La vida de la duquesa de Alba se apaga

La salud de la aristócrata ha empeorado las últimas horas con el fallo de varios órganos. Gran dispositivo mediático ante el Palacio de las Dueñas, donde ya están todos sus hijos.

Foto: M.J. López
Foto: M.J. López
Diego J. Geniz

19 de noviembre 2014 - 11:40

La vida de la duquesa de Alba se apaga poco a poco. Así lo afirman los familiares y amigos más cercanos que ayer se acercaron al sevillano Palacio de las Dueñas, donde la aristócrata fue trasladada por expreso deseo de ella y de sus hijos la noche del pasado martes, después de permanecer desde el domingo en la clínica Quirón Sagrado Corazón. Dicho ingreso se debió a una infección pulmonar derivada de una neumonía, a lo que se une la gastroentiritis que padeció la semana pasada. Su estado de salud no ha mejorado las últimas horas y ya sufre varios fallos orgánicos. La fuerza de su corazón es la que logra mantenerla con vida en estos momentos tan críticos.

Rostros cabizbajos y apesadumbrados. Así se mostraban todos los que ayer salían del Palacio de las Dueñas. Nadie hablaba. Nadie hacía un mínimo comentario ante la multitud de medios que se concentran desde la noche del martes ante la puerta de la casa sevillana de los Alba. Ni siquiera para desmentir los rumores que circulan por las redes sociales y los chat de telefonía móvil, en los que se ha llegado a confirmar el peor de los desenlaces. Silencio rotundo. Sólo escuetas informaciones de las personas más allegadas a la duquesa o de sus hijos en las que aseguran que Cayetana-Fitz James, de 88 años, sigue viva, aunque su salud empeora por minutos.

Dentro del palacio hay instalada una especie de UCI para atender la evolución de la aristócrata, que se encuentra sedada y semiconsciente desde la madrudaga de ayer. A pesar del tratamiento recibido, la infección pulmonar no ha remitido, situación que está condicionada por su avanzada edad, como apuntó el equipo médico de la clínica Quirón Sagrado Corazón que la atiende. Según pudo saber este periódico de fuentes médicas cercanas a la duquesa, ya por la mañana los riñones le habían dejado de funcionar y el tratamiento diurético no le causaba efecto. La infección que sufre ha provocado que sólo le funcione un pulmón.

Durante la mañana de ayer no dejó de llegar material médico al palacio. A primera hora entró una furgoneta cargada de botellas de oxígeno. También la citada clínica trasladó parte de su instrumental hasta la residencia de la duquesa. Algunos de los amigos íntimos y familiares -fuera del foco de las cámaras- aseguran que la aristócrata se mantiene viva "gracias a la fuerza del corazón, pues el resto de los órganos ya le están fallando".

Doña Cayetana se encuentra acompañada en estas horas de todos sus hijos: Carlos, Alfonso, Jacobo (quien llegó con su mujer Inka Martí), Fernando, Cayetano y Eugenia. También permanecen junto a ella sus nietos Jacobo, Fernando y Cayetana (hija de Francisco Rivera y Eugenia Martínez de Irujo), a quien se le vio muy afectada. No han faltado tampoco sus ex nueras Matilde Solís, Genoveva Casanova y María Eugenia Fernández de Castro.

Hasta el Palacio de las Dueñas se trasladó pasadas las 11:00 el capellán de la casa de Alba y confesor de la duquesa, el sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, quien le ha dado la extremaunción, sacramento que esta Grande de España ha recibido en ocasiones anteriores cuando su salud se ha complicado. Sánchez-Dalp fue quien ofició la tercera boda religiosa de la aristócrata el 5 de octubre de 2011 en este mismo palacio, cuando contrajo matrimonio con Alfonso Díez.

Han sido varios amigos de la duquesa los que se han acercado hasta Las Dueñas para conocer la evolución de la aristócrata. Una de las primeras fue Mercedes Vázquez, hija del diestro Pepe Luis Vázquez e íntima amiga de Eugenia Martínez de Irujo. También estuvo el anterior delegado provincial de Cultura, Bernardo Bueno, quien medió para que en el Museo de Bellas Artes se expusiera la colección de pintura de la Casa de Alba. Ya por la tarde se acercaron el escritor y periodista Antonio Burgos, el torero Curro Romero y su mujer, Carmen Tello, quien no ocultaba en su rostro la preocupación por el momento tan crítico que vive su íntima amiga. Tello se limitó a decir que Cayetana Fitz-James es "muy querida porque se ha dado a querer mucho".

La expectación que ha originado el crítico estado de salud de la duquesa se podía contabilizar ayer en el número de unidades móviles instaladas delante del convento del Espíritu Santo, a escasos metros de la residencia de la aristócrata. Hasta seis dispositivos para transmitir la información en directo se contabilizaron, mientras que en el acceso al palacio se concentraron una treintena de periodistas, algunos de los cuales habían permanecido toda la madrugada de ayer en la explanada de la calle Dueñas -vallada en todo su perímetro- a la espera de alguna declaración.

Muchos sevillanos se han acercado hasta las puertas de la residencia nobiliaria para conocer la última hora sobre la salud de doña Cayetana. Vecinas como Milagros Muñoz, quien ha conocido a la duquesa desde su "primera puesta de largo". "Sus títulos nunca le han impedido atender a los pobres", asegura esta sevillana de la calle Feijoo, quien recuerda a la noble "bailando en la academia que Enrique el Cojo tenía en la calle Espíritu Santo". Esperanza Iglesias, otra sevillana que se desplazó hasta Las Dueñas con una amiga francesa que visita por primera vez Sevilla, reconoce su admiración por la duquesa "por ser una persona cuya clase social no le ha condicionado para gozar de un espíritu libre".

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