La ventana
Luis Carlos Peris
Reventa y colas para la traca final
La víctima del crimen de Su Eminencia tenía un amplio historial delictivo. En su ficha policial figuraban 18 detenciones, la mayoría de ellas por robos con violencia e intimidación, es decir, tirones, robos a punta de navaja o atracos. Rafael P. A., de 30 años, trabajaba desde hace aproximadamente dos meses en una zapatería que había montado junto con otro familiar muy cerca del lugar en el que cayó muerto la madrugada del pasado domingo, en la calle Ingeniero La Cierva.
El Grupo de Homicidios de la Policía Nacional mantiene abiertas todas las líneas de investigación y, a la hora de cierre de esta edición, aún no había sido detenida ninguna persona relacionada con este crimen. Las primeras hipótesis apuntaban a un posible ajuste de cuentas relacionado con el mundo de las drogas, una teoría avalada por el hecho de que el joven llevaba encima trozos de hachís y varias piezas de plata similares a las que utilizan los heroinómanos.
Sin embargo, tampoco se han descartado otras líneas de investigación, como la posibilidad de que el homicidio respondiera a una venganza relacionada con una cuestión sentimental. La víctima recibió al menos tres puñaladas, una en el tórax, muy cerca del corazón, y dos en las piernas. Una de estas le seccionó el tendón de Aquiles, mientras que la otra la recibió en el muslo.
Todo apunta a que Rafael P. A. huía de sus agresores en su coche cuando se estrelló a gran velocidad contra un contenedor de reciclaje de vidrio, cuya carga quedó esparcida en mitad de la calle. Posiblemente se dirigía a su casa pero la gravedad de las heridas le impidieron llegar a tiempo. Los testigos del accidente se acercaron al vehículo y abrieron la puerta del mismo para interesarse por la salud del conductor. Éste ni siquiera llegó a ponerse en pie, sino que cayó de costado, prácticamente muerto, desde la posición del conductor. Los testigos no llegaron a mover a Rafael P. A. y avisaron de lo ocurrido al servicio de emergencias 112.
La primera llamada la recibió esta central a las 0:40 del domingo. Los médicos del 061 trataron de reanimar a la víctima pero sólo pudieron certificar su defunción. Sí atendieron a varios familiares, que se presentaron en el lugar del accidente y se encontraban bajo una fuerte crisis de ansiedad. La investigación ha confirmado que la víctima iba sola en el momento de los hechos y no lo acompañaba una joven como se pensó en los primeros instantes.
Hasta el lugar de los hechos acudieron más de una decena de patrulleros de la Policía Local y Nacional, que comprobaron las heridas que presentaba el cuerpo y aguardaron hasta la llegada de la comisión judicial para su examen. La inspección ocular se prolongó durante varias horas y el juez de Guardia no decretó el levantamiento del cadáver hasta pasadas las tres de la madrugada del domingo.
Este suceso ha provocado un gran revuelo en el barrio de Su Eminencia, donde tanto la víctima como su familia eran bastante conocidos por los vecinos. Los padres de Rafael P. A. viven en una calle muy próxima al lugar en el que se empotró el coche de su hijo, la esquina de la avenida Ingeniero La Cierva con la calle Emilia Pardo Bazán. El fallecido deja dos hijas de corta edad.
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