La delirante versión de los asaltantes de la casa del policía local Casimiro Villegas
Los acusados declaran que iban a cobrar un dinero de un marroquí llamado Karim, del que no se sabe quién es ni dónde está
También aseguran que la vivienda era "una guardería de hachís", pese a que no se hallaron restos de droga ni ningún zulo
Iban a cobrar un dinero para un "marroquí de Marruecos" llamado Karim, que había comprado unos motores fueraborda a otro marroquí llamado Mustafá, que era "de La línea o de Algeciras" pero del que no saben más datos porque "Mustafá hay muchos". Esta ha sido parte de la delirante versión de los acusados de asaltar el chalé del policía local de Sevilla Casimiro Villegas, cuyo juicio por disparar a los cuatro delincuentes que irrumpieron en su casa ha comenzado este lunes en la Sección Tercera de la Audiencia de Sevilla.
Durante la sesión de este lunes han declarado los cuatro acusados del robo con violencia e intimidación en la casa del agente, ubicada en Dos Hermanas pero muy próxima a Bellavista, la noche del 29 de marzo de 2011. Los cuatro pertenecen a la misma familia y han asegurado que no tenían ninguna intención de robar en la vivienda, sino que "fue algo que surgió" después de tomar unas copas en un pub.
El cabecilla del clan, Raúl P. R., ha asegurado que decidió ir a las tres de la mañana a buscar un dinero que el policía local (al que ha llamado en todo momento Casi, con una familiaridad sorprendente pese a que ha dicho que sólo lo había visto una vez antes) tenía en su casa y que pertenecía a Karim, un ciudadano marroquí para el que él hacía trabajos.
Según esta versión, Karim le había comprado unos motores fueraborda para embarcaciones a otro marroquí del campo de Gibraltar, por los que había pagado 30.000 euros. De esos, 15.000 los tenía el policía local en su vivienda, donde también, siempre acorde a esta versión, había una "guardería de hachís". Raúl P. R. ha asegurado que habló varias veces con Karim esos días porque le ejercía de chófer cuando venía a España y también de recadero.
Sin embargo, la Policía no ha podido localizar a Karim en los ocho años que han transcurrido desde los hechos, ni tampoco se encontraron llamadas entre ellos en el análisis del teléfono móvil del cabecilla del clan. Tampoco se ha encontrado al supuesto vendedor, Mustafá, del que ha dicho que no sabe más porque "Mustafá hay muchos". Tampoco se ha encontrado ningún resto de hachís ni ningún zulo en los registros de la vivienda de Casimiro Villegas.
Raúl P. R. ha sostenido que llegaron a casa del policía a las tres de la mañana en una furgoneta Citroën C15. "No son horas frecuentes para personas normales, pero para estas cosas sí lo son", ha explicado el cabecilla cuando le preguntaron por la hora de ir a cobrar un dinero. Tampoco los acompañantes le preguntaron dónde iban ni a qué.
El supuesto recadero de Karim entró en la casa por la puerta principal, porque le abrió Casimiro, mientras que sus tres familiares esperaron en la furgoneta y fumando un cigarillo. Una vez dentro, Raúl P. R. le explicó que venía a por el dinero de Karim y estuvo charlando unos minutos con el policía local en el salón de la vivienda. "La conversación fue normal hasta que le expliqué que Karim me había dicho que no tocara el hachís. En ese momento se transformó", ha añadido Raúl P. R.
En ese momento se produjo un forcejeo entre ambos, que terminó con el policía local arrancando de un mordisco la nariz del asaltante. Algo que le ha supuesto un trauma porque no puede trabajar de cara al público y su hija y los compañeros de clase de ésta "se cachondean" de él. "La nariz la tengo reconstruida con una parte de la oreja y otra de la nalga".
Otros dos de los acusados, Iván P. R. y Julio R. F., hermano y sobrino de Raúl, entraron en la vivienda y llegaron hasta donde se produjo la pelea. Según ellos, su presencia hizo que el policía se quitara de encima de Raúl y los tres salieron huyendo. Antes, Juio ha admitido que cogió un ordenador portátil para "asustar" al agente. "Fue lo primero que vi y lo primero que cogí", ha dicho, no sin antes tener que hacer un parón porque es "algo que cuesta recordar", ya que le han quedado graves secuelas, como la inmovilidad de los dos pies y la imposibilidad de mantener relaciones sexuales.
Tras esto, según los asaltantes, el policía los persiguió disparando. "Yo me hice el muerto porque si no no salgo de allí", ha explicado Raúl, que ha detallado cómo Casimiro le puso la pistola en el costado. Sus familiares Julio e Iván fueron alcanzados por los disparos del policía cuando se montaban en la furgoneta, que habían aparcado a unos dos metros de la entrada de la parcela.
El cuarto de los asaltantes, Esmeraldo R. F., huyó hacia un "barranquillo" próximo y no se montó en la furgoneta. Desde su posición, ha asegurado que, tras el tiroteo y cuando sus familiares se habían marchado, vio llegar una furgoneta y sacar unos paquetes envueltos en unas sábanas del chalé, algo que no contó en su momento durante la instrucción. Esmeraldo también recibió un disparo en el brazo.
Pese a que han declarado que no tenían intención de robar, ninguno de los acusados ha podido explicar cómo llego el ordenador portátil de Casimiro Villegas a la furgoneta en la que huyeron, y que fue interceptada poco después por la Policía Nacional. Sólo Julio ha explicado que lo cogió para tratar de intimidar al agente mientras éste golpeaba a su tío Raúl. Después, no ha detallado si se lo llevó consigo, pese a que llegó a recibir tres disparos de bala.
Tres de los cuatro asaltantes, los que huyeron en la furgoneta, fueron detenidos en la barriada de las Portadas, en Dos Hermanas. En el vehículo había dos heridos de bala y el tercero tenía la nariz arrancada de un mordisco. Desde la casa de Casimiro Villegas se divisa el Hospital de Valme, al que Raúl P. R. ha explicado que se dirigía pero que "se saltó la salida". Por eso fueron arrestados a varios kilómetros del complejo sanitario y en dirección contraria al mismo.
Raúl ha explicado que había al menos un perro, que vio al entrar, pero que después no lo vio. El resto de acusados no vieron ni al perro ni a Casimiro antes de los hechos, porque la furgoneta tenía los laterales opacos, "de chapa". Sí han coincidido en que en la casa había luz, tanto en la vivienda como en la parcela, y que los tiros no fueron a las ruedas, porque la furgoneta circuló bien en todo momento durante la fuga.
Casimiro Villegas se enfrenta a una petición de 20 años de cárcel por cuatro delitos de lesiones, mientras que a los cuatro asaltantes les piden entre 3 y 5 años por robo con violencia e intimidación. Durante el juicio, el policía local ha estado arropado por numerosos agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que se han concentrado en la puerta de la Audiencia.
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