La víctima del crimen machista y su asesino vivían juntos pese a que ella estaba bajo protección
La mujer estaba incluida en el sistema Viogen y su agresor fue condenado, pero residían bajo el mismo techo en un piso de la Macarena
Los vecinos aseguran que el autor confeso del crimen tenía un problema con el alcohol y organizaba fiestas en su casa
La mujer estaba desaparecida desde el 25 de abril
La víctima del crimen machista de Sevilla y su asesino confeso vivían juntos en un piso de la Macarena, a pesar de que ella había denunciado a su agresor años atrás, éste había sido condenado y ella estaba incluida en el sistema de protección de mujeres víctimas de la violencia de género (Viogen) con una segunda denuncia contra otra pareja. Alfredo y Virginia, ambos de unos 50 años y de nacionalidad boliviana, compartían una vivienda ubicada en una planta baja de la calle Ágata, en el barrio conocido como de las Avenidas, muy cerca del Hospital Virgen Macarena.
El asesino y la víctima habían sido pareja durante muchos años, si bien durante mucho tiempo fue una relación tormentosa en la que hubo separaciones y reconciliaciones. En una ocasión, hace unos años, ella lo denunció por malos tratos y él cuenta con antecedentes por tal delito. La mujer fue incluida en el sistema de protección de las víctimas, según confirmó este miércoles el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Fernández, que no llegó a precisar en qué consistía la protección que se le brindó. Ella tenía una alerta activa de otra pareja a la que denunció por malos tratos, y su seguimiento correspondía a la Policía Local.
La pareja residía en la vivienda de la planta baja desde hace aproximadamente unos cuatro años. Antes lo había hecho durante otros siete años en otro piso de la cuarta planta del mismo bloque. En el domicilio actual vivían el asesino y la víctima, y otras dos mujeres que compartían vivienda con ellos, cada una en su habitación.
En ese piso fue detenido a primera hora de la mañana de ayer el presunto autor del crimen, Alfredo G. C.. Sobre las siete de la mañana, los agentes del Grupo de Homicidios entraban en la vivienda y se llevaban al sospechoso, que terminaría confesando el crimen poco después. Luego, llevaría a los policías hasta el lugar donde había ocultado el cadáver, en la orilla del río Guadalquivir.
Pasado el mediodía, los agentes encontraron el cuerpo de una mujer en el lugar indicado por el detenido. Aunque aún no se ha podido confirmar formalmente la identificación, dado el estado de avanzada descomposición que presentaban los restos, todo apunta a que se trata de Virginia T. C., que habría sido asesinada a finales de abril y llevaría desde entonces en el río.
El lugar en el que se halló el cadáver es una zona de cañaverales próxima al paseo del río Guadalquivir, en el tramo comprendido entre el Alamillo y San Jerónimo. El cuerpo estaba envuelto en unas bolsas de plástico de color negro y de cierto grosor, metido dentro de los cañaverales y difícil de ver a simple vista desde la orilla o desde la lámina de agua. Ni siquiera el olor delató la presencia del cadáver, pues es una zona utilizada frecuentemente como retrete por los vagabundos de la zona y es raro que se acerque algún viandante. Para llegar a ella hay que bajar unos escalones y meterse entre los juncos.
Un día después del hallazgo, en el lugar había mucha suciedad, restos de guantes de plástico utilizados por los forenses, y algunos matorrales aplastados, probablemente por los policías para poder acceder hasta el sitio en el que se hallaban los restos de Virginia.
En la calle Ágata, numerosos informadores trataban este miércoles de obtener información sobre el comportamiento de la pareja. Los vecinos aseguran que Alfredo tenía un problema con el alcohol y solía emborracharse frecuentemente. También organizaba fiestas en el piso hasta altas horas de la mañana. La propietaria de la vivienda se encontraba este miércoles limpiando la casa, al tiempo que un carpintero reparaba la puerta que destrozó la Policía para entrar y detener al sospechoso.
"Hoy me he enterado de estos problemas de Alfredo. Nunca nadie me lo comunicó y hoy, hablando con los vecinos, me han llegado estas quejas. Al parecer le pidieron mi teléfono pero él no lo daba. Yo no sabía nada, habría rescindido el contrato inmediatamente en el caso de haberlo sabido. Como inquilino, él me pagaba religiosamente y nunca me dio problemas", apuntaba la mujer, que compró el piso hace dos años y mantuvo a Alfredo y a Virginia, que eran inquilinos del anterior dueño.
El encargado de un locutorio próximo a la vivienda, que era frecuentado por la pareja, explicó que Alfredo no mostró signos de nerviosismo ni se comportó de manera anómala durante el tiempo que su ex compañera sentimental había estado desaparecida. Los vecinos aseguran que no tenían hijos en común, aunque ambos al parecer tenían descendencia en Bolivia. Nadie vio a Virginia después del día 25 de abril, ni ella tampoco dio señales de vida. Su hermana, que reside en un barrio cercano, denunció la desaparición ante la Policía Nacional el día 4 de mayo.
A diferencia de otros casos de desaparecidos, la Policía optó por no difundir la información de la desaparición ni el retrato de Virginia. Los investigadores estaban convencidos de que Alfredo era el responsable de la ausencia de la mujer y trató el caso de la manera más discreta posible en busca de que el sospechoso cometiera algún error. Estaban también seguros de que Virginia estaba muerta y de que un paso en falso en la investigación podía hacer que nunca se encontrara el cadáver.
No han trascendido detalles de la investigación, que permanece bajo secreto de sumario, pero sí se sabe que en los últimos días los agentes del Grupo de Homicidios reunieron las pruebas suficientes para poder detener a Alfredo, que confesaría después el crimen asegurando que la mató porque ella quiso dejarlo. Queda ahora por averiguar cómo la mató y dónde, y cómo la llevó hasta el río.
Y también qué falló en el sistema de protección de las víctimas para que esta mujer siguiera viviendo bajo el mismo techo que su agresor, sin que nadie detectara el riesgo que ello conllevaba. "No tenemos un sistema que al cien por cien evite estos casos, el miedo lleva a que no tengamos toda la información para hacer el seguimiento", dijo el delegado del Gobierno en Andalucía, que hizo un llamamiento a la concienciación social, especialmente, entre los más jóvenes, para que "no toleren" la violencia contra las mujeres.
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