inauguró la exposición acompañado por Francisco Oliva, rector de la Universidad Pablo de Olavide, Juan Espadas era entrevistado en Radio Nacional de España por el periodista Iñigo Alfonso. Ni una sola referencia a la sucesión. Al delegado de Cultura y Hábitat Urbano debió entrarle miedo escénico cuando leyó el texto de uno de los paneles. Después de caer de pie en la España Ilustrada, con mentores como Aranda o Campomanes, el peruano Olavide fue nombrado Asistente de Sevilla, Intendente de los reinos de Andalucía y Superintendente de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena. El de Asistente es “un cargo similar al de actual alcalde”, se lee en el texto. Como a Espadas le dé por emularlo puede llevar todo hacia delante: alcalde de Sevilla, candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía, secretario general del PSOE andaluz, senador. Olavide tuvo tiempo para escribir novela y teatro, traducir textos del francés y salir huyendo de la Inquisición. A Espadas sólo le falta gobernar en La Carlota y La Carolina.
Muchos vecinos de la Alameda se detienen ante los paneles y reconocen sus calles, sus plazas, sus torres en el plano de Olavide. Hay calles que milagrosamente mantienen el mismo nombre dos siglos y medio después: Pozo, Peral, Amargura, Parras, Lumbreras, el callejón de las Becas. El cuadrilátero que forman los cuatro lados de la calle Vascongadas se llamó en tiempos plaza de Portugalete. El Asistente Olavide duplicó el número de estatuas: a las de Julio César y Hércules procedentes del templo de la calle Mármoles les añadió otras dos con sendos leones que, labrados por el escultor portugués Cayetano de Acosta, llevan los escudos de Sevilla y de la Monarquía.
Una Alameda idealizada que Olavide quiso convertir en “paseo concurrido, recorrido por coches y carrozas, lugar propicio para el galanteo y el cortejo…”. Con el tiempo llegaron a la Alameda las hetairas del Arenal con sus proxenetas, convivieron los prostíbulos con los tablaos flamencos, malvivieron con la degradación de la droga y la delincuencia y después empezó a recuperar el pulso. Con diversos nombres: la efímera estación de Metro, el efímero Carnaval, el Plan Urban de Rojas-Marcos, el bulevar laico de Torrijos. Ahora tiene gimnasio y comisaría y ha sido escenario del Monky Week.
La calle Alonso el Sabio sellamó antes Burro y la calle Olavide calle La Pulga.
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