Magallanes - Elcano: el viaje que trazó el mapamundi que hoy conocemos
Se cumplen 500 años de la salida Guadalquivir abajo de una de las expediciones marítimas más transcendentales de la historia
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El viaje de los viajes. Una aventura, impulsada por la corona española que tuvo en Sevilla su alfa y omega. Se cumplen 500 años de la salida Guadalquivir abajo de una de las expediciones martítimas más transcendentales de la historia, la comandada por Hernando de Magallanes y Juan Sebastián de Elcano, que dio la primera vuelta al mundo surcando los tres mayores océanos del planeta.
Con la ayuda del profesor Pablo Emilio Pérez-Mallaína, catedrático de Historia de América por la Universidad de Sevilla y miembro correspondiente por la ciudad de Sevilla de la Real Academia Hispanoamericana de Cádiz, analizamos las principales claves de una gesta que marcó el futuro de la humanidad.
"Nunca más se dio un viaje como éste alrededor del planeta al que llamamos Tierra, pero que en realidad deberíamos denominar Mar", sostiene.
El viaje que trazó el mapamundi que hoy conocemos
La circunnavegación del planeta por Magallanes y Elcano, entre 1519-1522, dibujó un nuevo mapa de la Tierra, a la vez que hizo de España un imperio universal, encerrando una carga simbólica y muy potente para el hombre moderno.
El antropocentrismo renacentista quería colocar al ser humano en el centro de todas las cosas y tal proeza superaba a los idealizados clásicos (griegos y romanos).
Estamos en la era de los descubrimientos y esta empresa constituye una de las gestas más decisivas para la historia de la humanidad, al conseguir unir el extremo de Occidente con el de Oriente, navegando por el poniente.
Proemio de la globalización interplanetaria
Esta empresa impulsada por la corona española logró que los océanos dejasen de ser barreras para convertirse en nudos de comunicación, trazándose con ello las primeras estelas en las extensas e ignotas llanuras líquidas de mar, que ulteriormente se transformarían en autopistas marítimas que contribuirán a la idea de un mundo más global.
La comprensión de las dimensiones del planeta, la distribución de los océanos y continentes, la variedad de etnias, culturas, ecosistemas y costumbres alimenticias fueron las primeras consecuencias del épico viaje.
Andalucía, lugar único para lanzar la gran aventura
El área portuaria del Guadalquivir en el sur peninsular era la puerta perfecta para trazar el camino de ida y vuelta hacia las Indias Orientales. Sevilla y la bahía gaditana, en concreto Sanlúcar de Barrameda, eran puntos estratégicos desde los que zarpar.
La riqueza de Sevilla, centro político-administrativo de la red marítima-comercial, proporcionaba el bastimento necesario para la flota en un viaje tan largo hacia lo inhóspito, así como la masa crítica de marineros para tripular aquellos barcos.
Una torre de Babel de 250 bizarros nautas
La compaña (tripulación) que logró formar Magallanes para conquistar el sueño de navegar a las Molucas se componía de hombres de la mar de múltiples nacionalidades europeas en más de un tercio, ya que aunque hubo numerosos españoles y sobre todo andaluces, éstos eran más propensos a embarcarse en otros viajes más cortos o de menor riesgo, como las expediciones que partían hacia las Indias Occidentales que descubriese el almirante genovés Cristóbal Colón en 1492.
La única condición indispensable para alistarse era profesar la fe católica.
Sevilla, ciudad de realengo para impulsar un imperio universal
Con un puerto fluvial 80 kilómetros tierra adentro, se encontraba protegido de enemigos y corsarios. La elección de Sevilla fue estratégica, ya que era una ciudad de realengo y la corona sufragaba el 80 por ciento de la expedición.
Ergo, la armada debía partir de un enclave donde el rey tuviese el máximo protagonismo frente a los nobles castellanos. Sevilla ofrecía además a los monarcas tres tesoros: un gran palacio para su vida terrenal (Real Alcázar), el mayor arsenal naval de Europa Occidental (Atarazanas) y un ilustre panteón para el descanso eterno (la Catedral).
6. Motivos que impulsaron esta increíble hazaña ultramarina
Una extraña miscelánea de desagravíos, ambiciones y errores de mediciones geográficas fraguaron la argamasa del proyecto.
De un lado, la juventud y ambición de un rey joven como Carlos I, deseoso de mostrar sus habilidades para gobernar un imperio y el hecho de que la corona española quisiera alcanzar el sueño que prometiera Colón de llegar a las suntuosas riquezas de las Indias orientales y así controlar el mercado de la especiería.
El Maluco era una obsesión para los europeos porque Oriente era sinónimo de lujo. Por otro lado, fue clave el empeño de dos portugueses que llegaron a la corte de Castilla con un globo terráqueo donde figuraba un estrecho por el que llegar al preciado archipiélago y que dichas islas se encontraban en la mitad del mundo que correspondía a los castellanos.
Hernando de Magallanes y Rui Faleiro, ideólogos del proyecto, buscaban en Castilla el reconocimiento del que no gozaban en Portugal y dolidos por la ingratitud de su rey Manuel I, decidieron proponer a España que abanderase tal idea. Existía una geografía fantástica, que no permitía con exactitud conocer donde se encontraban las Molucas, si en el meridiano castellano o portugués y ello otorgó argumentos a Magallanes para convencer a Carlos I de que se encontraban en terrirotio castellano.
