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La víctima del crimen machista de Pino Montano murió degollada y pudo ser atacada mientras dormía

"Estaban contentos porque acababan de vender el piso y se mudaban a Cantillana, su pueblo", dicen los vecinos

La víctima había superado recientemente un tumor cerebral y estuvo cuidada por su marido, chófer de Tussam

Familiares del matrimonio protagonizaron momentos de tensión al intentar impedir el trabajo de la prensa

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Crimen machista en Pino Montano / Juan Carlos Vázquez, José Luis Montero

A las diez de la mañana de este miércoles, un nutrido grupo de policías nacionales montaba guardia en la puerta del bloque número 9 de la calle Estrella Betelgeuse, en Pino Montano. Ninguno de los vecinos a los que durante unos minutos no se les permitía pasar se imaginaba que lo que ocurría era que Manolo, el chófer de Tussam que vivía en el Bajo, había matado a cuchilladas a Amparo, su mujer. "Nadie sabe lo que pasa por la cabeza de una persona. Eran un matrimonio normal, nunca oímos una voz más alta que otra. Él un tipo deportista. Ella había salido hace poco de una enfermedad, un tumor en la cabeza, y él la cuidó en todo momento", decían varios de los residentes en el bloque, apostados a unos metros de la entrada del edificio.

A uno de ellos, Manolo le había comentado que estaban muy contentos. "Ellos llevaban viviendo aquí unos treinta años, desde que dieron los pisos. Nos conocemos de toda la vida y hemos entrado en su casa y ellos en la nuestra a menudo. Acababan de vender el piso y se mudaban a Cantillana, su pueblo. Como sé que le quedaban todavía unos años para jubilarse, le pregunté que cómo iba a hacer ahora para ir y venir todos los días al trabajo. Me comentó que no había ningún problema, que en Tussam hay varias personas trabajando que viven en Cantillana y que los habían puesto a todos en el mismo turno para compartir coche y así ahorrar gastos de combustible en los desplazamientos. Tan normal. Nada hacía indicar esto de hoy", explica este vecino, que prefiere permanecer en el anonimato.

El teléfono de emergencias 112 recibió una llamada del hijo de la pareja. Éste contaba que le había llamado su padre y le había comunicado que había matado a su madre. Eran las diez menos diez minutos de la mañana. El hijo trabaja en una plataforma logística de una conocida cadena de supermercados, a escasa distancia del lugar de los hechos. Al tiempo que llamaba al 112, se desplazó a la casa de sus padres. Allí descubrió a su madre tendida boca abajo en la cama y cubierta de sangre, y a su padre también con heridas.

Según fuentes de la investigación, la mujer presentaba varias heridas de arma blanca en el cuello, que le habían seccionado la arteria carótida. Murió degollada y desangrada. Todo apunta a que no se defendió y que pudo ser sorprendida durmiendo. El presunto agresor se autolesionó después, provocándose también cortes en el cuello. Se investiga si ingirió también algún fármaco. Fue atendido por el servicio de emergencias del 061, que lo trasladó a un hospital de Sevilla, donde permanece ingresado bajo custodia policial y sin que haya trascendido nada acerca de su estado.

La Policía Nacional desplazó varias patrullas al lugar de los hechos para asegurar la zona antes de la llegada de los investigadores del Grupo de Homicidios, la Policía Científica y la comisión judicial. El hijo del matrimonio estuvo hablando con la Policía en el interior de un coche aparcado junto a la puerta del bloque. Mientras tanto, fueron llegando familiares de la víctima y el agresor a las inmediaciones del edificio. Un grupo de psicólogos y asistentes de la Unidad de Emergencia Social (Umies) del Ayuntamiento de Sevilla atendió a los más allegados, algunos de los cuales proferían gritos de dolor en mitad de la calle.

"Amparo era mi amiga. Era una persona excelente. Y tengo que decir que Manolo también. Nunca vi nada de malos tratos ni ella me comentó jamás lo más mínimo", decía una amiga de la víctima, muy afectada. Él trabajaba en Tussam. Ella era ama de casa. La Subdelegación del Gobierno en Sevilla confirmó poco después del crimen que no constaba ninguna denuncia ni antecedente de violencia machista relacionado con el matrimonio. La víctima tenía 58 años, la misma edad que su marido, y deja dos hijos mayores de edad. Uno fue el que descubrió el cadáver y la otra está viviendo en Granada.

Hasta el lugar de los hechos acudió el habitual rosario de curiosos, testigos y vecinos que sacaban su móvil para sacar una fotografía del dispositivo policial. Y eran muchos los que preguntaban qué había pasado. Algunos de los familiares del matrimonio protagonizaron momentos de tensión con la prensa, a la que continuamente pidieron que se moviera de un sitio a otro hasta que finalmente, tras pasar casi una hora a pleno sol, los reporteros se instalaron en un lugar a una distancia prudencial de la puerta del bloque para poder trabajar. "¿Podéis dormir por las noches?", preguntaba una de las mujeres a los periodistas. Fueron varias vecinas las que defendieron a los periodistas. "¿Y qué culpa tienen ellos de lo que ha pasado? Tendrán que informar, están en la calle y con mucho respeto". Antes, un señor no paraba de insistir en que iba a hablar con su "gabinete jurídico" para que los informadores se marcharan de allí. "Ya que no os vais a ir, podríais tener un poco de respeto", insistía este hombre.

El trabajo de los periodistas fue bastante difícil, no sólo por la tensión vivida con los familiares. Por ejemplo, el furgón de la Umies se colocó en doble fila tapando toda la visión del portal. Después, los empleados de este departamento municipal cubrieron con una sábana la furgoneta del Tanatorio Nervión que trasladó el cuerpo sin vida de Amparo hasta el Instituto de Medicina Legal de Sevilla, donde se le practicará la autopsia. Fuentes municipales explicaron que no hubo ninguna intención de coartar la libertad de información, sino que se trabaja así por protocolo y que el furgón se colocó así por petición de la Policía. El vehículo municipal se quedó cortando un carril y provocando un verdadero atasco de tráfico, con ruido de cláxones y protestas de los conductores, en la calle Estrella Betelgeuse. “Hubiera sido más fácil meter la furgoneta por el garaje, que estos pisos tienen garaje, y no se hubiera montado nada de esto, pero se ve que no lo han pensado”, comentaba una de las residentes.

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