Una vida sin fronteras

movimientos migratorios

Testimonios de jóvenes que decidieron emigrar por trabajo o por amor y que se han integrado y establecido en un nuevo país

Una vida sin fronteras
Una vida sin fronteras
Cristina Díaz

01 de abril 2018 - 02:33

Gloria Puertas recuerda los casi dos años que estuvo en paro como "los peores de su vida". La joven, licenciada en Ciencias Ambientales, terminó sus estudios en 2005 y encadenó algunos contratos en práctica y por obra o servicio, pero después de dos años, no volvieron a contratarla. "Estaba deprimida, me afectó al humor, al estado anímico. Era un alma en pena y cuanto más tiempo pasaba, peor. El día que les dije a mis padres que me iba a Inglaterra, les di una de sus mayores alegrías, no podían seguir viéndome en ese estado", comenta Gloria Puertas.

Hoy, la joven nazarena es responsable del departamento de residuos contaminantes de una empresa de Liverpool. "Empecé como todo el mundo, haciendo camas en hoteles y fregando platos en un restaurante, pero en cuanto hablas inglés con soltura se te abren muchas puertas", indica Gloria Puertas. Fue en uno de esos hoteles en los que trabajó al principio donde conoció a su actual marido, natural de Liverpool. "Meses antes de la boda, mi madre se apuntó a clases de inglés. Decía que quería aprender para poder hablar con sus consuegros".

El 'Brexit' ha logrado frenar el efecto llamada, que era lo que querían los ingleses"

Al igual que Gloria Puertas, cerca de 285.000 andaluces residen en el extranjero, de los cuales 41.251 están inscritos en la provincia de Sevilla a efectos electorales, según los últimos datos del Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), con fecha de 1 de enero de 2018. Más del 43% viven en Europa, la mayoría en Alemania y Francia.

"Con el tiempo pierdes ese sentimiento de inmigrante. Piensas de forma más global, no tan local, y sientes el mundo como tuyo", señala Manuel Soria, de 27 años y natural de Osuna. Este joven trabaja desde septiembre en una fábrica de Renault en Francia, cerca de París. Antes, ya estuvo un año en Alemania, ocho meses en Malta y dos años en Reino Unido, en concreto en Cambridge y Birmingham, donde vive su pareja. "Salí de Osuna con 17 años y no me arrepiento", comenta este joven, que estudió Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Pablo de Olavide (UPO). "Ahora vivo en París pero casi todos los fines de semana viajo a Birmingham para ver a mi pareja, un viaje de unas cinco horas en autobús de ida y una hora de vuelta en avión. Además, una vez cada tres meses intento ir a Sevilla para visitar a mi familia", reconoce este joven. "Tengo una visión de Europa bastante global, sin fronteras. Para mí no hay distancia entre países. Me gustaría quedarme en Francia al menos dos años hasta que hable el idioma con soltura", comenta Manuel Soria. "Donde más me costó adaptarme fue en Alemania. Allí es más complicado hacer amigos si no hablas alemán, un idioma muy difícil de aprender, pero volvería".

En Birmingham vive también desde hace casi tres años Francisco Cayola, licenciado en Ciencias Ambientales por la UPO. "En Sevilla trabajaba como mozo de almacén o repartiendo mercancía. Ahora trabajo en una cafetería pero después de tres años aprendiendo inglés ya tengo un nivel adecuado y ya he hecho un par de entrevistas en empresas para trabajar de ambientólogo", comenta el joven. "En Inglaterra es mucho más fácil progresar si trabajas duro".

Cayola no se plantea volver a España al menos hasta que se produzca la separación definitiva de Reino Unido de la Unión Europea. "Los que ya vivimos aquí no vamos a tener problemas para continuar y a los cinco años nos aprobarán la residencia permanente, pero hay mucha incertidumbre y desinformación sobre las cotizaciones o si la experiencia laboral acumulada aquí nos puntuaría o no en unas oposiciones en España. Si cuando se produzca la separación estoy trabajando de lo mío, seguramente me quede. Lo que sí es cierto es que el Brexit ha logrado frenar el efecto llamada, que era lo que querían los ingleses". El joven de 28 años asegura que para él "Sevilla es muy importante" y desea vivir en España pero "no a cualquier precio". "Los españoles que estamos fuera seguimos muy de cerca las noticias de nuestro país y vemos cómo siguen cayendo empresas tan importantes como Abengoa, lo que te hace pensar que aún es pronto para volver, que el problema económico no se ha solucionado aún".

Clara Ruiz Valle lleva siete años viviendo en Alemania y ni se plantea volver. Se fue al país germano sin haber terminado sus estudios universitarios de Turismo y Ciencias Empresariales después de conocer a un joven alemán cuando éste disfrutaba de una beca Erasmus en Cádiz.