7. La armada de la especiería que mareó allén de toda latitud conocida
Hay que recordar que la expedición de 250 marinos no salió con la intención de dar la vuelta al mundo. Su intención era alcanzar el Maluco y con él la fuente de su especie más valiosa, el clavo de olor, lo que significaba un negocio mayúsculo por ser muy reconocido y costoso.
Pero a su llegada los supervivientes comprendieron que se les recordaría para siempre por otro hecho aún mayor. Haber llegado y vuelto a las Indias por donde nunca otro hombre pudo hacerlo.
8. Adversidades a las que tuvieron que sobreponerse
Para empezar los vecinos portugueses intentaron sabotear el proyecto desacreditando a sus promotores Magallanes y Faleiro, y argumentando que solo había un paso a las Indias que se hallaba en el lado del mundo portugués.
Muchos y diversos fueron los obstáculos que hubieron de sortear los tripulantes de aquella expedición. Pusieron en juego su vida en un viaje muy largo por rincones ignotos del planeta; padecieron hambre, sed, frío y calor extremos, enfermedades que hicieron estragos como el escorbuto, sangrientos enfrentamientos con nativos, motines e insurrecciones internas y deserciones.
El temor a lo desconocido provocó vacilaciones en su intento de cumplir la empresa. Por eso los supervivientes se sintieron profundamente orgullosos de haber logrado una hazaña irrepetible, por encima de toda fortuna.
9. Enrolarse en una empresa ¿gloriosa o dramática?
Asegura el catedrático Pérez-Mallaína, hombre con antepasados marineros y amante de contar historias del mar y sus gentes que la compaña que comandó Magallanes y Elcano se embarcó en esta travesía transoceánica sobre todo por el deseo de enriquecerse, merced a lograr una sabrosa parte del botín de la especiería.
Se les premiaba además de su sueldo con una parte de la carga, lo que se conocía como quintaladas. Aunque en los corazones de muchos de ellos había sitio también para la gloria y el honor.
En definitiva, todos buscaban su fortuna pero en ellos se cumplió un dicho marinero que recogía fray Antonio de Guevara, el gran prosista castellano del siglo XVI, que conocía tanto el mar como el alma humana: "La mar es mina a do muchos se hacen ricos y un cementerio a do infinitos están enterrados".
10. Un viaje que dio dos vueltas al mundo en línea recta
Para completar este Plus Ultra marítimo que comenzase Magallanes y culminase Elcano la armada de la especiería ocupó tres años desde que salieron del mismo muelle de las Muelas (o Mulas) de Sevilla, en la orilla de Triana.
Según sus cálculos navegaron 14.000 leguas, equivalentes a 78.400 kilómetos, lo que supone dar dos vueltas al mundo si hubiesen ido en línea recta. Cabe mencionar que para un barco de vela la distancia más corta entre dos puntos nunca suele ser la línea recta, sino la derrota que trazan los vientos dominantes y las corrientes.
En el Atlántico y Pacífico los barcos surcaban por las autopistas que formaban el circuito de los Alisios, vientos que soplaban formando una gigantesca elipse. Al ser vientos constantes no se podía volver por el camino de ida., con lo que obligaban a cambiar la dirección siguiendo el sentido de las agujas del reloj según se surcase por el hemisferio norte o sur.
11. Las naves y su cargamento
Los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla compraron en Cádiz cinco naos: Trinidad, con capacidad para 110 toneles y 23 metros de eslora; San Antonio, para 120 toneles y 24 metros de eslora; Concepción , para 90 toneles y 22 metros de eslora; Victoria, para 85 toneles y 22 metros de eslora; y Santiago, para 75 toneles y 21 metros de eslora.
De las cinco naves solo volvió una, una desertó y las restantes se perdieron en la gesta. De los mil quintales de Clavo cargados en la isla de Tidore, llegaron en buen estado la mitad, pero aún así su venta produjo 8.680.000 euros, con lo que el menguado producto de la bodega de una sola embarcación sufragó el viaje y dio alguna rentabilidad.
12. Los momentos más duros de la expedición
Los supervivientes de la travesía testimoniaron que los instantes más angustiosos se vivieron al surcar las tres grandes masas oceánicas, por tratarse de singladuras que duraban meses enteros, siendo las mayores travesías realizadas hasta entonces por el ser humano sin tocar tierra firme.
Empezando con el Pacífico, cuya superficie es de 162 millones de kilómetros cuadrados, en la que cabrían todos los continentes del planeta, por el que marearon durante 22.400 kilómetros. Muchas fueron las penurias que superaron al cruzarlo, hasta el punto de ingerir piezas de cuero y roedores y beber agua en mal estado para sobrevivir al hambre y la sed.
Otro momento importante en el viaje de ida fue el paso por el interminable Estrecho de los Patagones (Magallanes), un laberinto de 550 kilómetros plagado de recovecos, lajas y entradas sin salida. Igualmente heróico resultó la derrota que tomó Elcano de regreso por los Cuarenta Rugientes, una zona de fuertes y peligrosos vendavales.
13. Una hazaña propia de los mejores navegantes
Una de las principales claves del éxito de esta expedición se debió a la maestría que atesoraban aquellos nautas siempre hallando vientos predominantes pese a todas las dificultades.
Resultó fundamental la experiencia que españoles y lusitanos tenían sobre el mecanismo de vientos y corrientes en el Atlántico y su circulación en forma de gigantescas elipses que se movían en el sentido de las agujas del reloj en el hemisferio norte y al contrario en el sur.
Aplicar este sistema en el Pacífico, tres veces más ancho que el Atlántico no resultó fácil pero resultó vital para el futuro de la empresa.
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