"Empecé trabajando en Ikea, en eventos como la Fiesta de la Cerveza y en cualquier cosa que me iba saliendo, hasta que, gracias a que hablo cinco idiomas, italiano, francés, alemán, inglés y español, entré en una empresa de construcción con contactos internacionales y, al terminar las prácticas, me hicieron indefinida. Ahora soy jefa de proyectos", comenta la joven de 33 años, madre de "una pequeña alemana rubia y con ojos azules" de cuatro años. La niña habla perfectamente los dos idiomas de sus progenitores. Su padre siempre se ha dirigido a ella en alemán, mientras que su madre le habla en español. "Cuando estamos los tres juntos es capaz de mantener una conversación en los dos idiomas a la vez y dirigirse a cada uno en el idioma correspondiente. De pequeña, cuando el padre le decía algo, aunque yo estuviera delante, me traducía al español lo que su padre le había dicho. Creía que yo no entendía alemán, ya que nunca me había dirigido a ella en ese idioma".

"Ya no estoy con el padre de mi hija pero no me planteo volver a España. Mi hija necesita un padre y aquí tengo a mis amigos. Estoy totalmente integrada y vivimos en una zona del norte de Baviera con mucha naturaleza alrededor. Ya no me molesta ni el clima. Es más, cuando voy a España ya no aguanto ni el calor", comenta Clara Ruiz.

Hasta Chile se fue por amor Sofía Boza hace nueve años. Antigua alumna de Economía de la Universidad de Sevilla, Sofía conoció a su actual marido en un posgrado en la Universidad Autónoma de Madrid. "Él no tenía posibilidades de trabajar en España y en Chile le esperaba un empleo, así que, como queríamos estar juntos, me fui con él mientras yo terminaba mi tesis doctoral", explica la joven, a la que ya se le ha pegado el acento chileno. "Dicen que menos la hermosura, todo se pega todo", se ríe.

Durante el primer año y medio que vivió en Santiago de Chile, Sofía Boza se dedicó a realizar su tesis, con continuos viajes a España y, cuando terminó, realizó prácticas en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, organismo dependiente de las Naciones Unidas. "Hasta ese momento no empecé a hacer contactos y a buscar trabajo, tampoco sabía muy bien dónde iba a acabar". Actualmente, Sofía Boza es profesora en la Universidad de Chile y está especializada en economía agraria.

"Ahora mismo no nos planteamos mudarnos a España, pero nadie sabe lo que le deparará el futuro. La comida o las costumbres de tu país puedes sustituirlas por otras, pero a la familia no, eso es lo peor, que está muy lejos, aunque nosotros intentamos ir una vez al año de vacaciones, y mis padres nos visitan mucho, sobre todo desde que nació mi hija Candelaria, que ya tiene dos años y 10 meses. "Hace dos meses que conseguí la nacionalidad chilena, no me siento una inmigrante, y, aunque me siento andaluza por encima de todo, también me siento parte de la sociedad de este país".

Tras Europa y América, Asia es el tercer continente con el mayor número de españoles residentes. En concreto, en este país hay 41.249 españoles, de los cuales 832 son sevillanos. Emiratos Árabes Unidos es el principal país receptor, seguido de China. A este país viajó hace más de seis años Pablo León y aquí abrió su propia empresa especializada en la exportación e importación de productos, que cuenta con socios chinos y españoles. León también es socio fundador de la empresa Kiefer Garden, especializada en muebles de exterior. "Diseñamos los muebles en Sevilla y los fabricamos en China", explica Pablo León, licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla. "No me planteo volver. Nunca pensé que haría mi vida en el extranjero pero creo que en este país hay muchas oportunidades. Los españoles tenemos mucho que hacer en China. Aquí hay competencias de todo el mundo y, sin embargo, España y Sevilla son muy desconocidas en este país", comenta el empresario.

León viajó por primera vez a China en marzo de 2012 gracias al programa de becas Extenda (Agencia Andaluza de Promoción Exterior) de la Junta de Andalucía. "Tras varios meses de formación, el programa incluía prácticas en el extranjero. Yo quedé el primero y pude elegir cualquier destino y elegí Shanghái porque China siempre me había llamado la atención, me resultaba muy desconocido". Durante dos años, León estuvo asesorando a empresas españolas en labores de investigación de mercado, acceso al mercado y selección de potenciales socios en China hasta que montó su propio negocio.

"Los chinos son un pueblo muy acogedor, tiene sus peculiaridades, como un idioma con más de 40.000 caracteres y muy difícil de aprender. Es cierto que el choque cultural es muy grande pero merece la pena conocer este país", comenta Pablo León, casado con una mujer de origen chino y que este año ha conocido por primera vez la Semana Santa de Sevilla.

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